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Las habilidades relacionales en los niños a partir de la comida

Para muchos padres de familia, el confinamiento y la escolarización de los menores desde casa trajo muchas preocupaciones sobre el desarrollo de las habilidades interpersonales de sus hijos. Si bien muchos niños pudieron adaptarse a la escolarización a través de una pantalla con sesiones en vivo, para muchos otros el aspecto relacional con pares fue casi nulo y por lo tanto, los niños no pudieron entrenar sus habilidades interpersonales de la manera en la que una interacción social presencial lo puede hacer.
Si bien a través de la pantalla un niño es capaz de observar y reaccionar ante gesticulaciones, tonalidades de la voz y el lenguaje corporal no verbal de otras personas, es claro que las habilidades interpersonales se adquieren de mejor manera con las interacciones en vivo. Un artículo del Harvard Health Review ha llamado la atención sobre este aspecto, en el que ahora los padres deben de apoyar desde casa a los niños para poder hacer amigos en el retorno a clases. El artículo señala que el aislamiento hizo que muchos niños perdieran la habilidad de hacer nuevos amigos, y por lo tanto, estas habilidades se deben desarrollar desde casa, apoyadas y promovidas por los padres.
Existen seis habilidades relacionales básicas en los niños que deben de ser promovidas: la empatía, la curiosidad sobre los otros, la comunicación, la cooperación, la regulación de emociones y el saber cómo y cuando disculparse y perdonar. Curiosamente, los procesos relacionados con la alimentación familiar y con el hecho de compartir la comida, pueden promover estas habilidades como lo han demostrado diferentes estudios de corte socio-antropológico. Estas habilidades se pueden desarrollar con el hecho de compartir momentos de comensalidad, ya sea en el primer círculo del niño pero también con pares fuera de casa.
La empatía se puede entrenar en el momento en el que el niño puede hacerse consciente de la importancia de compartir un alimento o de asegurarse de que todos los miembros de un grupo recibieron una porción determinada. La curiosidad sobre los otros se entrena por ejemplo, conociendo que hay diferentes maneras de comer, de hogar en hogar, de región en región o incluso de país en país, ninguna más legítima que otra, donde se respetan las diferencias. En la diferencia se encuentra la diversidad y la riqueza y esta idea es fácil de comprender en los niños cuando se ejemplifica por medio de la comida.
La comunicación se puede promover al conversar cuando se comparte una comida. Expresar los gustos y disgustos o simplemente contar cómo fue el día de escuela podría ser más fácil alrededor de la mesa. El poder comprender cómo el trabajo de muchas personas hace que un alimento llegue a la mesa, un concepto esencial para que los niños entiendan lo valioso de la cooperación. La cooperación se puede entrenar con la participación en la planeación, compra y preparación de menús, en disponer la mesa o en recogerla después de comer, además de saber cómo gestionar los sobrantes de la comida de manera sustentable con la economía y con el medio ambiente. La regulación de emociones tiene que ver también con la relación con la comida, los gustos y disgustos y los patrones de consumo relacionados con las emociones. Así, el involucramiento activo de los niños en el proceso alimentario cotidiano de los hogares entrena sus habilidades relacionales indispensables para la vida.

