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Avenida Puente de Alvarado cambia de nombre, ahora se llama México-Tenochtitlan
El capitán Pedro de Alvarado es recordado únicamente por la hazaña nada gloriosa de haber brincado sobre los cadáveres de sus compañeros para salvar su vida, mencionó el investigador Federico Navarrete.
A partir de este jueves, la avenida que corre de Paseo de la Reforma a la altura del Templo de San Hipólito hasta la Avenida Insurgentes, en el centro de la Ciudad de México, aquella en la que, según interpretaciones aumentadas de las crónicas de Bernal Díaz del Castillo, el conquistador español Pedro de Alvarado, capitán de la tropa de Hernán Cortés, saltó por sobre el Tolteca acalloco o Canal de los Toltecas, que delimitaba la isla de Tenochtitlan-Tlatelolco, para salvar su vida durante la huida tras la derrota española de junio de 1520 a manos del ejército mexica, ha dejado de llamarse Puente de Alvarado.
Su nombre oficial ahora es Avenida México-Tenochtitlan. Así se hizo oficial por efectos de un acto público presidido por la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, en compañía de la secretaria de Cultura capitalina, Vannesa Bohórquez López, y del alcalde de Cuauhtémoc, Néstor Núñez López, entre otros funcionarios capitalinos.
El doctor en Estudios Mesoamericanos, Federico Navarrete Linares, profesor-investigador de la UNAM, también presente en el acto, ofreció un contexto histórico:
“Esa noche, en ese canal, murieron ahogados muchos tlaxcaltecas y españoles. También cayeron combatientes y pobladores mexicas de México-Tenochtitlan y de México-Tlatelolco. Los tlaxcaltecas perecieron porque eran los que cubrían la retaguardia y ya no alcanzaron a cruzar con el puente portátil que llevaban los expedicionarios. Los españoles, porque habían llenado sus bolsas del pesado oro que los hizo hundirse en las aguas. El capitán Pedro de Alvarado es recordado únicamente por la hazaña nada gloriosa de haber brincado sobre los cadáveres de sus compañeros para salvar su vida”.
Argumentó que los españoles sostenían que la victoria de 1521 y destrucción de la urbe era una venganza justa contra lo ocurrido un año atrás. De ahí el nombramiento de este trazado con el apellido del capitán, sobre todo como reconocimiento al ser el autor intelectual de la Matanza de Tóxcatl.
“Sí, los nombres de las calles son memoria histórica, pero también son una forma de poder. Llamar a esta calle Puente de Alvarado significó privilegiar la anécdota del escape no tan valiente del responsable de la guerra sobre la memoria de los cuerpos ahogados de sus compañeros y aliados, todos muertos por su causa (...) por eso quiero pensar que llamar esta calle México-Tenochtitlan el día de hoy, 500 años después, es una manera de cambiar nuestra memoria histórica para borrar esta arrogancia y recordar, hacer homenaje a estas víctimas anónimas del combate”.
La memoria de las ciudades no es inmutable, opinó acto seguido, y el acto de fijarla en piedra, en monumentos y placas, siempre desplaza y borra otras memorias y corresponde a acciones políticas que definen qué pasado importa más. “Por eso las ciudades, como comunidades políticas, también tenemos derecho a modificarlas para cambiar nuestra relación con ese pasado. Hagámoslo para deshacer las violencias selladas en un nombre colonialista”, concluyó.