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Arte e Ideas

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La inspiración está en conocer a nuestras científicas, la historia de Mariana Pineda

Los prejuicios y estereotipos de género continúan manteniendo a las niñas y mujeres alejadas de los campos relacionados con la ciencia. Es importante inspirar, promover y mantener la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia.

Mariana Pindea, directora de Digital Experience en KIO.

Mariana Pindea, directora de KIO Cybersecurity.Cortesía

Desde el 2015 la Asamblea General de Naciones Unidas decidió proclamar el 11 de febrero de cada año como Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, pero el 11F es mucho más que una fecha: es una oportunidad para visibilizar, inspirar y celebrar el papel de las mujeres en las áreas STEM ((ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Se trata de historias de vida y de replicar el mensaje de que alcanzar la paridad de género es posible, sin embargo, las cifras van lentas desde hace mucho tiempo. Según datos de la UNESCO, solo el 33% de los investigadores a nivel mundial son mujeres.

Y es que no solo se trata de que más mujeres estén inscritas en carreras científicas, sino también de romper las diferencias que existen en los puestos clave para la toma de decisiones. También hablamos de salarios pues se estima que los científicos ganan 16.28% más que las científicas. En este sentido, El Economista tuvo la oportunidad de platicar con Mariana Pineda, ella es directora de KIO Cybersecurity, una empresa de tecnología, es ingeniera telemática y maestra en gestión de la innovación tecnológica. Ella nos abrió las puertas, para conocer un poco más sobre su vida y sobre lo que significa hoy liderar una empresa.

Asegura que hemos tenido muchos cambios a lo largo de estos años, y aunque todavía hay muchas barreras, todo ha ido evolucionando para bien hacia una mayor inclusión. “Aún así es indispensable la difusión y que haya ejemplos de mujeres, para que otras puedan entender que sí se puede, que muchas de las profesiones no se tratan de género sino de un gusto y habilidades a desarrollar”.

Comparte que es una persona que siempre le ha gustado investigar las cosas, saber qué pasa en el fondo; parte de este gusto sin duda viene de familia, pues de entrada su abuela era periodista, en un tiempo donde la libertad de expresión y estudiar una carrera era complicado. “Mi abuela era una mujer muy letrada y culta, ella ayudó incluso a impulsar el Festival Cervantino”, por su parte sus tías, todas estudiaron carreras STEM, una de ellas estudió química, otra física, otra matemáticas, otra ingeniería en sistemas. No cabe duda que la inspiración estaba en casa y que definitivamente marca.

“Todas ellas para mí fueron un modelo de inspiración, crecí viéndolo muy normal, que una mujer se desempeñara en cualquier carrera, así que cuando fue mi momento de decidir yo estaba entre la actuación o una ingeniería”, al final podemos deducir que se Mariana se inclinó por las ciencias.

Ser minoría

Mariana estudio ingeniería en telemática, ahora telecomunicaciones e informática, ella era una apasionada de las redes, de cómo funcionaban los celulares, pues en ese momento comenzaba su auge. Justo en la carrera es dónde pudo observar que la historia que para ella era normal en casa, en realidad no lo era en general, pues la cantidad de mujeres en área 1 o en la carrera siempre estuvo rebasada por hombres, en el mejor de los casos un tres a uno. “Ser minoría todo el tiempo, es la primera barrera, ya la piensas más, aunque logré adaptarme”.

Desde ahí estuvo muy marcada la diferencia sobre lo que vendría y a lo largo de su vida profesional, “siempre los puestos son para los hombres, sin embargo al ir escalando me di cuenta que lo principal es tener un objetivo claro, siempre los he tenido y he luchado para que se le logren, con todo y las desigualdades”, ella está clara que para poder destacar sí tuvo que hacer el doble o triple de trabajo que un hombre y esto ya no debe suceder.

El cambio desde las organizaciones

Mariana comparte que las organizaciones comienzan a tener apertura e inclusión, “se busca el talento femenino”, pero un siguiente reto es no tener tantas mujeres en el campo y con la preparación y experiencia necesaria, así que “volvemos a caer en este círculo donde pocas mujeres conocen que existe eso o que hay oportunidades y eso nos coloca nuevamente en el principio”.

Por eso Mariana comparte que para ella la clave está en la persistencia, la preparación, actualización y el apoyo de gente cercana, tanto de hombres como mujeres, pues el crecimiento de las mujeres también le atañe y depende de los hombres.

Ella comparte una historia que definitivamente marcó su historia y rompió sus propias barreras: “Al estar en tanta competitividad con hombres, y la actualización constante, el tiempo pasaba, pero yo sabía también que quería ser mamá, uno no sabe que tiene barreras, hasta que las va enfrentando, así que decidí embarazarme y sin saber, llegó una propuesta de ascenso a la par. Mi respuesta fue `no gracias´ a un puesto que sí quería, pero yo misma me puse la barrera. Afortunadamente mi jefe me dijo `si no quieres el puesto está bien, pero el embarazo no es un problema. Si como organización no estamos preparados para darte el espacio para desarrollarte de manera personal, qué clase de empresa somos´, en ese momento tomé la posición y seguí avanzando, pero pude haber frenado mi carrera sin el apoyo y las palabras correctas”.

Concluye que por ahora todavía tenemos que “forzar” esa “cuota de género”, para que se generen esos espacios hasta que de manera natural se logre el 50/50, “pareciera agresivo el poner el género sobre la mesa, pero si las mujeres no han podido desarrollar herramientas, es necesario que las empresas y la sociedad comience a dar esas oportunidades, ayudarlas a crecer, pues seguro el resultado será sorprendente”, Mariana sin duda es un ejemplo de ello.

Por eso en la empresa donde ella colabora, por ejemplo, se formó un programa llamado Más Unidas, pues siendo una empresa de tecnología, solo el 30% de la plantilla son mujeres y muchas de ellas en áreas administrativas. “La idea de este programa es dar pláticas inspiradoras y mostrar el quehacer de diferentes mujeres, por otro lado existen mentorías, donde las más avanzadas apoyan a las más jóvenes. Esto definitivamente ayuda como crecimiento personal en ambos sentidos y ha ayudado a formar una comunidad más fuerte, donde se han podido resolver problemáticas en común”. Asegura que si abrimos las puertas a más mujeres y las noticias para todos siempre serán mejores.

Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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