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Opinión

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La Cultura de la Paz, Retos y Prioridades I

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Pascual Hernández Mergoldd

El indicador fundamental de un hombre no es dónde se encuentra en momentos de comodidad y conveniencia, sino dónde se encuentra en tiempos de desafío y controversia.

Martin Luther King 

Un reto es una provocación o un desafío, puede tratarse de una amenaza o una intimidación. 

Una prioridad es algo que se considera más importante para su atención.

Cada persona, cada familia, cada comunidad, cada estado, cada país y el planeta tienen sus retos y sus prioridades. 

No siempre coincide la atención a los retos con la de las prioridades, a pesar de que lo más conveniente sea darle prioridad a la atención de los retos.

Comenzamos el 2021 en condiciones más difíciles de las que prevalecían a principios del 2020, y a los retos que se vislumbraban al inicio del año se han sumado otros. 

A nivel mundial el mayor reto es actuar de manera urgente y prioritaria para detener y aún revertir —si eso fuese posible— el cambio climático y de esa forma salvar a la humanidad.

Lamentablemente, para el inquilino de Palacio Nacional ese reto mundial no aparece en las prioridades de su gobierno. Con la cancelación de la Cumbre de la Alianza Energética entre Alemania y México, que se realizaría en marzo del 2019, se adelantó lo que sería la política de esta administración en materia energética y ambiental. Hemos visto que mientras en diversas regiones del mundo y de nuestro país tempestades e incendios, resultado de las condiciones meteorológicas extremas, son cada vez más graves y causan más estragos a poblaciones y sus habitantes, nuestro país va en sentido contrario al de la descarbonización que impulsan casi todos los países. Nuestro gobierno apuesta a las energías sucias y desprecia las energías limpias. 

Las políticas ambiental y energética de la 4T contribuyen al calentamiento global que causa cambios irreversibles a nuestro planeta. Es momento de dar un golpe de timón y acatar lo previsto en la Constitución en materia de protección al medio ambiente y a la Ley General de Cambio Climático.

Otro de los retos que salta a la vista es el de la violencia causada por la desbordada migración que ocurre desde nuestra frontera sur. Sin duda, todo Estado soberano tiene el derecho de establecer las reglas de acceso a su territorio y de hacerlas respetar. Sin embargo, a toda persona que se encuentre en nuestro territorio se le deben respetar sus derechos humanos. Debemos reconocer que no hemos podido salvaguardar nuestra frontera sur.

México no debe ser el corredor de los migrantes que, de países del Caribe, Centro y Sudamérica, ingresan irregularmente a nuestro país para intentar cruzar nuestra frontera norte. 

Los inmigrantes, con una legítima aspiración de mejorar sus condiciones de vida, que logran transitar por territorio mexicano son víctimas de traficantes de personas, de abusos, de robos, de condiciones insalubres, de inclemencias del tiempo y de maltratos propinados, incluso, por agentes del Instituto Nacional de Migración y de la Guardia Nacional. Ponen en riesgo sus vidas y las de quienes los acompañan, muchas veces menores de edad. Tristemente no logran su meta y muchos son devueltos a los mismos peligros de los que han huido en sus países de origen en Centro, Sudamérica y el Caribe. No es casual que los Estados Unidos impulse acciones para mejorar las condiciones de vida en Centro América para evitar que sus habitantes deban emigrar.

La desesperación de los migrantes, quienes consideran que México está obligado a resolverles sus problemas, se ha traducido en tensión y brotes de violencia a su paso por nuestro país, se presentan cada vez más casos de agresión de migrantes a autoridades de nuestro país. 

Es urgente que se fortalezca el control de acceso al territorio nacional, para evitar que siga creciendo este reto. 

En otro tema, la recuperación de la cordialidad y de la cultura de la paz es un reto que sigue pendiente en nuestra sociedad y que requiere de atención urgente. El papel del primer Mandatario es, en este tema, de la mayor trascendencia para ello, pues desde su campaña ha propiciado la polarización de la sociedad, que ha aumentado durante su gestión. Es importante y deseable un cambio de conducta. 

Esta situación amerita una atención prioritaria ya que la degradación, la descalificación, el insulto, la agresión y la amenaza, que ya forman parte de nuestra normalidad, agitan la paz social. No debe soslayarse que eso es un alto riesgo para la sociedad, toda, y para nuestro tejido social.

Debemos tomar conciencia de que nos estamos contagiando de odio, resentimiento y prejuicios. Nuestro único antídoto para atenuarlos o neutralizarlos, es el contagio positivo que ofrece la cultura de la paz.

Pasando a otro asunto, es de llamar la atención que a pesar de que existen retos enormes que exigen una atención prioritaria del Presidente y de su gobierno, tales como los relativos a la creciente inseguridad, la salubridad general, la economía, y la protección para evitar más contagios a niños y jóvenes que vuelven a clases, la más alta prioridad del Mandatario sea el culto a su personalidad. 

Hoy lo prioritario para el inquilino de Palacio Nacional es la consulta popular de revocación de mandato, lo que mantiene ocupado al Poder Legislativo, como si se tratara de un reto de vida o muerte. Ese proceso traerá más polarización y discordia.

El odio, el resentimiento y los prejuicios, son conceptos opuestos a la cultura de la paz. 

Es nuestro deber abordar tan delicados temas e insistir en el peligro que implica propiciarlos y en la necesidad de mitigarlos.

Superar los retos nacionales es tarea de todos, no es labor exclusiva del Gobierno. 

*El autor es abogado y mediador profesional.

#mediacionenmexico

phmergoldd@anmediacion.com.mx

Twitter: @Phmergoldd

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