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Deshoja margarita e inventa bomba
El MET de Nueva York transmitió en vivo a diez países de América y otros tantos de Europa la ópera Fausto, del compositor francés Charles Gounod (1818-1893).
El MET de Nueva York transmitió en vivo a diez países de América y otros tantos de Europa la ópera Fausto, del compositor francés Charles Gounod (1818-1893), con un Dr. Fausto que no sólo se propone seducir a Margarita, sino que desarrolla en su laboratorio una bomba atómica sin más rubor que el que le causara la preparación de un insecticida.
Esta grandiosa producción de Fausto constituye un trabajo bien sustentado en un grupo de cantantes de primera, dueños de una técnica vocal memorable. En este conjunto sobresalen el tenor alemán Jonas Kaufmann, quien hace el papel de Dr. Fausto; el bajo alemán René Pape es Mefistófeles; y la soprano rusa Marina Poplavskaya encarna a
Margarita.
La ópera comienza cuando las notas graves, cavernosas, de las cuerdas acometen creando una atmósfera de misterio y fantasía, mientras un grupo de figuras (al parecer almas de condenados) deambulan por el escenario mostrando su dolor y mísera condición.
Como lo diabólico no quita lo elegante, en su primera aparición, Mefistófeles (René Pape) se nos muestra pulcramente vestido con un traje blanco y portando un bastón mágico con el que puede mover objetos y voluntades, como si fuese un Aarón bíblico.
La mano experta del director escénico Des McAnuff -quien está formado más en el teatro que en la ópera-, presenta unas escenas y cuadros de gran belleza, plenos de plasticidad, color y simbolismo; coreografías, escenografías, vestuario, bien logrados.
Los coros de los soldados tienen un empaste inmejorable, son de lo mejor de la obra. A McAnuff se le nota el colmillo que ha adquirido en Broadway, quien por cierto ahora está presentando en California, (producción Teatro La Joya), la obra setentera Jesus Christ Superstar.
Este Fausto "atómico" es una coproducción hecha con la Ópera Nacional Inglesa
CANTANTES LUCIDORES
Sabemos que Fausto, Mefistófeles y Margarita, son papeles que están pensados para dar lucimiento a los cantantes; por lo que aparte de técnica vocal requieren de una correcta adaptación el estilo francés de interpretación.
Los cantantes forman una triada de excelente manufactura; sin embargo, entre ellos -cosa que no es fácil decir- destaca el trabajo del bajo alemán René Pape (Mefistófeles) quien es un bajo con un amplio registro, dueño de una voz oscura, con potente emisión; además de que posee una excelente capacidad como actor, por los muchos rasgos de carácter que debe trabajar: irónico, juguetón, cínico, seductor, criminal.
La Poplavskaya no se queda atrás, es una soprano-lírico muy completa que viene empujando fuerte en los escenarios mundiales y que seguramente en pocos años será estrella del MET. Luce mucho en el "Aria de las joyas", acto III (que hizo famosa María Callas), pieza de una enorme dificultad. Están también los dúos del encuentro de Margarita con el Dr. Fausto en el jardín o con el mismo Fausto en la cárcel, donde a su buena hechura como cantante aúna sus virtudes actorales.
Respecto de la Poplavskaya conviene recordar una anécdota interesante: cuando triunfó en Atenas en el Concurso María Callas, como parte del jurado estaba la cantante Joan Sutherland. Ella valoró su tono de Marina, admiró su coloratura, pero sobre todo le mencionó que "amaba su mandíbula"; una mandíbula prognata que en otros es un defecto, pero que en la cantante rusa resulta una virtud, ya que dota de un plus a sus resonadores, lo que le permite emitir esa hermosa voz.
Kaufman (Fausto) encarna un tenor lírico, tiene un amplio dominio de su línea de canto, con un fraseo admirable, resultado de un buen manejo de la columna de aire. Mostró esto en varios pasajes, pero en especial en "Salut! Demeure chaste et pure", del acto III.
UN DRAMA DE LABORATORIO
El argumento está basado en el mito de Fausto (un mito mucho más antiguo que Goethe). De este último, Charles Gounod retoma solamente la primera parte, la relación y traición de Fausto a Margarita. Obviamente el argumento está situado desde una perspectiva romántica donde el peso recae más en los sentimientos que en la filosofía.
La trama se puede resumir así: Fausto es un viejo que se ha pasado la vida cultivando la ciencia. Trabaja en una bomba atómica. Como esto no le llena el espíritu, desilusionado de la vida decide suicidarse.
Pero en el último minuto, dado que Dios no le ayuda, invoca al Diablo. Éste si aparece y le ofrece todo. Fausto solamente quiere recuperar su juventud. Firman un contrato. Fausto rejuvenece y se obsesiona por Margarita, una chica sencilla, solitaria. La seduce, la embaraza y después la abandona. Ella enloquece, mata a su hijo recién nacido. Por esto es llevada a la cárcel. Pero Margarita es perdonada por el Cielo. Estalla la bomba que ilumina con luz verdosa todo el escenario.
Fausto reaparece en el laboratorio (nuevamente es un anciano), ingiere veneno y muere.
TODO "LE VALE"
Las escenografías del MET siempre son espectaculares. En este caso se emplean dos escaleras de caracol, metálicas, que flanquean el escenario; las cuales están conectadas con andamios que ofrecen una especie de terrazas útiles para el canto o la representación.
El espacio entre escaleras se convierte fácilmente en laboratorio, iglesia, sala de costura, jardín, taberna, mediante el apoyo de elementos simbólicos o de proyecciones. Todo realizado con gran creatividad. Por ejemplo, en la escena de Margarita y Fausto en el jardín, caen pétalos de rosa desde el cielo y en la pantalla del fondo -en alta resolución- vemos proyectadas decenas de rosas rojas que hacen suspirar a las señoras que asisten a la ópera.
En resumidas cuentas, podemos decir que al Fausto de Des McAnuff le da lo mismo destruir a Margarita, al hermano de ella o a su hijo; tampoco le interesa matarse él mismo ni destruir un planeta con la bomba. Es decir, McAnuff nos descubre el mal que padecemos hoy en día: el valemadrismo (tal es la palabra correcta en español mexicano).
LAS INEVITABLES PIFIAS
Sin duda es una puesta admirable, lo que no evita las pifias. Por ejemplo: en el acto II surge la marioneta de un enorme soldado que saluda a la multitud, misma que aparece de la nada y sin ningún propósito, sólo saludar. ¿Y?
Otra: al final del acto III, ya que Margarita ha sido seducida -en medio de las risas de Mefistófeles quien observa la escena-, aparece de la nada, sin justificación ni antecedente dramático, una enorme figura ataviada con un manto negro, lleva la cabeza descarnada; es una especie de Santa Muerte que por lo visto ya invadió Nueva York.
Pero tal vez la pifia más grande sea la de una escena final, en la que Margarita al ser perdonada sube al Cielo utilizando una escalera que se ilumina al fondo del escenario. Lo que nos remite automáticamente, con ánimo jarocho y jarana y zapateado de por medio, a La Bamba: para subir al Cielo se necesita una escalera grande y otra chiquita...
BVC