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Arte e Ideas

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Bellas Artes se rinde ante Muti

La Orquesta Sinfónica de Chicago, dirigida por el perfeccionista Riccardo Muti, no solo abarrotó el Palacio de Bellas Artes y su explanada, sino que su virtuosismo fue ampliamente aclamado.

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Notable resulta la manera en que la Orquesta Sinfónica de Chicago acomete la ejecución de las piezas, el dominio de los instrumentos, el alma que pone en su interpretación y la simbiosis asombrosa que logra con su director, Riccardo Muti. Los pasajes de las dos piezas del programa fueron muy cuidados, ejecutados con brillantez y soltura, sin precipitación ni retardo. En su concierto del miércoles 10 de octubre en Bellas Artes estuvimos ante una magnífica orquesta y uno de los mejores directores del mundo.

La Sala Principal estuvo a tope, con todos los boletos vendidos desde dos días antes. Público al que se deben agregar alrededor de cuatrocientas personas que presenciaron el concierto en la explanada del Palacio frente a una pantalla gigante, según informaron los técnicos encargados de la instalación de estos aparatos electrónicos. En lo que constituye una buena medida por parte de las autoridades culturales para sacar la música de este recinto hacia públicos más amplios.

A pocos compositores hemos visto plantarse con tanto aplomo frente a una orquesta y hacerla sonar con esa excelsitud. Esta vez el Palacio casi se viene abajo por los bravos lanzados a Riccardo Muti y a la Orquesta Sinfónica de Chicago, y por los aplausos que se prolongaron a lo largo de varios minutos. Porque generalmente en una orquesta todos los músicos pueden leer una partitura, pero no todos son virtuosos. Y la característica de este ensamble americano es que la mayoría, si no es que todos, lo son… Son virtuosos en el sentido preciso de la palabra, como aquellos portadores de la virtud.

En el marco de la 40 edición del Festival Internacional Cervantino tuvimos oportunidad de escuchar, de César Franck, la Sinfonía en re menor, y de Johannes Brahms, la Sinfonía núm. 2 en re mayor, op. 73. Dos piezas de una arquitectura musical excepcional y admirable sensibilidad. Obras bien escogidas que integraron un programa homogéneo, armónico. Tuvimos además un auténtico postre, las delicadas, las dulces notas del encore: una pieza de Giuseppe Martucci, el Nocturno, op. 70, núm. 1, que data de 1901.

Al final, las caras de los ejecutantes instrumentistas reflejaban el sentimiento de satisfacción por su trabajo y porque tuvieron la fortuna de haber estado bajo las órdenes de un buen director. Aunque en el mundo de la música Muti tiene la fama de ser un perfeccionista y tal vez por esto en ciertos momentos hasta de autoritario.

Ricardo Muti, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2011, no sólo es un apasionado de la música sino un hombre que trae tras de si una carga de conocimientos extraordinarios sobre el arte de dirigir una orquesta. Más allá de sus referencias metafísicas a que entre dos notas habita el universo y de que después de las notas está Dios , tiene una idea muy clara de lo que debe ser la dirección orquestal. Muti ha dicho que su trabajo consiste en tomar la música del alma de los instrumentistas, los sentimientos, no las notas . Y sobre eso trabajó la noche del miércoles, labró sentimientos, los moldeó a base de sonidos y silencios, por eso apasionó de manera tan rotunda al público congregado en el recinto cultural más importante de México.

Este músico napolitano fue director de la Orquesta del Teatro alla Scala de Milán (1986-2005), puesto que tuvo que abandonar por politiquería –grillas, esa es la palabra--. Aquella vez la justificación que dieron los músicos y empleados del teatro que votaron en contra de su permanencia en la Scala fue que con él no se podían desarrollar .

También es un hombre con una idea muy clara de la ética que no puede estar disociada del arte. Recordamos que, el año pasado, en un acto de valor civil, regañó al primer ministro Silvio Berlusconi quien desde su palco veía la ópera Nabucco. Después del Coro de los Esclavos, Va, pensiero, Riccardo Muti habló para criticar la situación política de Italia: el arte y la cultura italianos –dijo-- son la mejor seña de identidad del país y si no se les cuida y protege el resultado solo puede ser el de acabar con una Italia convertida en patria bella e perduta", tal como reza uno de los versos de este coro. Palabras que se pueden trasladar a un país como el que no queremos, una patria bella y abandonada.

Por cierto, los periodistas que asistimos a este concierto a trabajar fuimos confinados, no sabemos por órdenes de quien, al tercer piso del Palacio, en galería. No se reclaman privilegios, sino solamente condiciones para hacer bien nuestra labor.

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