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Capital Humano

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Balance vida-trabajo: Seis años de buenos deseos y poca legislación

Aunque con la aprobación del proyecto para reconocer el Día Nacional del Balance Trabajo-Familia se prometieron cambios enfocados en este aspecto, en seis años se ajustó poco. Lo que sí avanzó, es el desequilibrio entre la vida laboral y personal.

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A pesar del reconocimiento oficial que le dio el Estado a la importancia del balance vida-trabajo, poco se ha avanzado en regulación.FOTO: SHUTTERSTOCK. 

Gerardo Hernández

“Se dará inicio a promover una serie de estudios, diagnósticos, en su caso propuestas concretas y también mejoras a lo ya iniciado por el Gobierno Federal en esta materia”. Eso se expresó en el dictamen del 2019 con el cual se reconoció el 1 de junio como Día Nacional del Balance Trabajo-Familia

Desde esa fecha, México ha conmemorado seis años continuos cada primer día de junio la importancia de un equilibrio entre la vida laboral y el tiempo destinado a la familia. Pero sólo eso, los cambios legislativos esperados con el reconocimiento cívico siguen sin llegar.

“Visibilizar la realidad de muchas familias mexicanas nos permitirá sensibilizarnos como sociedad para así generar conciencia y acción y desde el ámbito legislativo encontrar mecanismos que fomenten un marco jurídico que dé paso a buenas prácticas en materia de conciliación de vida familiar y laboral”, se prometió en el dictamen.

Si bien la NOM-035 considera el desequilibrio entre la vida laboral y personal como un factor de riesgo psicosocial en el trabajo, poco se ha avanzado en la materia en la Ley Federal del Trabajo (LFT), de los últimos cambios realizados a la legislación laboral, los más cercanos, fueron el derecho a la desconexión digital que se incorporó con la reforma de teletrabajo, y el incremento de los días de vacaciones.

A decir de Jorge Gutiérrez Siles, consultor senior de Kaysa Salud y Bienestar, el reconocimiento del Día Nacional Balance Trabajo-Familia sin acompañamiento de reformas integrales y políticas públicas, poco ha impactado en un cambio real.

“En términos de resultados no nos ha servido mucho. Es un buen paso visibilizarlo, pero si esa visibilidad no se acompaña con instrumentación y enfoque de resultados, no se ven los beneficios esperados. El problema es que el tiempo avanza y los números crecen en enfermedades físicas y mentales, causadas porque no hemos corregido muchos elementos de la organización del trabajo”, opina el especialista.

A pesar del reconocimiento que le dio el Estado mexicano a la importancia del balance vida-trabajo, el país no tiene una buena posición global en la materia.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el 41.7% de la fuerza laboral de México tiene un desequilibrio entre la vida personal y laboral, una de las economías con mayor proporción de personas sin balance vida-trabajo, sólo por debajo de Filipinas (43.2%).

La interferencia en la relación trabajo-familia es uno de los factores de riesgo psicosocial más altos en las empresas, principalmente en las compañías de capital mexicano, afirma Marisol Vásquez, coordinadora en México del Hub de Psicología de Affor Health.

“Va muy alineado con el contexto mexicano, el país tiene una jornada laboral extensa y de los países donde más horas se trabaja, pero con bajos niveles de productividad y bienestar. Continuamos atrapados en una cultura donde se valora el presentismo que la producción con eficiencia y salud”, señala.

Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), los mexicanos tienen en promedio 13.5 horas al día para el ocio y el cuidado personal, eso incluye el tiempo destinado para dormir y la alimentación.

En tiempo para el ocio y cuidado personal, México se ubica en el lugar 39 de una lista de 41 países, sólo por arriba de Colombia y Costa Rica. En buena medida, destaca la OCDE en su Índice para una Vida Mejor, esto se debe a las jornadas de trabajo extensa que caracterizan a la fuerza laboral mexicana.

“En nuestro país el equilibrio entre trabajo y familia aún se percibe como una concesión y no como un derecho. Y no sólo esto permee a nivel empresarial, sino legislativo”, expone Marisol Vásquez.

En la actual legislatura se han tenido algunos esfuerzos por avanzar en regulaciones vinculadas con el derecho al balance vida-trabajo.

Las propuestas han transitado por reconocer el balance vida-trabajo y la desconexión digital como principios de trabajo digno en la Ley Federal del Trabajo, permitir a los papás y mamás trabajadoras empatar sus vacaciones con las del calendario escolar, y prohibir prácticas que generen estrés laboral, como la disponibilidad total.

