Imagina un salón de clases lleno de risas, colores vibrantes y energía desbordante. En cada rincón, pequeños grupos de niños están inmersos en diferentes tipos de juegos: algunos construyen torres con bloques de madera, otros dibujan en grandes hojas de papel, mientras un grupo más pequeño juega a ser una familia en una casa improvisada con cajas de cartón. A primera vista, parece un caos alegre, pero en realidad, es un escenario donde el aprendizaje florece de manera natural y efectiva. El juego, esa actividad aparentemente sencilla y espontánea, es una herramienta poderosa en la educación infantil. Pero, ¿cómo es que el juego puede tener un impacto tan profundo en el desarrollo de los niños? Un estudio reciente titulado “Una fotografía sobre la calidad de los centros de atención infantil y el estado del desarrollo infantil en México en niñas y niños menores de tres años” reveló datos significativos sobre la situación actual de estos centros. Aunque se constató que son espacios seguros, con la infraestructura adecuada y con materiales de juego disponibles, aún queda mucho por mejorar en la calidad de las interacciones y el apoyo emocional que se brinda a los niños. Este hallazgo es crucial, dado que el aprendizaje en la primera infancia establece las bases para el desarrollo futuro. Según UNICEF, las investigaciones científicas de los últimos 30 años han destacado la importancia del período comprendido desde el nacimiento hasta los ocho años. Durante estos años, se forman competencias cognitivas, bienestar emocional, competencias sociales y una buena salud física y mental, esenciales para el éxito en la vida adulta. Aunque el aprendizaje es un proceso continuo a lo largo de la vida, la primera infancia es un período de aprendizaje especialmente rápido y significativo. El juego es esencial en la educación infantil por varias razones. En primer lugar, permite a los niños comprender el mundo que les rodea y conectar nuevas experiencias con conocimientos previos. Además, el juego es una actividad divertida que genera disfrute y emoción, lo que motiva a los niños a participar activamente. El juego simbólico, como jugar a la familia o al mercado, es particularmente beneficioso. A través de estos juegos, los niños expresan ideas y sentimientos, controlan sus emociones, interactúan con otros, resuelven conflictos y desarrollan competencias sociales y emocionales clave. Para maximizar el potencial del aprendizaje a través del juego, es fundamental integrarlo en los programas de formación de maestros de preescolar. Las instituciones deben desarrollar programas especializados que enfaticen el aprendizaje basado en el juego y las metodologías de enseñanza relacionadas. Además, es crucial fomentar oportunidades de formación continua para los docentes, centradas en metodologías activas y basadas en el juego. Hoy mis hijos aprenden a través del juego, y debemos crear las bases para que muchos niños en México puedan desarrollarse de manera correcta. Es imperativo que el gobierno se involucre activamente en la primera infancia para garantizar un futuro más prometedor para todos. Que todos estos niños puedan “Imaginarse Más”.