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la lógica detrás de la locura

Opinión
Hay que parar de decir que Donald Trump está loco, enfermo de poder o es un tirano fascista. Por supuesto que lo es y ha dado suficientes pruebas de ello, pero detrás de las amenazas expansivas (Groenlandia, Canadá, Canal de Panamá, Gaza), la guerra comercial a escala global (México, Canadá, China, Unión Europea) y de seguridad que ha desatado hay razones económicas y comerciales.
Estados Unidos tiene un fuerte déficit comercial con varias naciones y el nivel de vida de sus habitantes se ha deteriorado. Hay grandes sectores de su población que están inconformes y hasta frustrados. El gran sueño americano se está desvaneciendo y alguien debe tener la culpa. A bordo del tren de los posibles culpables viajan Biden y los demócratas, la “cultura woke”, los programas DEI y los migrantes ilegales, los “aliens mexicanos”, sean de Guatemala, Honduras o de cualquier lugar que esté al sur de la frontera.
Los comunistas ya no existen como peligro potencial para Estados Unidos así que durante los últimos años se ha machacado por los políticos conservadores la idea de que los migrantes “ilegales” les quitan empleos a los norteamericanos y son un peligro en términos de seguridad, ambas cosas falsas.
De igual manera, alguien debe tener la culpa de la crisis de fentanilo que ha cobrado cientos de miles de vida en los últimos cinco años. La culpa de los cárteles mexicanos es correcta, pero solo es la mitad de la historia, la otra mitad es el consumo, las farmacéuticas y una débil política de desaliento a las adicciones. Es decir, la otra mitad de la culpa la tienen en Estados Unidos.
Ligar a los cárteles con la migración “ilegal” era lógico y eso hace a nuestro país un blanco especial. México ha cometido tres pecados: fuente de las drogas, paso de migrantes y un déficit comercial en contra de Estados Unidos.
Donald Trump aparece como el gran salvador blanco, macho, misógino y sin miedo a proclamar “verdades”, es el líder natural de los conservadores y ultraconservadores, es el representante de una generación que vio a un Estados Unidos siendo la potencia mundial por excelencia, pero también es un outsider de la política ineficiente de Washington, al menos así lo perciben muchos de sus votantes.
Trump sabe que su país declina en muchos terrenos, pero también sabe que conserva intacto su poderío militar y su enorme mercado, tan apetitoso para economías como las de sus socios comerciales y el resto del mundo. Estas son sus armas de negociación.
El T-MEC tal y como terminaron de negociarlo Trump y López ha sido un error para Estados Unidos, según el hombre naranja. Años después de su entrada en vigor, el déficit comercial con México, China y Canadá ha aumentado. Luego entonces, se equivocó en su primer periodo al presumir que era el mejor tratado comercial de la historia. Pero el magnate no se va a corregir a sí mismo por eso replantea la negociación como una especie de subsidio que le dan los buenos norteamericanos a países como los arriba señalados.
Esto es, hay que decirlo, una renegociación, pero buscando que sea desde una situación de poder favorable a los EUA. Esta es la lógica detrás de la locura. Hay que recordar que toda guerra ideológica también es una guerra comercial y económica.
La amenaza de imponer aranceles a México pasó por señalar una alianza con los cárteles de la droga. Hay que leer lo que entre líneas hay en esta acusación: se está señalando a López Obrador en específico con su política de “abrazos, no balazos”. Finalmente, cuando AMLO decía que las campañas en su contra acusándolo de ser un narcopresidente le hacían “lo que el viento a Juárez”, se equivocaba. Gran parte de los mexicanos y muchos políticos norteamericanos lo creen. Esto está explotándolo Trump.
Desde luego, la acusación velada contra AMLO hizo sonar las alarmas en Palacio Nacional. El gobierno de Claudia puede aceptar muchas imposiciones: agentes norteamericanos en nuestro territorio, aviones espías, barcos militares frente a las costas mexicanas, cesión en temas energéticos y agropecuarios (transgénicos y glifosato), militarización de las fronteras, ser el tercer país seguro otra vez, pero nunca nada que toque el prócer del movimiento. Ahí sí. Patria o muerte.
Por el lado de Trump es claro que está utilizando argumentos ideológicos para mejorar la situación comercial y económica de su país. Pero el problema es que las ideologías tienen vida propia, se extienden y echan raíces profundas en los pueblos. En Estados Unidos hay un ambiente de persecución y castigo en contra de los migrantes y todos los que lo parezcan, en contra de quienes reivindican derechos en las comunidades LGBT+ y contra los avances de los últimos 60 años. Esta será la herencia de Trunp.