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La corrupción mata, la ineptitud también
Tras la crisis de medicamentos oncológicos, el doctor Alejandro Mohar Betancourt, comisionado nacional de los Institutos de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, respondió en entrevista para A Todo Terreno que estaba a días de tener una reunión, pues había señalamientos sobre falta de anestésicos, pero que estaba por verlo. Después de eso, no volvió a tomarnos la llamada.
Como si se tratara de la secuencia natural de una historia de terror, pocos días después recibí una llamada: era la hija de Alice, su madre fue diagnosticada con un glioma cerebral, el tipo más común de tumor en el cerebro, y estaba siendo atendida en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. Necesitaba una operación, pero se la negaron por falta de fentanilo. Según cuenta, los quirófanos llevaban dos semanas sin trabajar por la escasez de este anestésico. Su historia coincidía con la de otros pacientes que se encontraban en espera de intervenciones por falta de anestesia suficiente para todos los enfermos.
A semanas de estos hechos, el doctor Heriberto Medina Franco, el valiente cirujano oncólogo del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, denunció que desde el inicio de esta administración el hospital ha tenido carencias que se han ido profundizando, especialmente en el área quirúrgica, por lo que les solicitan a los pacientes que compren todos los insumos para que puedan ser operados. El instituto publicó un tuit asegurando que las cirugías seguían su programación normal, a lo que el médico aclaró: “Esto es técnicamente cierto, ya que solamente se están programando aquellas cirugías donde los pacientes pudieron comprar el instrumental que se necesita para operarlos”.
La posible crisis de medicamentos comenzó a emitir señales de alerta a los pocos meses de que inició este gobierno, que por cierto es más eficaz en encontrar culpables que en resolver problemas, problemas que al parecer se crea solo.
Primero, responsabilizó a la administración anterior por la falta de vacunas, a una farmacéutica por la falta de medicamentos oncológicos, a todas las demás por hacer una campaña en su contra, y para terminar, a las enfermeras y los médicos de no comprar los medicamentos que hacen falta: “Vamos a suponer que en un hospital hay una niña, un niño, y —aceptando sin conceder— que no tiene el medicamento, ¿qué sociedad somos, si la enfermera, si el médico, si el director del hospital, si cualquier ciudadano no toma la decisión de comprar el medicamento para que no pierda la vida la niña o el niño?”, dijo el presidente.
En términos de salud, los recortes no se han traducido en un gasto eficiente, más bien en una política en la que lo barato sale caro, y el elevadísimo costo se cuenta en vidas humanas.
Descansa en paz, Alice.