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Opinión

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La Cultura de la Paz, Semana Santa y Desapariciones Forzadas

“Mis compañeras y yo te buscábamos y llorábamos juntas, nos abrazábamos.” Luz Salas, madre buscadora.

Lamentablemente no se espera del crimen organizado un cese a las desapariciones de personas durante la Semana Santa. Por lo tanto, es previsible que alrededor de 280 individuos desaparezcan durante este lapso, y una cantidad similar durante la Semana de Pascua. ¡Cuidado!

La Semana Santa coincide con numerosas expresiones de religiosidad popular en el mundo. Este tiempo de reflexión nos invita a recordar valores esenciales como la justicia, la fe, la esperanza, la paz y la bondad, cuya vigencia se torna aún más apremiante ante las crisis global, nacional, comunitaria y familiar que enfrentamos. Paralelamente, la Pascua judía evoca la liberación de la esclavitud, un anhelo que hoy se traduce en la necesidad de recuperar la tranquilidad arrebatada por la creciente violencia.

La pérdida de credibilidad y confianza del oficialismo, a pesar de la popularidad de la mandataria, tiene serias implicaciones a nivel nacional e internacional. En el extranjero, la percepción es alarmante: Estados Unidos considera que "México, desde hace años, pero especialmente ahora, está dirigido por los cárteles". Esta preocupación se ha materializado en la inclusión de seis grupos delincuenciales mexicanos en la lista de grupos terroristas, que son un riesgo para la seguridad nacional estadounidense. Adicionalmente, el Comité de la ONU contra la Desaparición Forzada ha iniciado un procedimiento para establecer si este crimen es generalizado y sistemático en México, por orden de su presidente. Este comité, encargado de supervisar la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas Contra las Desapariciones Forzadas de la que México forma parte, podría convocar a una sesión especial de la Asamblea General de la ONU para abordar la situación en el país.

Es inaceptable que el oficialismo, exhibiendo su habitual ignorancia, prepotencia y vocación de mentir, con el respaldo de la titular de la CNDH, pretenda negar la creciente influencia del terrorismo mexicano que se manifiesta, entre otros horrores, en la desaparición forzada de personas en cada vez más zonas del país.

Mientras los criminales desaparecen a sus víctimas, el oficialismo presume un supuesto descenso en el número de homicidios. El número de personas desaparecidas durante el primer semestre del actual gobierno ascendió a casi ocho mil, es decir el doble de las desapariciones ocurridas durante el primer semestre de la administración anterior.

Es importante comprender el significado de la desaparición forzada, también denominada desaparición involuntaria. Este delito complejo constituye una grave violación de derechos humanos y, en ciertos contextos, puede considerarse un crimen de lesa humanidad. Tipificado en instrumentos internacionales y en la legislación penal de diversos países, la desaparición forzada se define por la privación de libertad de una persona, cualquiera que sea su forma, perpetrada por agentes estatales o por individuos o grupos que actúan con su apoyo, autorización o aquiescencia. A esta privación le sigue la negativa a reconocerla o a informar sobre el destino de la víctima, con la intención de sustraerla de la protección de la ley.

El artículo 27 de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares de México define el delito de desaparición forzada de personas en términos similares a la Convención previamente citada. Según este artículo, incurre en dicho delito el servidor público o particular que, con la autorización, apoyo o aquiescencia de un servidor público, priva a alguien de su libertad y luego se niega a reconocerlo o a dar información sobre su paradero.

Resulta imposible ignorar que la política de seguridad pública de "abrazos no balazos", adoptada por la 4T, ha significado la tolerancia del gobierno hacia la delincuencia organizada, permitiéndole operar impunemente. En este contexto, las desapariciones de personas en México son, de facto, desapariciones forzadas y crímenes de Estado, perpetrados con la aquiescencia e incluso la complicidad de autoridades policiales en sus diferentes niveles.

Por tratarse de un delito permanente o continuo, el crimen continúa siendo cometido hasta que se revela la suerte o paradero de las personas, prolongando y amplificando el sufrimiento que se causa a familiares o allegados que las buscan.

La paz, entendida como un estado de tranquilidad, concordia y armonía tanto a nivel social como individual, jamás se alcanzará mediante la inquietud, la guerra o las desapariciones de personas. La violencia, por su naturaleza destructiva, es un obstáculo insuperable para la paz.

A nivel global, la cultura de la paz exige sociedades que prevengan y gestionen eficientemente los conflictos y la violencia. En este contexto, el procedimiento del Comité de la ONU contra la Desaparición Forzada en México representa una oportunidad para presionar al oficialismo, posiblemente con respaldo internacional, a combatir este fenómeno destructivo que erosiona el tejido social y a abandonar su aquiescencia ante el crimen organizado. En un mundo donde la concordia, cualidad cercana a la bondad, se debilita peligrosamente, esta acción adquiere mayor relevancia.

La trivialidad de la vida cotidiana y, sobre todo, el pánico ante la creciente brutalidad, como las desapariciones forzadas que azotan a cientos de miles, desplazan y oscurecen la bondad.

Deseamos que esta Semana Santa sea disfrutable y transcurra en paz.

*El autor es abogado, negociador y mediador.

Contacto: X @Phmergoldd

mediador.negociador@gmail.com

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