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Opinión

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Gutiérrez Luna y la cochinita

Mis abuelos paternos nacieron en Yucatán, incluso mi tía nació allá. Mi padre no; a principios de los años cuarenta la familia migró a la entonces México, Distrito Federal, y por eso a él le tocó ser de acá. Pero los orígenes ahí quedan, quizá por eso mi primer recuerdo del diputado Sergio Gutiérrez Luna es un video tipo entrevista noventera de MTV, con la cámara en movimiento y musica de club de playa del año dos mil, donde le hace «un Challenge a todos los amigos de Mérida» para que prueben la cochinita de Minatitlán, que, dice el veracruzano, es la mejor del mundo. El reto no solo es ridículo, es insultante: imagínese a un japonés invitando a los jaliscienses a probar el tequila de Kioto, diciéndoles que es mejor. El tequila japonés o la cochinita de Minatitlán podrán ser mejores o peores, el problema es retar al otro poniendo en duda que aquello de lo que se siente tan orgulloso y que llega a ser parte central de la cultura con la que se identifica, se hace mejor en otro lado. Gutiérrez Luna muestra actitud de matoncito (bully) de colegio. No es difícil olvidar su denuncia contra los entonces consejeros del INE, Córdova y Murayama, por, según él, prejuzgar asuntos en medios de comunicación ni su solicitud de juicio político contra la consejera Claudia Zavala, por falsear, dijo, las declaraciones del presidente sobre Xóchitl Gálvez. Así va por la vida en pos de convertirse en gobernador de Veracruz. 

Como si no bastara, el diputado Gutiérrez Luna, haciendo honor a su segundo y satelital apellido, organizó en la Cámara de Diputados una audiencia para escuchar, entre otros, el «testimonio» del señor Maussan, conocido ufólogo. Dijo Gutiérrez sobre el evento, según reporta Animal Político: «Abre un parteaguas en el sentido de que por primera vez una instancia del poder público en México, la Cámara de Diputados, realiza una audiencia pública para escuchar de primera fuente, de primera mano, a quienes han tenido experiencias de ese tipo, a quienes se han dedicado a la investigación de ese tema y también a políticos de otras latitudes» (¡uff!, qué suerte, al país le urgía escuchar la opinión de los ufólogos). Luego sostuvo el muy relativista punto de vista de que la Cámara de Diputados es la casa del pueblo y, por tanto, se escuchan todas las opiniones. ¡Santo Dios, diría mi querida abuelita yucateca!  Dostoyevsky añadiría: si Dios ha muerto todo se vale. Vean qué contradicción: el matoncito Gutiérrez pretende denunciar a la consejera Zavala por no transcribir letra por letra los dichos del presidente, a la vez que le abre la puerta a charlatanes —las momias que mostraron en la Cámara son artificios de embaucadores—.

Gracias a la política de micrófono abierto, todas las opiniones serán escuchadas por los diputados: que la tierra es plana; que fue creada en siete días hace unos miles de años; que el calentamiento global es una teoría de conspiración; que los terremotos son producto de una sonda de exploración estadounidense; que las vacunas causan autismo; que las mujeres trans no son mujeres; que la teoría de la evolución es sólo una teoría más y que debemos enseñar creacionismo, para ser democráticos; que meter a los tatuados a cárceles es solución a la violencia, como quiere Bukele, etc. Eso sí, cuando se trate de las audiencias públicas sobre la ley de ciencia, mejor apagarán los micrófonos, los científicos dicen cosas muy raras.

Si el diputado se esforzara en hacer cumplir ese párrafo de la constitución que dice «El criterio que orientará a esa educación [la pública] se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios», quizá sus hijos, cuando sean diputados, le ahorrarán a los mexicanos el patético espectáculo anticientífico, lleno de fanatismos y prejuicios, al que nos sometió el diputado, al llevar momias con cabeza de llama a la tribuna central de la discusión democrática del país. Le recomiendo a Gutiérrez Luna que se de una vuelta por Yucatán y se coma unos tacos de cochinita recién sacada del PIB, seguro el maná del cerdo pelón le dará un poco de sabiduría maya, es una opinión, cuando quiera puedo hablar del tema en tribuna. 

X: @munozoliveira

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L.M. Oliveira es escritor. Autor de "El mismo polvo" y "El oficio de la venganza". Es Titular A en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y El Caribe.

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