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Lo mejor del cine en 2008
Desde James Bond hasta Persépolis, el 2008 dejó buen sabor de boca en los espectadores. Sin embargo, también hubo desaciertos que aquí te presentamos.
1. Expiación (Atonement). La novela de McEwan reconstruye los sucesos de un día de verano a partir de varias miradas y estilos narrativos. La versión en cine, lo hace visualmente, acercándose a las medias verdades, al sopor veraniego y al cruel desenlace con un manejo de cámara insuperable y un montaje elegante, que retrata la trágica belleza de la historia en forma inolvidable.
2. Petróleo Sangriento (There Will Be blood). Paul Thomas Anderson nunca ha sido un director sutil, su apuesta por emociones desbordadas y la intensidad brutal de sus actores, puede incomodar a algunos. Anderson es un cineasta puro que todavía cree en un cine personal en una industria donde lo único que se valora es el resultado económico.
Petróleo sangriento es su obra cumbre. Un desmesurado retrato del rostro oscuro de Estados Unidos, tanto más crudo cuando no lo enfoca en lo que habitualmente se asocia con oscuridad; sino
en la cara que suele ser el estandarte del modo de vida americano .
3. REC. Los dos directores españoles responsables de esta absoluta pesadilla, estudiaron el cine de horror de los últimos 20 años y decidieron utilizar todo lo que funcionaba, en una sola película. El resultado es una cinta capaz de divertirnos al principio para después ir subiendo de tono, escalando la tolerancia del espectador hasta que el horror es francamente insoportable.
4. Quantum (Quantum of Solace). El nuevo Bond sigue la pista de los asesinos de su amada en esta intrigante secuela. No es Casino Royale, pero la dirección de Marc Forster es consistente y Craig vuelve a brillar, combinando la frialdad del Bond que conocimos todos estos años, con la flamante vulnerabilidad. Refresca que la cinta no necesite acrobacias, villanos de opereta o chicas Bond en bikini para funcionar.
5. Promesas Peligrosas (Eastern Promises). David Cronenberg nos sumerge en las calles de una Londres que ya no es tanto británica, sino una sucursal para la omnipresente mafia rusa. Que se valga de la mirada externa de Naomi Watts, tanto como de la interpretación de Viggo Mortensen, da autenticidad emocional a lo que no puede llamarse sino un thriller moral.
6. Arráncame la vida. Roberto Sneider se ha convertido en la referencia obligada para adaptar obras literarias mexicanas al cine. La promesa que fue Dos crímenes se cumple en la espectacular producción para llevar la novela de Ángeles Mastreta a la pantalla. No se trata sólo de los valores de producción, sino en contar de nueva cuenta la historia valiéndose del lenguaje, visual y sonoro, del cine. La mejor película mexicana (hecha en México, ahora sí) en años.
7. Persépolis. Pocos retos se antojan más complicados para un cineasta que hacer un largometraje en animación de temas políticos y religiosos. La novela gráfica de Marjane Satrapi se traslada al cine con naturalidad, contando esta dura historia de formación de una niña iraní que se las ve desde el gobierno del Shá, hasta la revolución islámica de Jomeini. Una cinta honesta, conmovedora y deslumbrante del 2008.
8. Viaje a Darjeeling (The Darjeeling Limited). Este viaje (que no es a Darjeeling), junto con su corto introductorio (Hotel Chevalier), es la más reciente exploración de Wes Anderson en los vínculos intangibles que atan y completan a los seres humanos. Los hermanos Whitman que se embarcan en esta aventura en busca de su madre, nos regalan una de las comedias más deliciosas, conmovedoras y finas del año.
9. Iron Man. En un giro inesperado del verano, Jon Favreau convierte al más insípido héroe de Marvel en un fenómeno de taquilla y aplauso crítico. Por un lado consolidando el resurgimiento de Robert Downey Jr., por otro recordando que las películas de superhéroes pueden tomarse en serio todo lo que quieran, pero esa seriedad debe siempre acompañarse de un ánimo lúdico que nos permita disfrutar y entusiasmarnos cuando, como sucede aquí, se anticipa la siguiente entrega.
10. Juno. Desde el guión de Diablo Cody hasta la dirección de Jason Reitman, queda claro que este aparente cautionary tale sobre embarazo adolescente, será mucho más que eso. Una historia de formación emocional, donde es precisamente la adolescente, Juno (Ellen Page), la que muestra más madurez y sensibilidad. Una de esas películas que suelen ser menospreciadas por su género y aparente sencillez, pero que valen más que mil épicas grandilocuentes llenas de presupuesto.
11. El orfanato. El orfanato rompe con una larga lista de prejuicios del cine de horror. Funciona estupendamente para hacernos saltar y reír de alivio en la oscuridad, valiéndose de los juegos y rituales infantiles para inyectar atmósfera y una nostalgia que no tiene miedo de mirar a lo oscuro. Pero más aun, encuentra, y ahí está lo novedoso, en los padres, su público ideal.
¿Es horroroso perder un hijo? ¿Estás dispuesta a todo para recuperarlo? Laura dice que sí, y nosotros, estremecidos, sólo podemos comprobarlo con los ojos muy abiertos: de regocijo y terror.
12. Antes que el diablo sepa que haz muerto. En la familia Hanson, algo se pudrió hace mucho y aunque de pronto nos sentimos intrusos y compartimos instantes robados a su desdicha, queda claro que su destino, ominoso, se escribió hace mucho. Y darnos cuenta de eso, no hace que el suspenso sea más soportable.
La película número 50 de Sydney Lumet muestra a un director en la cima de su talento, elaborando un rompecabezas psicológico abrumador.
Mención honorífica: El robo del siglo, Dark Knight, Expedientes secretos X: quiero creer, Cloverfield, Planeta Terror, A prueba de muerte, Se Busca, Quémese antes de leer, Wall-e, El juego del poder, Una guerra de película, Super Agente 86, Camino a la redención, Conociendo a Jane Austen, Tropa de élite.
- Lo peor
1. Luz silenciosa. Hay una delgada línea entre ser profundo y ser pretencioso. Reygadas la cruza en su historia de amor prohibido, conjurando a Tarkovsky tanto como a Disney para decirnos, ¿qué?
2. Soy Leyenda. El ejemplo más claro de cómo Hollywood prostituye una historia para convertirla en un vehículo para la estrella en turno sin importarle dejar todo valor o esencia en el camino.
3. Indiana Jones y el Reino de la Calavera de cristal. El problema fundamental no está en la geriátrica presencia de Ford, que hace sus mejores esfuerzos, sino en la caduca narrativa que donde debería deslumbrar, aburre.
4. El fin de los tiempos. El supuesto mensaje ecológico detrás de este blando apocalipsis desaparece junto con el talento narrativo del otrora director visionario cuando nos pide que nos aterroricemos mirando unos plácidos arbolitos.
5. Sexo y la ciudad. El creador de la serie de culto para mujeres, puso todo su prestigio en la mesa para dar un último sablazo. Cosechó los dólares, a cambio nos deja dos horas de basura sensiblera que avergonzarían a la Corín Tellado.