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El país de los horrores

Opinión
Incluso un país acostumbrado a los horrores del crimen organizado (CO), los asesinatos, las desapariciones y todas las escenas de las que hemos sido testigos se vio sacudido por las imágenes del rancho Izaguirre de Teuchitlán, Jalisco, un centro de exterminio y adiestramiento del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Este lugar ya había sido allanado en septiembre del año pasado por autoridades estatales y la Guardia Nacional (GN), pero no fue hasta hace unos días que integrantes del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco comenzaron a dar a conocer sus hallazgos que se empezó a dimensionar lo que ahí ocurrió. El lugar no era solamente un centro de adiestramiento del CJNG, también era un sitio de exterminio y crematorio clandestino, donde muchas personas fueron torturadas y asesinadas.
Las fotografías nos cuentan una historia de crueldad y desprecio por la vida, pero también de corrupción e impunidad. Autoridades municipales, estatales y federales que fracasaron, voltearon hacia otro lado o simplemente fueron compradas por los sicarios. Montículos de ropa, más de 200 pares de zapatos, restos de droga y casquillos de armas de alto calibre que nos recuerdan escenas de guerra, pero en nuestro país no la hay, al menos formalmente. Queda la duda si las autoridades sabían esto desde el pasado septiembre y decidieron callarlo para no atraer mala prensa.
Según el testimonio de una sobreviviente del lugar, contado por Indira Navarro, del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, “en el rancho había hornos clandestinos donde se incineraban cuerpos.” Se calcula que ahí pudieron sacrificarse más de mil personas para luego ser reducidas a cenizas. Según el testimonio citado, en el sitio también había niños, algunos utilizados para experimentos médicos, y niñas debido a los “gustos” de uno de los líderes del Cártel.
En una entrevista reciente, Ceci Flores, de las Madres Buscadoras de Sonora, señaló una cosa muy cierta: los gobiernos siempre intentan invisibilizar o minimizar lo que sucede. La primera reacción de la señora Sheinbaum fue exclamar que era un horror. En otra mañanera sugirió que la fiscalía general de la República (FGR) debía atraer el caso; propuesta que el fiscal Gertz Manero bateó diciendo que primero vería que habían hecho la fiscalía y el gobierno de Jalisco. Al otro día, la presidenta afirmó que la FGR atraería el caso. El gobernador Lemus dijo que Jalisco no se desentiende del tema y reafirmó que la FGR se haría cargo, pero que los hechos no habían pasado en su gobierno, vieja excusa cuya autoría nos remite a AMLO. En esta idea de minimizar las cosas, la fiscalía de Jalisco señaló que hay que dejar de llamar al lugar “campo de exterminio” y denominarlo como “campo de entrenamiento”. Sin ninguna sutileza, Sheinbaum subrayó que este lugar está resguardado por la fiscalía del Estado. Nadie es culpable ni responsable.
El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco ha protestado y exige que sea tomado en cuenta en las decisiones de los gobiernos. La solicitud es correcta no sólo porque hicieron el primer señalamiento, sino porque están buscando a los suyos que, de tantas maneras, son los nuestros también.
Me gustaría creer que la memoria colectiva y la de los medios no deje olvidar esta atrocidad, pero la experiencia me ha enseñado que nuevas notas, tal vez tan terribles como esta, pueden hacer que quede atrás. Sólo queda esperar que los colectivos presionen y señalen lo que es un asunto de seguridad, pero también político.
Teuchitlán llega en mal momento para el gobierno porque confirma una de las acusaciones más fuertes que se han hecho desde el gobierno estadounidense: la connivencia entre autoridades y cárteles y la presencia territorial que estos tienen.
El gobierno de Sheinbaum no puede ponerse a jugar a los aranceles con Trump, no solo por la desigualdad económica, sino porque, a diferencia de Canadá y la Unión Europea, tiene cadáveres en el armario, literalmente. Detrás de la continua invocación a defender la soberanía nacional está la necesidad de defender y esconder los muchos puntos débiles de la 4T, uno en especial apellidado López. Pueden ser enviados a los Estados Unidos todos los delincuentes que la Casa Blanca reclame, pero bastaría algún miembro prominente del partido en el gobierno que caiga en las manos de la CIA o la DEA para que se abrieran agujeros en esa suerte de banda que es MORENA:
Es cierto que Claudia Sheinbaum es una gobernante muy popular y su (obligada) estrategia de negociación le ha resultado bien con Trump, pero eso no le asegura un futuro estable, menos aún si se toman en cuanta las divisiones internas que ya se avizoran en su partido y una situación económica que pinta mal. De esto ya hablaremos en otra entrega.