Buscar
Arte e Ideas

Lectura 4:00 min

El Chente que nos vino a colapsar las avenidas

Crónica día que Chente colapsó un pueblo completo con una presentación que, por los aplausos del público, se extendió por toda la madrugada hasta las primeras señales de sol.

main image

FILE PHOTO: Singer Vicente Fernandez performs during the opening ceremony of the Pan American Games in GuadalajaraREUTERS, X00897

“Mientras la gente siga aplaudiendo, Chente sigue cantando”. Ese adagio suena mitológico para los oídos de los más pequeños o los poco familiarizados con las presentaciones en vivo de aquel al que apodan “Chente”… más bien “el Chente”. ¡Qué va! Con toda seguridad es solamente buena retórica de un cantante con todas las tablas, con una voz tan prodigiosa al que seguro se le perdona, es más, se le agradece despedirse del escenario a las dos horas de show, no le hace que la gente siga aplaudiendo.

Es la madrugada del sábado 19 de abril de 2008. Todo el pueblo de San Cristóbal, en el centro de Ecatepec de Morelos, está colapsado desde la media tarde. No había espacio para otro auto más en los estacionamientos de los centros comerciales locales, mucho menos en las calles de este que no es un pueblo pequeño. “Tuvimos que ir a dejar el carro prácticamente hasta la Vía Morelos”, “venimos caminando desde Coacalco”, son dos de las voces que todavía a estas horas de la madrugada se desprenden de los ríos de personas que, con michelada en mano, botas, botines y desvelo predispuesto, son tragadas por las fauces de la Explanada de la 30-30.

Este enorme descampado en la zona metropolitana de la Ciudad de México es un viejo conocido. Aquí se han presentado los mejores gruperos y cantantes vernáculos de su tiempo, el que quieras: Los Tigres del Norte en repetidas ocasiones, Ramón Ayala y sus Bravos del Norte, Bronco como Bronco y también como El Gigante de América, Banda El Recodo con Pancho Barraza al micrófono, esos jovencitos de Intocable, un tal Lupillo Rivera… pero nos hacía falta este, el de los aplausos, a ver si es cierto, “el Chente” que cuando menos ya nos vino a colapsar las avenidas. Todo aquí es sold out, que le llaman. La mañana del domingo todavía algunos empecinados, como galgos, persiguieron las camionetas de las estaciones de radio, por unos cuantos boletos.

Son al menos unas cinco cuadras de distancia de la explanada de la Avenida 30-30. Desde aquí ya se divisa la polvareda que levanta el bailongo que esta noche abren Julio Preciado, Jesús Ledezma “El Coyote” y Pequeños Musical, para finalmente darle paso al “Charro de Huentitán”, el señorón de unos sesentaitantos que este noche se desvela con nosotros como nosotros nos hemos desvelado con él escondido en el casete. San Cristóbal se asienta en la ladera del cerro del Ehécatl y este hace del pueblo un anfiteatro, entre más lejos, más puede verse la polvareda y percibirse la nitidez del sonido. La polvareda se percibe por las luces que la atraviesan y que llegan hasta las nubes que se ponen, pero se anuncian mansas de lluvia. Y los que no van al baile también lo presencian, lo escuchan, se desvelan, algunos refunfuñan.

Ahí se escucha Chente, portentoso. Se acaba de ganar el cuádruple disco de platino por las altas ventas de su álbum número 79, “Para siempre”. Así justamente se llama la canción con la que arranca su espectáculo vocal, es un furor porque es el tema que abre la novela “Fuego en la sangre”, con Adela Noriega y Eduardo Yáñez, en el horario estelar del momento en el Canal de las Estrellas, de Televisa, esa que tanto ha encumbrado la figura de este cantante de masas. “Vale más un buen amor”, dice esa canción, “que mil costales de oro”, dice.

Y de ahí pa’l real. Es la una de la mañana. Y lo que no advierten propios y extraños, botudos y refunfuñantes, ahogados en la polvareda o resignados en la vigilia desde sus casas, es que Vicente Fernández vuelve dos, tres, cuatro veces, con el sonido más nítido que jamás se ha escuchado desde la Explanada de la 30-30, porque el público no para de aplaudir sino hasta pasadas las seis de la mañana, porque solamente el azul del cielo espanta al cantante y a sus tertualianos. La voz de aquel que cada domingo actúa en "La ley del monte", "El tahúr", "El macho", cintas que se transmiten en el Canal 9, ese caballero poco intolerante con la diversidad, un hijo legítimo del patriarcado, con esa voz, sin embargo, que es tan potente que convierte las casas de nuestro pueblo en palcos. Honor a quien honor merece. Con él se va una época, no hay duda, desde muchas perspectivas. Llévate, "Chente", los emblemas de tu época contigo.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

Temas relacionados

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí
tracking reference image

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete