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Opinión

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Trump y la deuda

Si hace algunas semanas avizoraba en estas líneas el fin de la luna de miel entre Trump y los mercados, hoy podemos hablar de un divorcio consumado. En las últimas dos semanas, y en particular este lunes, las bolsas en Estados Unidos se han colapsado como no se veía desde el Covid.

Los mercados bursátiles de EU han sufrido una brusca corrección en las últimas semanas. El S&P 500 cae un 8.6% desde su máximo histórico del 19 de febrero, evaporando más de 4 billones de dólares en valor de mercado. El Nasdaq registró su peor sesión desde 2022 al desplomarse más de 4 por ciento. Las tecnológicas, en particular los llamados “Siete Magníficos”, han sido las más golpeadas: su índice conjunto cayó 5.4%, a mínimos de septiembre. Así, prácticamente se han esfumado las ganancias postelectorales; Tesla, por ejemplo, perdió 15% en el día y acumula un desplome del 55% desde diciembre, eliminando todo su rally tras la elección.

La incertidumbre que generan las políticas de Trump es el principal detonante. Los aranceles impuestos por la Casa Blanca han sembrado temor entre inversionistas ante un panorama comercial confuso y cambiante. Además, la estrategia económica carece de claridad: los estímulos fiscales prometidos no se concretan y la creación del polémico “Departamento de Eficiencia Gubernamental” (DOGE), encargado de recortar el gasto público, añade más dudas sobre el rumbo oficial. Todo ello ha disparado la volatilidad bursátil: cada nuevo arancel o anuncio improvisado desde Washington provoca oscilaciones bruscas, reflejando el nerviosismo del mercado.

Esta volatilidad viene acompañada de claras señales de desaceleración económica, lo que aviva el riesgo de recesión. Indicadores clave apuntan a un enfriamiento: la confianza del consumidor tuvo en febrero su mayor caída mensual desde 2021, y empresas cíclicas como Delta Air Lines recortaron sus pronósticos de ganancias citando la “creciente incertidumbre económica”. Los aranceles también presionan al alza los precios, elevando las expectativas de inflación y complicando la labor de la Reserva Federal. Aunque el empleo resiste, hay indicios de enfriamiento en la inversión y la actividad. Muchos economistas advierten que la probabilidad de una recesión en el próximo año ha aumentado; JPMorgan, la elevó recientemente a 35 por ciento. En general, el consenso vislumbra una economía en pérdida de impulso, vulnerable a que un nuevo shock o una mayor caída de la demanda la empujen finalmente a terreno recesivo.

Sin embargo, existe otra posible explicación relacionada con una teoría de conspiración interesante. El gobierno de EU debe refinanciar alrededor de 9 billones de dólares de deuda, entre deuda en manos del público (T-bills) y deuda intergubernamental, casi 8 veces la economía total de México. El gobierno de Biden había optado por refinanciar y emitir deuda a corto plazo, pero Trump ha dicho que su intención es refinanciar esta deuda a 10 años. Podría ser el caso que el gobierno de Trump esté “deprimiendo” los mercados para hacer caer los rendimientos de los bonos a 10 años para que la deuda sea más barata. Una recesión o desaceleración podría llevar a la Fed a reducir las tasas de interés de forma más agresiva de lo previsto por los analistas, afectando la curva de rendimientos, sobre todo su tramo largo. De ser el caso, el gobierno de EU ahorraría significativamente en el pago de intereses.

¿Habrá plan con maña? ¿O en realidad estamos ante un caos e incertidumbre generalizados que desestabilizarán los mercados indefinidamente?

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