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El murciélago que contagia el Ébola
Las unidades GPS, cada vez más pequeñas y ligeras, están ofreciendo a los investigadores una nueva forma de conocer a estos animales.

Foto: The Washington Post
Durante el día, algunos de los animales más peligrosos del mundo se esconden en lo profundo de esta cueva en Uganda. Por la noche, los diminutos murciélagos conocidos como “de la fruta” salen disparados, decenas de miles de ellos a la vez para perderse en la oscuridad de la noche.
Los murciélagos de la fruta son los huéspedes naturales del virus mortal de Marburg, de la familia filoviridae, la misma a la que pertenece el virus del Ébola. Los científicos saben que el virus comienza en estos animales y que cuando se propaga a los humanos es letal: Marburg mata hasta nueve de cada 10 de sus víctimas, a veces en un periodo de una semana. Pero los científicos no saben mucho más.
GPS en murciélagos
Ahí es donde la rutina de estos murciélagos juega un papel clave. Nadie está seguro de a dónde van cada noche. Así que un equipo de científicos de los centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) se trasladó al Parque nacional de la Reina Isabel, en Uganda, para rastrear sus movimientos con la esperanza de que espiar sus aventuras nocturnas pueda ayudar a prevenir la propagación de una de las enfermedades más temidas del mundo.
La tarea de estos científicos es pegar pequeños rastreadores de GPS en la espalda de 20 murciélagos para poder explorar sus movimientos, una reconstrucción al más puro estilo CSI.
“Queremos saber a dónde van todas las noches”, dijo Jonathan Towner, de 52 años, quien encabeza el equipo de CDC que se especializa en cómo se propagan estos virus mortales.
Los funcionarios en Estados Unidos están tan preocupados de que Marburg se convierta en una amenaza global que los CDC están buscando fondos de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa, que pertenece al Pentágono, para cubrir el costo de los rastreadores de murciélagos, que cuestan alrededor de 1,000 dólares cada uno. El CDC espera rastrear más de esta especie de murciélagos (Rousettus aegyptiacus) en otras cuevas en Uganda.
El potencial de Marburg quedó claro hace una década cuando un par de turistas, en viajes separados, ingresaron a la cueva en busca de aventuras y salieron contagiados del virus. Una holandesa murió 13 días después de su visita. La otra visitante, una mujer estadounidense llamada Michelle Barnes, sobrevivió después de un largo y doloroso tratamiento. La cueva se cerró a los turistas en el 2008.
Marburg fue identificado por primera vez en 1967, en la ciudad alemana de Marburg —de ahí su nombre— por técnicos de laboratorio que resultaron infectados cuando investigaban a monos traídos de Uganda. Siete trabajadores del laboratorio murieron en aproximadamente una semana. Desde entonces, se ha reportado una docena de brotes que han matado a cientos de personas.
Inmunes
La mayoría de estas personas se infectaron cerca de cuevas o minas que están infestadas de murciélagos. Este otoño, en la frontera de Uganda con Kenia cuatro miembros de la familia se contagiaron, sólo uno sobrevivió.
Towner y su colega de los CDC Brian Amman, de 54 años, descubrieron hace una década que este murciélago egipcio parece haber adaptado un gen para regular su propia respuesta inmune al virus, lo que significa que el virus puede vivir y crecer dentro de los murciélagos sin dañar al animal y ser excretado en su orina, heces o saliva.
Sin embargo, los investigadores aún no saben qué animal o animales poseen el virus y mucho menos cómo se propaga a las personas.
Towner y Amman se adentran en la cueva todos los días utilizando cascos y ropa especiales. Atrapar a los murciélagos es la parte fácil, cuentan, lograr ponerles los rastreadores, la más complicada.