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La Nueva España: ?el reino del pecado

La exposición recorre en seis módulos las nociones novohispanas del bien y del mal, el concepto del pecado original, la redención posible, la salvación y el juicio final.

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Un pecado, como transgresión, involucra la voluntad: se peca cuando se quiere pecar. En la Nueva España, el pecado estaba en todas partes, no porque se tratara de una sociedad especialmente liviana y, por tanto, pecaminosa, sino porque toda su vida estaba regida en todos los aspectos por la Iglesia Católica.

El pecado y las tentaciones en la Nueva España, nueva exposición en el Franz Mayer, da cuenta de esa sociedad virreinal, en la cual el chocolate tenía que guardarse bajo llave no sólo por su valor sino por ser una invitación al pecado de la gula. En serio: el consumo del chocolate esta regulado religiosamente. La exposición muestra una par de tibores chocolateros (una especie de jarras) con cerradura.

El chocolate no es la única ocasión de pecado y, para recordarlo en los objetos de uso diario, hay dibujos que diagraman, pecado tras pecado, el mapa hacia el Infierno. Un rico armario lleva en sus puertas grabados en los que se pueden ver varias ocasiones de pecado como el juego (no sólo las apuestas: todo tipo de juego, incluso, los inocentes juegos de jardín) y la vanidad.

Es la era cuando la Iglesia suplía a todas las instituciones civiles, regía el día a día de la gente y sus preceptos eran tan seguros como que el Sol sale y se oculta. La condenación y la salvación eran hechos presentísimos, incluso para los indígenas, nuevos en la fe. No digamos ya para los ibéricos y para los blancos indianos.

La exposición recorre en seis módulos temáticos las nociones novohispanas del bien y del mal, el concepto del pecado original, la redención posible, la doctrina del pecado, la salvación y el juicio final. Todo se ubica en una sola sala: es una exposición abigarrada, un homenaje contemporáneo al barroco.

El recorrido comienza con el impresionante arcángel Miguel, pintado por Juan Correa, todo un clásico de arte barroco mexicano. La pintura retrata a un adolescente que empuña la cruz como si fuera una espada. Más clara imagen de la evangelización en tiempos coloniales no hay.

La obra de Correa es una de las que pertenecen al acervo del Mayer, pero el museo no es el único que aporta obras a la exposición. El pecado y la tentación es posible gracias a una compleja colaboración de instituciones. La muestra nació en el Museo de Guadalupe, en Zacatecas, y después viajó al Museo Nacional del Virreinato. Llega al DF completada por objetos y pinturas que pertenecen al riquísimo acervo novohispano del Mayer.

Entre las piezas de gran valor que se exhiben destaca La pasión de Cristo de Antonio González Coutiño, que se muestra por primera vez al público. La pintura es una clásica obra didáctica y narrativa de una época en la que el analfabetismo era la regla. Varias piezas así hay en El pecado y la tentación. Una muy divertida, una pintura de dos paneles, muestra los dos ejemplos de confesión: una mala confesión muestra al Diablo regocijándose y al ángel de la guarda llorando. Lo contrario pasa si uno confiesa bien.

Recorrer El pecado y la tentación en la Nueva España es adentrarse en una visión de un mundo que ha muerto, un mundo que fuimos. ¿O seguiremos siendo?

El pecado y las tentaciones en la Nueva España

  • Museo Franz Mayer
  • Dirección: Av. Hidalgo 45, Centro
  • Martes a domingo de 10 de la mañana
  • a 5 de la tarde

cmoreno@eleconomista.mx

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