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La pandemia dejó amplia brecha en salud entre América Latina y países desarrollados

Un estudio presentado por FIFARMA muestra los efectos antes y después de la pandemia en los sistemas de salud de América Latina, en indicadores como gasto público en salud,
 número de médicos, enfermeras y unidades de cuidado intensivo.

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HEALTH-CORONAVIRUS/CHINA

El gasto en salud pública en América Latina es sorprendentemente negativo, pues la mayoría de los países no cumplen con la meta del 6% establecida por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). En consecuencia, el impacto del COVID-19 fue intenso y variado para la región. Así lo dio a conocer el estudio Entorno sobre las Políticas de COVID-19 y la Importancia de la Economía de la Salud en América Latina. 

La OPS define la Economía de la Salud como la función del sistema sanitario que se ocupa de la movilización, acumulación y asignación de recursos para cubrir las necesidades sanitarias de la población, individual y colectivamente, dentro del sistema sanitario. 

A dos años de Pandemia por Covid-19 y en este sentido, América Latina ha sido una de las regiones del mundo más golpeadas. El estudio explica que la crisis sanitaria generada en la región fue resultado de varios factores. Por ejemplo, de acuerdo con sus hallazgos, mientras países como Francia tienen un gasto público en

 salud del 8.8% del Producto Interno Bruto (PIB), el Reino Unido, del 8.0%, España, del 6.5%, y los países de la OCDE, del 5.8%, en América Latina Argentina y Chile, los mejor calificados, llega al 4.9%, y países como Colombia, apenas alcanzan el 4.1%, Brasil el 3.8%, Perú el 3.3% y México en el fondo con el 3.1 por ciento.

El estudio realizado por la Federación Latinoamericana de la Industria Farmacéutica (FIFARMA) fue elaborado por WifOR, un instituto independiente de investigación económica con sede en Alemania. Aquí se midió el pulso a países de la región como Brasil, Argentina, Perú, Chile, México y Colombia, esto en comparación con países del primer mundo.

Así tenemos que el gasto en salud más alto es Brasil con 8,9% del PIB, sin embargo, quedó por debajo de su contraparte europeo con el gasto en salud más bajo, España con 9.2 por ciento.

Por otro lado, solo Argentina y Colombia reportaron una participación del gasto público en salud superior al 65% del gasto total en salud. Brasil y México están altamente financiados por gastos no públicos de salud (alrededor del 57% y 48% respectivamente).

La alta dependencia de fuentes de gasto no públicos ayuda a explicar la cobertura de salud reducida para países en los que el acceso a la salud es más difícil para las personas más vulnerables. Situación clave para países como el nuestro. 

Otros datos que permiten medir el impacto del gasto en salud es el número de muertes. Aunque la covid-19 tuvo una huella distinta en cada país, sí se pueden apreciar grandes diferencias frente a los europeos. 

El país con menos número de muertos por cada 100 mil habitantes fue Chile con 232, seguido de México (249), Colombia (274), Argentina (282), Brasil (309) y Perú (642). Mientras tanto en Europa, Francia tuvo 211 muertes por cada 100 mil habitantes, España 214 y el Reino Unido 240. Aun así sabemos que en nuestro país las cifras oficiales son estimados de la realidad. 

Adicionalmente, la mayoría de los países de América Latina mostraron una baja relación entre habitantes y médicos, enfermeras, hospitales y camas en las unidades de cuidado intensivo (UCI). Aunque existen grandes diferencias entre los distintos países, y en algunos casos hay más médicos que enfermeras, el promedio general de América Latina con 2.0 médicos y 2.8 enfermeras por cada mil habitantes está por debajo del promedio de los países de la OCDE con 3.5 médicos y 8.8 enfermeras por cada mil habitantes o de Francia con 3.3 médicos y 11.5 enfermeras.

En lo referente a las UCI, Brasil y Argentina se destacaron en América Latina con 20.6 UCI y 18.8 UCI por cada mil habitantes. El promedio de la región fue de 9.1 UCI por cada 100 habitantes, cifra inferior a la de los países de la OCDE (12.0) o la de Francia (19.4). 

Muy baja investigación y desarrollo 

El estudio también revela que el subdesarrollo de la industria farmacéutica en la región también afectó el manejo de la pandemia. Mientras la participación en los ingresos del mercado farmacéutico mundial superó el 45% y el 20% para Norteamérica y Europa, respectivamente, en Latinoamérica representó menos del 5 por ciento.

Además, el valor agregado generado en la industria farmacéutica de Latinoamérica fue de cerca del 5%, mientras en EU fue de 21% y en la UE cerca del 36 por ciento.

En materia de investigación las diferencias son abismales. El 70 % de las empresas de investigación y desarrollo farmacéutico están en Europa y Estados Unidos, y solo el 1% se encuentra en América Latina. 

Estas son cifras que desnudan las debilidades de la Economía de la Salud en América Latina. 

Una inversión, no un gasto 

De acuerdo con Yaneth Giha, directora ejecutiva de FIFARMA, he llegado el momento de ver en América Latina a la salud como una inversión, como un facilitador del crecimiento económico, la riqueza y el empleo en lugar de un costo para la sociedad. 

Dijo que las posibilidades hacia el futuro del crecimiento de la Economía de la Salud son grandes, pero ya este sector participa en el Producto Interno Bruto (PIB) y genera millones de empleos directos e indirectos en nuestros países. Por ejemplo, en Brasil representa el 9.7% del PIB y genera 6.8 millones de empleos directos y 3.2 millones indirectos. En Colombia representa el 7.7% del PIB y genera 2 millones de empleos directos  y 200 mil indirectos. En Chile el sector salud genera más empleo (9.4%) que la construcción (8.5%) y el de la educación (8.9%). "Cada dólar invertido en la Economía de la Salud genera un valor adicional en la economía en general". 

Asegura que una concepción de la salud como inversión se traduciría en aumento del gasto público en salud, fortalecimiento de la investigación y la innovación en la industria farmacéutica de América Latina y de las capacidades regionales de producción de vacunas y medicamentos. "Estas condiciones generarían un crecimiento del mercado de la Economía de la Salud, de la economía general y la creación de millones de empleos en la región". 

Concluye que adicionalmente al impacto económico, la inversión en la Economía de la Salud tiene un efecto social pues contribuiría al cumplimiento de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) propuestos por las Naciones Unidas, concretamente el ODS 3, que busca garantizar una vida sana de las personas y promover el bienestar en todas las edades. 

nelly.toche@eleconomista.mx 

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