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La otra pandemia
Otra pandemia recorre el mundo. No es algo nuevo y según un estudio de la OCDE, viene creciendo en prácticamente todos los países de los más de 50 estudiados en las últimas cinco décadas. Lamentablemente México se pelea con Estados Unidos por ocupar el primer lugar a nivel mundial en cuanto a su prevalencia. Me refiero a la obesidad.
Los datos son alarmantes. Poco más del 70% de la población mexicana padece de sobrepeso u obesidad y su prevalencia crece en todos los grupos de edad. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 muestra que casi cuatro de cada diez niños, presenta sobrepeso u obesidad. Entre los adolescentes, 26.6% presentan sobrepeso y 17% obesidad. Los indicadores son peores para la población adulta ya que tres de cada cuatro mujeres (76%) padece de sobrepeso u obesidad y 72.1% de los hombres. El sobrepeso y, en particular la obesidad, son factores de riesgo de padecimientos no transmisibles del corazón, cerebrovasculares, diabetes y ciertos tipos de cáncer, pero también elevan la vulnerabilidad de las personas antes otros riesgos de salud, como viene ocurriendo con los efectos del COVID.
Por otra parte, el costo de la obesidad no es sólo para quienes lo padecen y sus familias, sino para la sociedad en general, para las finanzas públicas y la economía. La obesidad tiene un fuerte impacto sobre los servicios de salud dado el costo elevado de atender enfermedades crónicas asociadas a ella. En general, las personas con sobrepeso y obesidad usan más los servicios de salud y tienen más cirugías. En promedio, en los países de la OCDE, el peso excesivo es responsable de 70% de los costos asociados al tratamiento de diabetes, 23% del tratamiento de padecimientos cardiovasculares y 9% de cáncer. Implica destinar una porción considerable de los recursos de salud para atender estos problemas, a costa de otras prioridades, sean del propio sector salud o de otras áreas también importantes, como son la educación, la infraestructura o la seguridad pública. No es sólo un problema del gasto público. El gasto directo de las familias en salud -el llamado gasto de bolsillo-, es particularmente alto en México en comparaciones internacionales y los datos del INEGI (ENIGH 2020) muestran que creció significativamente desde 2018.
Las implicaciones del sobrepeso y la obesidad van más allá de la salud de las personas o del impacto sobre el sistema de salud y tiene impactos de largo plazo sobre su bienestar y nivel de vida. Según el estudio de la OCDE citado, los niños con sobrepeso y obesidad suelen tener peor desempeño escolar, mayor ausentismo, menor probabilidad de concluir el bachillerato y mayor probabilidad de sufrir bullying y acoso, lo que tendrá impacto a lo largo de su vida al, pudiendo afectar su salud mental y sus ingresos futuros. Por razones de salud, los adultos con sobrepeso y obesidad presentan mayor ausentismo en el trabajo y menor productividad, y tienen mayor riesgo de desempleo futuro. Consecuentemente, la elevada prevalencia de obesidad obstaculiza la salida de la pobreza y la movilidad social. Acentúa además desigualdades de género y de ingreso. Su prevalencia es mayor en personas de menor ingreso, entre otros, debido a que pueden enfrentar menor acceso a dietas saludables a buenos precios, condiciones más limitadas para llevar a cabo una vida activa y menor logro educativo. Por estas y otras razones, la economía de los países sufre por la obesidad. De acuerdo con el estudio citado, la obesidad reduce el PIB de los países en 3.3% en promedio, teniendo México el mayor impacto entre los países estudiados: -5.3 por ciento.
Estamos ante una pandemia que permea en la sociedad y la economía además de su efecto nocivo en la salud. Enfrentar el reto requiere una visión interdisciplinaria que considere los aspectos médicos pero también los sociales y económicos y que promueva el desarrollo de nuevas tecnologías y nuevas maneras de enfrentar el reto. Así lo está viendo el Tecnológico de Monterrey con el lanzamiento de un nuevo instituto de investigación interdisciplinaria dedicado al tema. Es importante considerar que aún tenemos mucho que aprender sobre la obesidad, sus implicaciones y como reducir su prevalencia. Debemos reconocer también los impactos asociados en la salud mental y evitar la discriminación de personas con peso elevado. Igualmente importante es reconocer que no se trata exclusivamente de un problema de salud o algo que deba ocupar la atención primordialmente de las autoridades sanitarias. De eso hablaré en una próxima columna.
*El autor es especialista en Políticas Públicas. Profesor del Tecnológico de Monterrey. Opiniones personales.
Twitter: @GustavoMerinoJ