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Sector energético frente a un entorno de transformación
La aprobación preliminar del nuevo paquete fiscal promovido por el presidente Donald Trump en la Cámara de Representantes provocó una liquidación masiva en acciones relacionadas a energías renovables.

Opinión
La última semana dejó señales contrastantes en los mercados energéticos, con movimientos significativos tanto en combustibles fósiles como en renovables. Detrás de estas variaciones se combinan factores de mercado, decisiones políticas y nuevas condiciones de riesgo que merecen una revisión más detallada.
El precio del Brent cayó por debajo de los 65 dólares por barril y el WTI se estabilizó cerca de los 61 dólares, acumulando una pérdida de más del 13% en lo que va del año.
Esto ocurre en pleno inicio del verano en Estados Unidos, una temporada históricamente alcista por el aumento en el consumo de gasolina.; sin embargo, los últimos datos de la Administración de Información Energética (EIA) muestran dos semanas consecutivas de crecimiento en los inventarios comerciales de crudo, junto con una demanda débil de destilados, incluso en la costa oeste, donde los niveles de almacenamiento alcanzan máximos no vistos en casi dos años.
A este entorno se suman tensiones dentro de la OPEP+. Kazajistán ha superado su cuota de producción por más de 350,000 barriles diarios, impulsado por la expansión del megaproyecto Tengiz, operado por Chevron.
Arabia Saudita ha advertido que podría aumentar su propia producción como medida de castigo hacia los países que no cumplen los acuerdos. A pesar de los riesgos geopolíticos en el horizonte como un posible ataque israelí a instalaciones nucleares iraníes sin el respaldo explícito de Estados Unidos, el mercado ha optado por descontar estos factores, concentrándose en la percepción de una sobreoferta estructural y en el debilitamiento macroeconómico global.
En paralelo, las energías renovables han enfrentado su mayor corrección bursátil en años. La aprobación preliminar del nuevo paquete fiscal promovido por el presidente Donald Trump en la Cámara de Representantes provocó una liquidación masiva en acciones relacionadas a energías renovables.
La legislación busca terminar de forma anticipada con los créditos fiscales contemplados en la Inflation Reduction Act (IRA), afectando directamente a proyectos solares, eólicos y de almacenamiento, al tiempo que impone restricciones adicionales a aquellos que utilicen materiales de origen chino. Esto compromete la viabilidad financiera de muchos desarrollos en curso.
Las reacciones del mercado fueron inmediatas. Las acciones de Sunrun, el mayor proveedor de sistemas solares residenciales en Estados Unidos, cayeron hasta 44% en una sola jornada.
Enphase Energy, fabricante de microinversores y soluciones de almacenamiento, perdió 19.63% y tocó su nivel más bajo desde junio de 2020. SolarEdge Technologies retrocedió cerca de 27 por ciento.
Incluso, NextEra Energy, el mayor desarrollador de energías renovables que cotiza en Bolsa, cayó 6.6% con volúmenes de operación diez veces superiores a su promedio habitual.
Desde un punto de vista técnico, algunas de estas caídas han ajustado las valuaciones a niveles históricamente bajos, aunque aún no capturan por completo el nuevo perfil de riesgo que enfrenta el sector.
First Solar, por ejemplo muestra un margen operativo del 26.20%, apoyado en una estructura verticalmente integrada y una producción nacional que le permite adaptarse mejor a los cambios regulatorios, especialmente si se endurecen las restricciones a insumos extranjeros.
En este contexto, la baja de 4.7% en su cotización parece responder más a una reacción general del mercado que a una pérdida real de competitividad.
NextEra Energy destaca con un margen operativo de 36.11%, el más alto entre sus pares, lo que confirma su fortaleza en la ejecución de proyectos renovables a gran escala; sin embargo, su fuerte exposición a desarrollos de largo plazo la hace vulnerable a ajustes normativos en etapas tempranas de construcción.
El sector energético atraviesa así una etapa de elevada incertidumbre. Los hidrocarburos están presionados por una oferta global desorganizada y una demanda estancada. Las energías limpias, por su parte, ven su futuro condicionado por decisiones legislativas y restricciones regulatorias que alteran drásticamente las reglas del juego.
En este contexto, ni siquiera los fundamentos financieros más sólidos son garantía de estabilidad bursátil. La descarbonización sigue siendo una meta estructural, pero su camino dependerá ahora tanto de la política fiscal estadounidense como del equilibrio interno dentro de la OPEP+ y del escenario geopolítico internacional.
Este entorno exige un retorno a lo esencial: evaluar la calidad y visibilidad de los flujos de efectivo, la exposición directa a subsidios, y la resiliencia frente a shocks legislativos. La selección de activos en el sector energético ya no puede basarse en promesas de crecimiento o en tendencias de largo plazo, sino en la capacidad comprobada de cada empresa para operar bajo marcos regulatorios adversos.
Es en esa diferencia entre narrativa y capacidad de ejecución donde se definirá la rentabilidad de los portafolios energéticos en este nuevo ciclo.

