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Opinión

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El peligro de la fama sin límites

En el vertiginoso mundo de las redes sociales, donde la popularidad se mide en el número de seguidores y la acumulación de "me gusta", ha surgido un fenómeno preocupante relacionado con ciertas personas que se autoproclaman "influencers".

Según el ideal positivo, los influencers son figuras que inspiran y motivan a sus seguidores con contenidos creativos y auténticos. Sin embargo, hay algunos casos donde la percepción de éxito y poder ha llevado a conductas imprudentes, violentas y, en ocasiones, ilegales.

Un inquietante ejemplo es el de Marianne N, una creadora de contenido quien se volvió noticia la semana pasada tras apuñalar a Valentina Gilabert, la nueva pareja de su exnovio.

En un acto de agresividad extrema, la chica de apenas 17 años atacó con un cuchillo a la otra joven en al menos 14 ocasiones. Mientras la víctima le suplicaba que se detuviera porque “le estaba quitando la vida”, Marianne continuó usando el cuchillo en el cuello, el torso y las manos de la joven modelo, cuyo estado de salud se reporta como delicado.

Este acto de agresividad extrema pone de relieve como las emociones descontroladas, vinculadas a la fama y a relaciones personales turbulentas, pueden conducir a decisiones devastadoras para todas las partes involucradas.

Otro caso relevante ocurrió en febrero del año pasado cuando Rodolfo “Fofo” Márquez propinó una salvaje golpiza a una mujer después de un conflicto vehicular registrado en el estacionamiento de una plaza comercial.

Aunque hay diferencias significativas en los dos sucesos violentos, Marianne es una menor de edad y Rodolfo tenía 27 años al momento del ataque. Ambos casos sugieren una desconexión preocupante entre su imagen pública y su comportamiento privado.

Se trata de conductas que alimentan la percepción de que el reconocimiento que tienen en las redes sociales, les puede proporcionar un trato distinto frente a las normas que rigen a la sociedad. Es decir, creen que la popularidad les otorga impunidad.

Desde luego, corresponde a los especialistas hacer un análisis de cada caso para determinar si existen enfermedades psicológicas en Marianne y Rodolfo, pero es evidente que ambos podrían padecer trastornos de la personalidad que se ven exacerbados por la atención de las redes.

Trastornos como el narcisismo, la necesidad constante de admiración y un sentido inflado de importancia personal podrían verse agravados por la exposición pública, alentando comportamientos impulsivos y peligrosos.

Las plataformas sociales tienen un poder inmenso para moldear la opinión pública, y cuando los influencers son vistos como modelos a seguir, sus acciones -positivas o negativas-, pueden tener un impacto directo en su audiencia. Por lo tanto, el riesgo de que la conducta de estos individuos inspire a sus seguidores es real y preocupante.

Es fundamental que tanto las plataformas como los usuarios promuevan una cultura de responsabilidad y conciencia. Los seguidores deben ser críticos con el contenido que consumen y reconocer que la popularidad no es sinónimo de virtud o sabiduría.

Pero también resulta urgente que las plataformas tomen medidas para desalentar comportamientos nocivos y fomentar reglas de comportamiento que promuevan la seguridad y el bienestar tanto de los creadores de contenido, como de su audiencia.

La popularidad en las redes puede ser efímera, pero las consecuencias de la mala conducta pueden ser permanentes. Es crucial navegar en esta nueva era digital con integridad y respeto mutuo, para asegurar que la influencia que ejercemos sobre los demás sea siempre positiva y constructiva.

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Reportera y conductora de @ADN40 corresponsal, escritora Hannia Novell a las 5 Radio 105.3 FM columnista de PoliticoMX, EjeCentral y El Economista.

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