Lectura 5:00 min
Una mirada predigital al fenómeno Oasis

Opinión
A juzgar por lo que vemos, el regreso de Oasis a los escenarios está permitiendo a los asistentes volver a sentir ese sentimiento predigital de estar juntos en medio del animoso y vigorizante calor de un espectáculo en vivo con amigos y gente que comparte un mismo gusto.
Y es que la banda ha dejado la tercerización audiovisual de los smarphones en un segundo plano en un verano marcado por un Enrique Bunbury que regañaba a un fan por estar presenciando el concierto a través de una pantalla, por un provocativo Andrés Calamaro cancelando y cancelado por apoyar la tauromaquia; un Maluma regañando a una asistente por llevar al concierto a un bebé de un año, exponerlo a niveles inhumanos de decibelios, así como por un Natanael Cano golpeando a su técnico y destruyendo su herramienta de trabajo (pieza fundamental en el desarrollo de su espectáculo), por una supuesta falla de sonido.
Oasis en cambio, decidió dejar las riñas y los golpes en casa para salir al escenario a hacer lo que mejor sabe hacer: tocar para un público que los recibe con singular alegría y participación desde el minuto uno. Un público para el que recordar sí es volver a vivir.
Durante los últimos 25 años, el acto cultural de asistir a conciertos masivos ha experimentado una transformación profunda y multifacética, no solo en la oferta musical y tecnológica, sino también en la forma de componer, en la actitud de los intérpretes y en el comportamiento del público. Para este último la música en vivo sigue siendo un catalizador de emociones colectivas, ya sea de forma presencial o semipresencial debido a que la tecnología de ahora determina cómo se vive el espectáculo y qué significa formar parte de una multitud musical.
Una mirada predigital a este fenómeno sociocultural de la música en vivo nos lleva a considerar la evolución demográfica, la diversidad de géneros musicales, la globalización de medios y al mismo tiempo de contenidos. Considérese que a finales de los años noventa el público de conciertos masivos en muchas regiones del mundo solía ser homogéneo, y si bien predominaban jóvenes, adultos y seguidores de géneros específicos, había también comunidades relativamente cerradas en cuanto a gustos y preferencias musicales. La apertura de fronteras culturales, la democratización tecnológica de la música, el desarrollo del contenido audiovisual por internet detonaron un cambio notable en la diversidad generacional, étnica y de identidad en la escena musical.
Hoy podemos ver una agradable intergeneracionalidad en conciertos de legendarias figuras como Paul McCartney, Madonna, U2… Al mismo tiempo, una mayor inclusión de personas con ciertas discapacidades, espacios adaptados, intérpretes de lengua de señas y campañas de concienciación para erradicar actitudes discriminatorias. Asimismo, la emergencia de géneros -antes periféricos-, como el K-pop, el reggaetón o los sonidos electrónicos. Su público ha crecido notablemente permitiendo que usuarios de distintos orígenes y nacionalidades compartan escenarios y vivencias.
Podemos decir que la música en la era de su distribución electrónica modificó de forma radical la manera en que se vive y registra la experiencia de los conciertos masivos. Atrás quedaron las cámaras fotográficas y los autógrafos. Los dispositivos móviles, las redes sociales y la transmisión en tiempo real cambiaron la interacción entre el público, entre este y los artistas y el de estos con el mundo entero, en grado tal que la conectividad virtual de los conciertos trascendió los límites físicos de los recintos, alterando la atmósfera de consumo audiovisual de los eventos y la manera en que es percibido el público.
Este hoy busca participar activamente, ya mediante flashmobs, ovaciones organizadas, campañas para influir en los repertorios de las bandas y en el escenario mismo si se puede. Además de la conversación que puede generar en redes sociales capaz de modificar la percepción y éxito de un espectáculo.
Oasis convoca a quiene comenzamos a escuchar música a través vinilos, casets y discos compactos, hasta quienes comenzaron a consumir música comprimida y quienes llegaron a la música por suscripciones a plataformas. Esta banda atraviesa todas las etapas de la industria discográfica, nos viene a demostrar que el valor de esta es la suma de la experiencia personal de escucha, la fiesta compartida y el ritual de la presencialidad que sigue siendo insustituible.
Oasis entendió que el smatphone era una condición inevitable en su regreso y estableció un formato en el cual aprovecha la euforia de los asistentes para llevarlos a compartir algo más que una experiencia digital comprimida.
