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Opinión

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¿Votar o manejar?

El rey Abdullah de Arabia Saudita decidió abrir una válvula de escape: le otorgó a las mujeres el derecho a votar y ser votadas en las elecciones del 2015.

Para muchas mujeres en el mundo (y afortunadamente para todas en México) ir al mismo restaurante que los hombres (salvo algunas cantinas, claro), al mismo banco que los hombres, al mismo gimnasio que los hombres, ejercer la misma profesión, manejar un coche, moverse libremente por el país, salir y entrar también libremente, tener su propio negocio, votar y ser votadas es una posibilidad. Pero no para las mujeres sauditas. Ellas requieren de un chaperón masculino o mahram para realizar muchas de estas actividades o simplemente no las pueden llevar a cabo.

En Arabia Saudita, así como en el resto del mundo árabe, se ha ido acumulando la presión para generar sociedades más democráticas y liberales. Igualmente, se ha fortalecido el movimiento en favor de los derechos de las mujeres. En varios países árabes la presión ha sido tal que ha dado lugar a cambios fundamentales en sus gobiernos. El rey Abdullah, de Arabia Saudita, decidió abrir una válvula de escape: le otorgó a las mujeres el derecho a votar y ser votadas para las próximas elecciones que se llevarán a cabo en el 2015. Se le hizo más fácil otorgar (no reconocer) el derecho al voto que abrir la posibilidad de que obtengan licencia para manejar, por ejemplo. Quizá sea porque la libertad para transitar solas sea más riesgoso que votar o ser votadas al Consejo Consultivo. Muy probablemente, el Consejo Consultivo del rey sea sólo una pantalla porque las decisiones fundamentales siguen siendo su prerrogativa. Digamos que abrió la válvula menos costosa para el régimen.

Sólo dos días después de la noticia del otorgamiento del derecho al voto, una Corte saudita sentenció a una mujer a 10 azotes por cometer una barbaridad: manejar. Para manejar se requiere una licencia y éstas sólo son emitidas en favor de los hombres. Así que las mujeres tendrán que caminar a las casillas de votación y hacer sus campañas a pie, a menos que un hombre las quiera llevar.

La presión se sigue acumulando. Mientras se otorga el derecho al voto, la campaña Women2Drive continúa en las redes sociales: videos en YouTube, campañas en Facebook (#Women2Drive) y Twitter (@Women2Drive). Las mujeres aprecian este cambio, pero quieren más. El derecho a votar y ser votadas es un logro, pero no tendrá de inicio un impacto en la vida diaria de todas las mujeres en ese país.

El ejemplo para las mujeres de ese país debe ser lo ocurrido en sus países vecinos. Los movimientos sociales organizados, con suficiente fuerza y tamaño, sí logran cambios significativos en sus sociedades.

grojas@eleconomista.com.mx

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