Lectura 5:00 min
Adiós a Robert Frank
Es imposible hablar de la foto de calle sin pensar en Robert Frank. El fotógrafo suizo que con su libro The Americans de 1957 (en Estados Unidos fue publicado hasta el 59), no sólo revolucionó la estética de la fotografía contemporánea, sino en muchos sentidos, redefinió la identidad de la nación.
Frank murió este martes 10 de septiembre a los 94 años de edad, en un hospital en Inverness, Nueva Escocia (Canadá), donde vivía en una cabaña de pescadores convertida en estudio de arte, con su esposa, la pintora June Leaf.
Frank nació en Suiza en 1924, hijo menor de una familia judía de clase media alta. Estudió fotografía en 1941 y se dedicó por algunos años a la fotografía comercial y al diseño gráfico. A los 23 emigró a Nueva York como refugiado artístico. Ahí, trabajó brevemente fotografiando moda para Harper’s Bazaar. Su estilo, ya entonces, se consideraba poco convencional, ya que realizaba su trabajo con su cámara Leica y lente de 35 milímetros.
Influenciado por Walker Evans, decidió aplicar para una beca Guggenheim que le permitió recorrer 16 mil kilómetros de carreteras en un auto usado, entre 1955 y 1956, fotografiando su nuevo país. De ese viaje tomó más de 27 mil imágenes que se decantaron en las 83 que componen The Americans.
El libro se publicó primero en Francia, y su recepción fue polémica. Hasta ese entonces el imaginario popular estadounidense de la posguerra había sido construido con imágenes optimistas y patrióticas, celebrando la vida idílica de los suburbios y el sueño americano.
La mirada de Frank no era así. Sus fotografías eran crudas y expresivas. “Con la agilidad, misterio, genio, tristeza y extraño sigilo de una sombra, fotografió escenas nunca antes vistas”, dice Jack Kerouac en su introducción a la edición americana.“Ese sentimiento delirante en América cuando el sol quema en las calles y la música flota hacia nosotros desde de la rocola o un funeral cercano”.
La polémica no estaba sólo en su elección temática, sino en su estilo fotográfico. Frank desdeñaba el fotoperiodismo que ejemplificaba uno de sus primeros héroes (Henry Cartier Bresson), al que después rechazó: “El fotoperiodismo simplifica el mundo, imitando esas malditas historias con principio y fin”. Él prefería el sentido abierto, aunque claro y decisivo de la pintura de Hopper (quien no era tan conocido entonces).
“Cuando la gente mira mis fotos, yo quiero que se sientan como lo hacen cuando leen una línea de un poema dos veces”, una de sus frases más citadas.
Frank desechó las imágenes claras, nítidas y bien iluminadas que se privilegiaban en los medios impresos de la época. Básicamente creó la estética de la instantánea, de la fotografía espontánea para capturar el momento auténtico. Su libro atrapa gente solitaria, enojada, triste, fuera de lugar, y se siente inmediata y cotidiana. En su fotografía no importan los tonos oscuros o el grano de la película.
Su estilo provocó controversia, mientras una crítica de arte de la época (Janet Malcom) lo llamó “el Monet de la fotografía”, la revista Popular Photography dijo que su trabajo era el de una persona amargada delatando su odio por su país de adopción.
Su mayor legado, sigue siendo The Americans. En 2007, celebrando el medio siglo del libro, las 83 fotografías fueron exhibidas por primera vez en un festival de fotografía en China. Museos de los Estados Unidos montaron también retrospectivas de su obra.
“Mi madre me preguntó una vez que por qué sólo fotografiaba gente pobre” dijo Frank en una entrevista a la revista The Times. “No era verdad, pero mis simpatías estaban con la gente que batallaba para salir adelante y mi desconfianza con aquellos que hacen las reglas”.
Después de The Americans, Frank se volvió un cineasta contracultural, muy cercano al movimiento Beat. Experimentó con Polaroids y otros formatos y realizó cortometrajes (y un puñado de películas). La crítica de cine del New York Times, Manohla Dargis lo llamó “uno de los más importantes e influyentes cineastas independientes de la segunda mitad del siglo veinte”. Pero lo cierto es que su obra, fuera de su icónico libro, no es tan conocida.
Frank fotografió la portada de Exile on Main Street de los Rolling Stones y fue comisionado por la banda para hacer un documental de la gira de promoción del álbum. La película “Cocksucker Blues”, sin embargo, fue rechazada por los Stones que llevaron a Frank a juicio para prohibir que se exhibiera. El documental mostraba a la banda y sus groupies tomando drogas y con reventones de sexo grupal. La película se enlató.
“El tipo de fotografía que yo hacía ya no existe. Es anticuado” declaró Frank a The Guardian en 2004. “Ya no tiene caso, ni me produce ninguna satisfacción. Hay demasiadas imágenes hoy en día. Es abrumador”.
