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Arte e Ideas

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Viviendo fuera de lugar

La publicación de Hernán Casciari pertenece al mundo editorial pero sigue las reglas del comercio digital.

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Qué gozo debe ser meter un gol en orsai -en lengua argentina y futbolera off-side se convierte en orsai - y que el árbitro no se dé cuenta.

Así me siento yo desde que llegó a mí la revista Orsai. Una revista que tiene más de 200 páginas, pesa más de medio kilo y, como la describe su editor, Hernán Casciari en su editorial, es un objeto con el que cada uno de los que la compramos tiene una historia íntima mucho tiempo antes de tenerlo en las manos.

Es un antes y un después suspendido, eso de estar en orsai. Un pie adelante y el árbitro te pita y se acabó, pero un hombro atrás y es gol.

La revista Orsai es un-hombro-atrás-un-pie-adelante. Es una revista impresa que existe gracias a Internet. Pertenece al mundo editorial pero sigue las reglas del comercio digital. Tiene cómodamente un pie puesto a cada lado de la barda fronteriza, casi como si no hubiera nada en medio.

Pero es todavía más: es lo que está más allá de la frontera. Es un nuevo reino donde del el aire es más limpio, la gente es más feliz y los sentimientos son más puros. Así de bonito. Y así de irreal. Al menos así me parecía a mí hace 5 meses cuando, por casualidad, leí la columna de ese tal Hernán Casciari en el diario El País.

Renunciar para no renunciar

Ese tal Casciari, un argentino que para más inri vive en Barcelona, usaba su espacio privilegiado (porque, como puede confirmar cualquier escritor de habla hispana, o de cualquier otra habla, escribir en El País es un privilegio, un sueño) para, llanamente, entregar su renuncia.

Casciari, el muy fresco, se atrevía a decir que estaba harto de ver como su columna se iba achicando: achicándose en espacio, porque había que cederle párrafos a los anuncios, y achicándose en contenido, porque resulta que ahora hay que cuidar si Gran-Señor-Fulano se siente aludido y en una de ésas le retira su apoyo al diario.

Ya no más, decía Casciari en esa columna. Ya no más escribir en medios donde lo que menos importa es el contenido porque en realidad lo que importa cada vez menos son los lectores. Desde su perspectiva, escribir para un diario ya cada vez se parecía menos a escribir, cada menos a esa magia de tener algo que decir a gente que quiere leerlo, y cada vez más a una pelea a muerte con editores en jefe y anunciantes.

Así que Casciari renunció a El País para no renunciar a escribir. Decidió una locura: diseñarse su propia revista para escribir cuanto y como se le diera la gana, y publicar a otros que como él quisieran volver a ser leídos de verdad.

Qué bonito eso: leer de verdad, escribir de verdad. Después de leer lo de Casciari seguí de cerca su proyecto en su blog. Me sentía emocionada, intrigada. ¿Y si el truco le salía?

Pero en la era en que los medios impresos desaparecen no solo por el cambio tecnológico, también por el cambio en las ideas editoriales (seguramente el lector lo ha notado: cada vez menos textos largos y cada vez más encuestas, datos duros e inservibles, escándalos, preguntas bobas: ¿Y usted qué opina, señor Secretario, bóxers o trusa? ) soñar una publicación totalmente a contracorriente me sonaba a desplante quijotesco.

Desde ahora, puros goles en orsai

Mea culpa: yo no creí en Orsai de inmediato. Apliqué la de Santo Tomás: hasta no ver, no creer. Pero irremediablemente quedé prendada del poco a poco de ese desplante quijotesco, contado en el blog convertido en redacción de Hernán Casciari.

Casciari se llevó desde Buenos Aires a su mejor amigo, el Chiri, para que fuera su coeditor, y luego, porque lo dos extrañaban las pizzas argentinas, se llevaron a Barcelona, con todo y horno, a su amigo el Comequechu para que les hiciera pizzas mientras trabajaban. La historia personal de los editores se fue convirtiendo en parte sustancial de la revista: Orsai era sus recuerdos de adolescencia en el barrio de Mercedes y sus esposas recordándoles que la literatura está muy bien pero que también hay que dar el gasto.

Durante esos meses nació una revista, una empresa y sobre todo una comunidad porque uno sentía que esos tipos te caían bien y que lo que estaban haciendo era bueno. Leer el blog era como pasar a tomarse una cervecita con ellos y hablar de lo importante: literatura, futbol, queso mozzarella.

Y empezaron a pedir Orsai desde todos los rincones donde se hablara español. Y empezaron a mandarla cualquier lugar en donde hubiera alguien dispuesto a comprarles 10 ejemplares. Le pusieron precio: el equivalente a 15 periódicos de domingo ($160 en México). Y la vendieron sin ningún intermediario entre ellos y el lector, sin anunciantes, sin agentes literarios, sin más voceadores que los retweets, los facebookazos y las entradas del blog.

10, 080 ejemplares se publicaron del número 1 de Orsai, vendidos todos de antemano a una comunidad creciente de lectores que creyeron sin ver. Y yo, que compré el número 10, 079 porque todo escéptico necesita documentar su decepción.

Me siento arrepentida de no haber sido más crédula y no haberles contado a ustedes de Orsai antes, para conminarlos con urgencia a que compraran el número 1. Si lo hicieron, los congratulo por ser menos cínicos que yo.

Porque aquí estoy, conmovida por esta revista perfecta. Tiene una crónica de Juan Villoro sobre su padre, Luis. Otra de Hernán Iglesias Illa sobre una liga de futbol amateur en Brooklyn, Nueva York. Un cuento de Rafa Fernández y otro de Nick Hornby. Y otros 8 textos maravillosos que van de un reportaje íntimo sobre ETA vista por un joven vasco pasando por una deliciosamente larga reseña de la serie Mad Men y una crónica sincerísima de un bypass gástrico escrita por una gordita que lo que más quiere en el mundo es ser flaca.

Orsai es del mejor tipo de material de lectura, de esos que necesitas compartir con las personas a las que más quieres y respetas, de esos que dan para platicar horas y que después citarás en las conversaciones con los amigos.

Lo mejor es que una revista que respira amor. Está hecha con el cuidado que uno ya solo encuentra en los gestos de los enamorados. Estoy enamorada yo también, pero ojalá esto no sea solo cosa de la primera cita.

Lo que de verdad importa de todo esto es que ya viene segundo número de Orsai en abril. Yo que ustedes iba apartando un ejemplar en www.orsai.es

Dato

Tiene una crónica de Juan Villoro sobre su padre, Luis. Otra de Hernán Iglesias Illa sobre una liga de futbol amateur en Brooklyn, Nueva York. Un cuento de Rafa Fernández y otro de Nick Hornby.

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