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El Nido espera muchos huevos; inicia Tunick
No es un asunto ornitológico sino creativo; su lema es Ideas que vuelan y es un espacio para emprendedores y creadores.

SAN MIGUEL DE ALLENDE, Gto. A veces un toque de circunstancia cambia todo. Como la lluvia. Uno cree que ya conoce San Miguel de Allende (Guanajuato, 140,000 habitantes, de los cuales muchos son estadounidenses de la tercera edad) hasta que la ve debajo del agua. Nunca he oído hablar de una Venecia mexicana, pero podrían ponerle ese nombre a San Miguel.
Llovía en San Miguel cuando llegué a la inauguración de El Nido. Como la ciudad está en declive, las calles eran ríos. Este lugar debe tener uno de los mejores drenajes del país. Exagero, pero las autoridades del DF deberían echar ojo.
Continuemos con El Nido. No es un asunto ornitológico, sino creativo. Su lema es Ideas que vuelan . Un espacio para que emprendedores y creadores se reúnan a hacer lo suyo.
El lugar, pequeño como un huevo, tiene todo lo que un startup (como se les llama ahora a las empresas que están naciendo, sobre todo si involucran tecnología al estilo Silicon Valley) necesita para trabajar: sala de juntas, wi-fi, asesorías con expertos, una vista preciosa de la ciudad, hasta una cocina. Se trata de un lugar en el que se viene a ins-pirarse, soñar y volar, según explica María José Garrido, la joven fundadora. También es funcionaria del gobierno municipal, pero El Nido, me aseguran, es una iniciativa totalmente privada apoyada por el Tec de Monterrey campus Querétaro y otras iniciativas locales.
Inspirarse, soñar y volar. Suena un tanto cursi. La cultura startupera tiene ese lado, es cierto. Pero si vas a crear algo desde cero no está mal vivir con el corazón abierto y llenarlo de esperanza. Se necesita valor para llenar de huevos el nido.
LA BOHEMIA ES BURGUESA
Como todas las inauguraciones, el evento parece más una reunión de clase burguesa-bohemia que un asunto cultural (¿o exagero de nuevo? Muchas aperturas de galerías parecen más justificación para la industria del canapé que otra cosa).
Pero éste tiene un toque original: a todos nos dieron un gis. Había que dibujar en las paredes, un juego de creatividad. La esposa de Spencer Tunick hizo un dibujo bastante cool, una especie de ojo divino o Spaghetti Monster que irradia psicodelia.
Sí. Spencer Tunick, el fotógrafo que desnudó a miles de personas en el Zócalo, está aquí. Es el invitado de honor y el primero que dará un taller en el recién inaugurado Nido, el 15 de agosto. Alguien me dice que Tunick pasa varios meses al año en San Miguel. Aquí ha encontrado una comunidad artística y a la que le gusta desnudarse para sus fotos.
Tunick lleva 25 años fotografiando y dice que es la primera vez que le piden dar un taller al respecto. Hará retratos individuales en las calles de San Miguel. De buen humor dice que uno de los temas más importantes del taller será cómo sortear a la policía. Espero que no me arresten , dice.
Tunick es el único talento extranjero de la ciudad. Desde hace más de 50 años se ha vuelto uno de los lugares favoritos para los retirados de EU. Retirados con ideas bohemias, quiero decir. Cuando se camina por aquí de cada 10 personas por lo menos cuatro son abuelos estadounidenses vestidos de manta, asoleados y pintorescos. Tienen dinero: las casas y los departamentos en San Miguel son caros, cuestan casi lo mismo que los del DF.
Hay que decir que no han convertido el pueblo colonial en un suburbio a la gringa. Lo han mantenido como remanso, un rinconcito parado en el tiempo lleno de galerías, librerías y barecitos.
De esa comunidad bohemia-burguesa de retirados también se nutre El Nido. Artistas, intelectuales, algunos jóvenes talentos de Silicon Valley, millonarios a los 40, que viven aquí y que están dispuestos a convivir con los jóvenes de los startups. Conectar el talento, pues.