NOM-035 no es suficiente

Desde la perspectiva de Jorge Gutiérrez, la NOM-035 aunque fue un buen paso, no es suficiente para cambiar esta realidad. “Nos hace falta más enfoque de resultados. Hoy la verificación de la norma es documental, pero debe haber una forma de exigir a las empresas disminuir riesgos. Si no hacemos esto, nos convertimos en generados de trámites administrativos”.

Para el especialista, hay mucho en política pública que se puede mejorar, principalmente en la exigencia de resultados, pero también con reformas integrales que no regulen de manera aislada los factores de riesgo psicosocial.

Si bien hay la política pública recae en el Estado, las empresas también tienen un rol en diseñar estrategias generales para su población trabajadora, “pareciera que trabajamos fraccionadamente”, considera.

“Cada empresa debe saber en qué debe invertir para disminuir los factores de riesgo y que les genere un retorno de inversión y una mejora de salud para sus colaboradores, pero eso no está haciendo. La Norma 035 tiene tres verbos: identificar, analizar y prevenir. Hemos avanzado en el primero, sólo en la identificación, en el análisis nos perdemos y en la prevención, los resultados hablan por sí solos, en lugar de reducir las cifras, se han incrementado.

Según el Reporte de Salud Mental 2025 de Grupo Axa, el 82% de los mexicanos reconoce que el burnout les afecta en su vida diaria. De acuerdo con los hallazgos, el estrés laboral ocasiona en promedio 2.7 impactos negativos en la vida personal de los trabajadores, entre los cuales destacan la dificultad para dormir, la baja capacidad de concentración o el deterioro de las relaciones interpersonales.

Por otra parte, el informe Impacto del estrés laboral en los colaboradores de OCC evidencia que en un año incrementó la percepción de burnout en los empleados. Al menos seis de cada 10 personas consideraron que en el último año creció su nivel de estrés por trabajo.

El home office tiene un lado B

Si bien el home office acelerado en la pandemia permitió que más personas pudieran tener más tiempo de calidad con su familia, la implementación acelerada e improvisada generó en muchos casos un efecto contrario, opina Marisol Vásquez.

“En muchos casos más allá de generar equilibrio, acentuó hiperconectividad y desequilibrio. Si bien el trabajo desde casa ha permitido ahorros de tiempo en el traslado, ese tiempo se invierte en el trabajo”, expone.

Para la especialista, parte del reto del balance vida-trabajo pasa por las políticas públicas y la legislación, pero también por un cambio cultural.

“Más allá de la obediencia, estamos en una era de autoexplotación y autoexigencia, y ya no es las cargas que un jefe te imponga, sino la autoexigencia más allá del límite, sin descanso, sin pausas, desatando fatiga, ansiedad, burnout o enfermedades crónico-degenerativas”, puntualiza.

Balance vida-trabajo, responsabilidad compartida

Para Patricia Debeljuh, directora del Centro Conciliación Familia y Empresa (CONFyE) de la IAE Business School, el balance vida-trabajo es una “responsabilidad compartida”. Por un lado, las personas tienen la decisión para elegir dónde, cómo y cuándo quieren trabajar, pero también hay un papel de los empleadores en acompañar al talento en su vida fuera de la empresa. Y esta corresponsabilidad es importante frente a los cambios tecnológicos.

“Ya no es como antes que el trabajo terminaba cuando se cumplía el horario laboral y la persona se iba a su casa, ahora cualquier jornada laboral se extiende con el uso de la tecnología. Y por eso hay una responsabilidad compartida, si una persona no quiere tomar vacaciones, el jefe tiene que promover que las tome. Algo que también es cultural y tenemos que combatir, es el workaholic, porque a largo plazo, termina enfermando”, afirma.

El balance vida-trabajo es importante porque son los dos campos donde más tiempo pasan las personas, y aunque ambos mundos pueden competir, “hay que tener claro en que la persona es única y se desarrolla en los dos ámbitos, y necesita un desarrollo armónico en los dos, y entender que el desarrollo en un ámbito nos enriquece en el otro mundo”.

Patricia Debeljuh puntualiza que las investigaciones confirman que sólo el 20% de los problemas familiares se reflejan en el mundo laboral, pero el 80% de los problemas en el trabajo se llevan al hogar. “En ambos casos las familias sale perdiendo, porque es el gran colchón que tenemos y amortiguan esas tensiones”.

Gerardo Hernández

Periodista especializado en políticas laborales, indicadores de empleo, futuro del trabajo, desarrollo de carrera, recursos humanos y salud laboral. Actualmente es editor de Capital Humano y coconductor del podcast Coffee Break.

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