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Nuestro auténtico interés
La discusión sobre el carácter jurídico que tiene la información sobre la salud del titular del poder ejecutivo federal no es una discusión nueva. La larga data que antecede a esta penosa y confusa situación, que ha prevalecido sobre el estado que guarda la integridad física de Andrés Manuel López, es una cadena de argumentos que en suma han ponderado la protección de datos personales de un mandatario. Recordar en aquel 2005, cuando con insistencia se presentó ante el entonces IFAI, una solicitud que requería el detalle de los medicamentos que el presidente Vicente Fox consumía habitualmente.
La petición fue rechazada y la salida argumental precisamente versó sobre la privacidad de la persona antes de su carácter de servidor público. Por igual, en un accidente en 2008, Felipe Calderón sufrió una grave lesión de hombro cuando cayó de su bicicleta; la petición correspondiente a su estado de salud fue contestada por la presidencia en sentido negativo y avalada por el IFAI. Se ponderó el derecho a la privacidad de datos concernientes a la vida privada sobre el derecho a la información. Esta misma tendencia adquirió un sentido de obligación jurídica cuando en 2014 el Tribunal Colegiado en Materia Administrativa concluyó en sentencia que no era procedente un amparo para conocer el expediente médico del presidente Enrique Pena Nieto. La privacidad es el mayor argumento legal.
Sin embargo, en una situación de evidente confusión como la que se ha vivido en los recientes días es válido repasar sobre estos conceptos para dilucidar qué tanto interés público y por tanto apertura a la información debe tener el estado de salud de un presidente.
Por supuesto que es respetable la vida privada que, como a cualquier ser humano se le debe salvaguardar. El especial componente en esto es que la vida pública de alguien con un rango de mando de gran relevancia, se entrevera con algunos aspectos de su vida privada y ese punto de tangencia implica que la sociedad lo encuentre relevante. La condición de salud de cualquier persona impacta sobre su desempeño en la vida profesional; la vida pública no encuentra excepción a esta aseveración.
Más allá del morbo o el dolo, la falta de certeza sobre el cómo se encuentra el presidente, deja espacios de provecho para la inestabilidad que se puede manifestar en múltiples campos; desde la certidumbre necesaria para la inversión, hasta el aprovechamiento del crimen organizado en un escenario como este. Por ello, bajo la premisa que el deseo más ferviente es que el señor presidente se encuentre gozando de una impecable salud, no dejemos a un lado el que la vacilación en un país con fisuras institucionales y lamentablemente sociales, es un caldo de cultivo rancio y pernicioso. El interés público es real en un México que siempre ha enaltecido el presidencialismo traducido a diseños legales consecuentes con el mismo.
Twitter: @gdeloya