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Calidad de la información y la credibilidad en la era digital

En artículos anteriores, hemos destacado la importancia de desarrollar habilidades blandas en nuestros estudiantes, como la resolución de conflictos, la resiliencia y el pensamiento crítico. Esta última habilidad resulta esencial en un mundo saturado de información, donde la capacidad de discernir entre datos confiables y falsos es más crucial que nunca. Además de ser fundamental para los ciudadanos en su vida diaria, tiene una relevancia particular en el ámbito educativo, donde los jóvenes deben debatir y contrastar ideas para convertirse en los futuros líderes y pensadores de nuestra sociedad. En este contexto, las instituciones educativas, juegan un papel esencial al enseñar a los estudiantes a desarrollar un pensamiento crítico sólido que les permita evaluar de manera efectiva la información que consumen.
La era digital ha traído consigo un torrente de datos accesibles con un solo clic, pero no toda esta información es confiable. La proliferación de contenido digital, combinada con la facilidad de acceso y la rapidez de distribución, especialmente a través de las redes sociales, ha creado un terreno fértil para la desinformación y los rumores. Esta situación se agrava cuando se normaliza que un jefe de Estado utilice "sus propios datos" sin consecuencias por la desinformación que genera al utilizarlos a su favor. En un entorno donde la información se difunde a un ritmo exponencial, el desafío de identificar fuentes confiables se intensifica.
Este fenómeno no conoce fronteras geográficas ni socioeconómicas. Un estudio reciente de Statista, titulado "Noticias falsas y desinformación en el mundo - Datos estadísticos", reveló que la exposición a información engañosa es alta en diversas regiones, desde Filipinas hasta Perú y México, con tasas de exposición que rondan el 90% en 2022. Sorprendentemente, los adolescentes y jóvenes, quienes suelen ser los más activos en la esfera digital, son también los más propensos a ser víctimas de las noticias falsas.
Ante esta situación, los centros educativos están llamados a desempeñar un rol aún más crucial. Al fomentar un entorno educativo que priorice el análisis crítico y la evaluación rigurosa de fuentes, la formación en estas habilidades es esencial para preparar a individuos capaces de adaptarse y enfrentar los desafíos de una sociedad cada vez más digitalizada y globalizada. Este mismo estudio reveló que, en la Unión Europea, solo el 20% de los consumidores entre 25 y 39 años afirmó no haber sido víctima de la desinformación o rara vez haberla encontrado. Respecto a la identificación de estas "mentiras disfrazadas", la gran mayoría de los residentes de la UE se sienten seguros de su capacidad para discernirlas, aunque reconocen, junto con los ciudadanos de otras regiones, que no siempre es fácil identificar este tipo de contenido cuando lo tienen frente a ellos.
Debemos dejar de normalizar el uso de la información a nuestro favor. He visto que incluso los candidatos presidenciales mienten abiertamente, utilizando datos falsos. El fomento del pensamiento crítico y la enseñanza de habilidades para evaluar la veracidad de la información son imperativos en la era digital. Las escuelas, como centros de conocimiento y formación, tienen una gran responsabilidad en preparar a una generación que no solo consuma contenidos digitales, sino que también contribuya positivamente a la integridad y salud del ecosistema informativo global.

