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Los demonios
Ezra Shabot | Línea directa
Cuando el control político de un país deja de sostenerse con base en instituciones para manejarse única y exclusivamente a través de la voluntad de un caudillo fuerte y eficaz, se corre el riesgo de que la sucesión en el mando no garantice la misma estabilidad que se vivió con su antecesor. Y es esto lo que estamos viviendo en el México de hoy.
López Obrador logró hacer añicos la institucionalidad democrática y sustituirla por la fuerza ilimitada de un Ejecutivo que paulatinamente se adueñó del poder absoluto del Estado. Todos los controles y todo tipo de negociación, incluso con grupos delincuenciales, debían de traspasarse a su sucesora por medio de una herencia de mando que en los hechos no ha existido.
Ya sea porque AMLO sigue operando desde Palenque, o porque sus subordinados como Adán Augusto López o Ricardo Monreal pretenden moverse con una agenda propia no necesariamente compatible con el proyecto de la presidenta, el hecho es que los hilos todopoderosos de la 4T han comenzado a enredarse.
Es cierto que la presión del gobierno de Trump ha contribuido de manera significativa para destrozar los pactos supuestamente establecidos entre Adán Augusto, Monreal, Ebrard y hasta Noroña, pero el tema central es que la disputa por el poder entre la clase política morenista se lleva a cabo sin que exista un liderazgo único ante quien disciplinarse como sucedió en el sexenio anterior.
Los presuntos nexos entre el crimen organizado y el gobierno de AMLO, los negocios de los hijos del expresidente, y la indefinición de Sheinbaum con respecto a la imperiosa necesidad de poner orden al interior de su movimiento, han desatado una tormenta de intereses contrapuestos que amenazan con destruir el frágil equilibrio de un país sumido en la violencia y en la desaparición del estado de derecho.
Algo similar vivimos durante el último año de gobierno de Carlos Salinas, cuando los asesinatos políticos terminaron por fracturar a la clase política tricolor y llevaron al país a un desastre económico que costó años superar y en donde muchos ciudadanos perdieron su trabajo y buena parte de sus bienes.
En esa cuerda floja es en la que estamos caminando desde hace varios años, sin crecimiento económico ni disminución sustancial de la inseguridad en todo el país. La lucha por el poder dentro de la 4T se ha convertido en un tornado capaz de arrasarlo todo, incluyendo la lealtad hacia el caudillo fundador
Y parafraseando a uno de los involucrados en la catástrofe nacional de 1994-1995, “los demonios andan sueltos, y han triunfado”.