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Arte e Ideas

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Las leyendas, más vivas que nunca

La décima edición del festival reunió en Playa del Carmen a estrellas de la talla de Wayne Shorter, John Scofield, Victor Wooten y Poncho Sánchez.

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Playa del Carmen, Quintana Roo. El espíritu transgresor de Miles Davis estuvo presente en el Festival de Jazz de la Riviera Maya. Del 22 al 24 de noviembre, los músicos que participaron en la décima edición del evento organizado por el Fideicomiso de Promoción Turística de la Riviera Maya honraron de distintas maneras la memoria del mítico trompetista estadounidense que revolucionó el jazz.

El homenaje empezó por el propio cartel, que reunió en un mismo escenario proyectos tan diversos: del latin jazz de Pete Escovedo y Poncho Sánchez, al funk de Victor Wooten; del pop jazz ochentero de Level 42 a la sutileza y exquisitez de Wayne Shorter y John Scofield.

También estuvieron presentes el electrónico de Nortec -la apuesta más arriesgada del festival y que el propio Miles pudo haber aprobado-, la big band de Joe D'Etienne y el jazz con toques de música tradicional mexicana de Aguamala, grupo encabezado por Fernando Toussaint, quien también es el director del festival.

Por cierto, Toussaint dijo en alguna conferencia previa a los conciertos que su más grande sueño habría sido tener a Miles en el cartel.

FUNK Y LATIN JAZZ

El 22 de noviembre el festival arrancó con Joe D'Etienne y su big band interpretando un par de mambos, luego la sencilla y romántica Sueño latino para continuar con Lejos de ti, ambas compuestas por D'Etienne. Le siguió ¿Cuál es la prisa? y cerró con una versión muy particular de La cucaracha.

Después fue el turno del legendario percusionista Pete Escovedo, quien saltara a la fama por tocar con Carlos Santana. El californiano, al más puro estilo de Tito Puente, dirigía el grupo y tocaba sólo lo necesario las percusiones para darle protagonismo a los músicos, entre los que destacó el saxofonista colombiano Justo Almario.

Para nosotros es un honor estar aquí. Viendo esta playa, este mar, pensamos que Dios hizo un muy buen trabajo , dijo Escovedo para dar paso a un bloque que fue de la samba a la salsa para concluir con la clásica No me hagas sufrir.

El cierre del primer día en Playa del Carmen sería de lujo con Victor Wooten, bajista al que el adjetivo virtuoso le queda corto porque no sólo hay que escucharlo, hay que verlo tocar. Desde la primera canción quedó claro que, con Wooten en el escenario, no se puede subestimar el poder del bajo en el jazz y funk. Tras un frenético bajeo casi al inicio del show, rompió una cuerda y siguió tocando la canción como si nada hubiera ocurrido. Una auténtica estrella. Entre el público se preguntaban cuántas cuerdas más rompería si seguía tocando de esa manera.

Para fortuna de su equipo, Wooten bajó el ritmo y cambió el frenesí por un funk un poco más accesible, cantó un par de temas con tintes de blues y regresó al funk con un cover a Sex Machine de James Brown. Luego interpretó Love is my favorite word, de su más reciente disco. Al final, el concierto se volvió más íntimo, introspectivo. Tal como inició, Wooten dejó de lado las concesiones y tocó para él y los suyos.

TAMBORA Y CONGA

Para el 23 de noviembre, había quienes dudaban si era correcto programar en un festival de jazz a un grupo como Nortec, que combina música electrónica con ritmos norteños y banda sinaloense. Tras ver el show que dieron Bostich y Fussible, quedó claro que la apuesta fue exitosa. La presentación en vivo del dueto de Tijuana, acompañado de trompeta, tuba, bajo y acordeón, fue espectacular y transgresora. Los grandes momentos de la noche llegaron con sus grandes éxitos: Tijuana makes me happy, Shake it up y Tijuana Sound Machine.

Después fue el turno de Poncho Sánchez y su latin jazz band. El célebre conguero méxico-americano gritó Hay party esta noche y comenzó una auténtica fiesta latina llena de salsa y ritmos afrocaribeños. Luego interpretó Giant steps de John Coltrane, mucho más cercana al jazz, y continuó con una emotiva versión instrumental de Una mañana para terminar la fiesta con Bésame mamá.

El cierre del segundo día estuvo a cargo de Level 42. La banda de pop jazz arrancó con uno de sus grandes éxitos, Lessons In Love, con Mark King, bajista y líder de la banda, usando un sombrero de charro, pero sin perder su ya clásico estilo de slapear el bajo.

LA SUTILEZA DE SHORTER

El tercer día del Festival de Jazz de la Riviera Maya comenzó con Aguamala, grupo mexicano encabezado por el baterista Fernando Toussaint.

Para ellos, la ocasión era especial, ya que decidieron grabar su presentación para un disco en vivo. Contaron la participación especial del saxofonista Diego Maroto y presentaron material inédito, destacando una versión de Cielito lindo con toques de rock y jazz y otra de El Son de la Negra.

Tras la presentación de Aguamala llegó el momento más esperado para muchos del festival: la actuación de Wayne Shorter, leyenda viviente del jazz. Acompañado de piano, contrabajo y batería, el estadounidense mostró su maestría con el saxofón y clarinete.

Comenzó dubitativo, como si estuviera pensando qué quería comunicar con su saxofón. Pocas notas, muy sutil, nada rebuscado, como si estuviera bocetando sobre la marcha. Sin decir una sola palabra, continuó tocando, de vez cuando silbaba para acompañar las canciones.

Cambió al clarinete pero seguía tocando absorto, como si el público no existiera, como si él estuviera en otra parte. Él tenía su propio ritmo y programa. Después se puso frenético con el clarinete, impactante tanto por su potencia como por su sutileza.

El último concierto de la edición 2012 del festival estuvo a cargo de John Scofield quien, con la misma guitarra Ibañez que toca desde hace 30 anos, maravilló al público acompañado de un piano, contrabajo y batería.

El virtuosismo de Scofield era de otra clase: sabía cuándo guardar silencio, cuándo aumentar el ritmo y cuándo dar la oportunidad de que sus compañeros mostraran su talento. Presentó versiones a temas de Charlie Parker para terminar casi a la medianoche del 24 de noviembre con un solo intenso e íntimo. Todos callados mientras Scofield daba cátedra. Las leyendas, el fin de semana pasado en Playa del Carmen, se mostraron más vivas que nunca.

rene.pina@eleconomista.mx

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