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La élite en el WEF, “acorralada” para recibir a Donald Trump
Corrían las 2:24 de la tarde en el Centro de Convenciones de Davos, que anualmente recibe a más de 3,000 líderes de negocios, políticos y académicos en el Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés).

Donald J. Trump President of the United States of America Office of the President of theUnited StatesUSA arrives at the Annual Meeting 2018 of the World Economic Forum in Davos, January 25, 2018.Copyright by World Economic Forum / Greg Beadle
Davos, Sui. Corrían las 2:24 de la tarde en el Centro de Convenciones de Davos, que anualmente recibe a más de 3,000 líderes de negocios, políticos y académicos en el Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés).
Guardias de seguridad vestidos de negro orillaban a la gente en actitudes poco convencionales para este encuentro que se distingue por favorecer la convivencia casual de los mandatarios con los dueños y directivos de multinacionales, que son quienes mueven las fortunas que hacen crecer a las economías, congregados siempre en enero, a convocatoria de Klaus Schwab, fundador del WEF.
No, nunca se había visto que extendieran vallas de seguridad en estos pasillos a, donde sólo tiene acceso la élite económica del mundo.
Ni con el paso de príncipes y reinas, de líderes religiosos o de grandes personajes de la historia que han llegado hasta este Foro, se había hecho tal acorralamiento de la élite.
Todos se preguntaban con azoro si esta marginación temporal a los hombres más ricos y poderosos del planeta tenía que ver con la llegada de Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Así fue.
Más de 20 minutos de espera y sin poder cruzar a la Healthy Lounge, donde habían quedado de encontrarse una funcionaria del WEF y un empresario.
Ante la expectativa de los improvisados marginados, se mueve gente por el pasillo despejado. Hombres y mujeres vestidos de negro que llevan portafolios y libros en sus manos avanzan rumbo a las escaleras.
Abren una valla lateral a Klaus Schwab, quien sale al encuentro de Trump, y un par de fotógrafos, quizá de la Casa Blanca, comienzan a caminar hacia atrás, por ese pasillo libre de la “gente común” que suele ir y venir en el foro económico.
Allá, a no más de 20 pasos, se distingue entre los hombres de negro, una cabellera rubia, casi dorada.
Entra a paso firme y se detiene a firmar la hoja blanca de una mujer que, entre el público, le llama.
Trump levanta entonces la mano derecha donde carga el libro God and Donald Trump, y provoca el regreso de sus guardias de seguridad para solicitarle que siga su paso.
No había aplausos, ni emoción por su entrada. Sólo sorpresa y gestos de desprecio contenidos por parte de un par de camarógrafos que debían grabarle desde arriba.
El improvisado acorralamiento de la élite en Davos se mantiene unos minutos más. Los suficientes para que el presidente de Estados Unidos se detenga ante una cámara para decir: “Me siento muy bien de estar aquí. Estados Unidos se encuentra muy, muy bien, y continuaremos muy bien. Contentos de tener un par de días muy emocionantes por aquí”.
Levanta la mano en señal de despedida y es conducido por unas escaleras a la sala de los mandatarios, donde iniciaría su primer encuentro con los líderes de Davos.
Conforme avanza a las escaleras se deshacen las vallas y una delegada de India nos muestra la selfie que logró tomarse el día anterior con un sonriente Emmanuel Macron, presidente de Francia. Detrás de Trump, avanza la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, quien acudirá a su encuentro, sin despliegue de seguridad alguno.
Es el tercer día de trabajos del Foro Económico 2018, edición que marca varios datos históricos en su almanaque, tras haber congregado a 60 mandatarios; después de haber incrementado a 21% la participación de mujeres entre los líderes asistentes, y en donde por segunda vez en la historia, llega un presidente de Estados Unidos, que en un hecho sin precedentes, margina a la élite económica y financiera del centro de esquí alpino.