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Opinión

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La OPEP mueve el tablero global

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Irasema Andrés Dagnini | Sextante financiero

Irasema Andrés Dagnini

En un mundo donde la energía sigue siendo el motor de la economía global, el petróleo continúa marcando el ritmo de las decisiones geopolíticas y financieras. Tras haber superado los 80 dólares por barril a inicios de año, el crudo ha retrocedido a niveles entre 60 y 70 dólares, reflejando una mezcla de sobreoferta, incertidumbre en la demanda y tensiones geopolíticas que reconfiguran el mercado energético.

Desde abril, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha comenzado a revertir su estrategia de recortes voluntarios, aumentando las cuotas de producción en más de 2.5 millones de barriles por día (bpd), lo que representa cerca de 2.4% de la demanda mundial. Esta decisión responde a presiones externas, incluidas las del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y al deseo del grupo de recuperar cuota de mercado.

Se espera que en octubre el organismo anuncie un nuevo incremento de al menos 137,000 bpd, y Emiratos Árabes Unidos ya recibió luz verde para aumentar su producción en 300,000 bpd ante la fuerte demanda del energético en el Medio Oriente. Sin embargo, muchos miembros están bombeando al límite de su capacidad, lo que podría limitar el impacto de estas decisiones.

El mercado se encuentra atrapado entre señales contradictorias. Por un lado, la oferta sigue creciendo, no solo por parte de la OPEP, sino también por países fuera del grupo como Irak, que ha reactivado oleoductos clave. Por otro lado la demanda muestra señales de debilidad en economías como México y Estados Unidos.

La sobreoferta global y la desaceleración económica son factores que, en conjunto, alimentan la expectativa de que podríamos estar entrando en un ciclo de precios bajos sostenidos.

No obstante, persisten factores de riesgo, como la guerra de más de tres años entre Ucrania y Rusia. La semana pasada, drones ucranianos impactaron la estación de bombeo de crudo en la región de Chuvasia, interrumpiendo operaciones y provocando daños en la refinería Afipsky, una de las más grandes del sur de Rusia que abastece de combustible al ejército ruso.

Estos ataques, que debilitan la logística militar rusa, elevan la prima de riesgo en el mercado energético global y generan presiones alcistas en los precios, aunque de forma temporal. El viernes pasado los precios del crudo WTI llegaron a 65.72 dólares por barril (dpb) y los del Brent a 69.22 dpb en el mercado de futuros, lo que significó un avance semanal de 4.37% y 4.78%, no obstante, en un año han bajado 8.78 y 6.39%, respectivamente.

Lo cierto es que el mercado ha mostrado alta volatilidad, influenciada por factores geopolíticos, decisiones de producción de la OPEP+, y cambios en los inventarios de petróleo en Estados Unidos. La oferta abundante y las señales de desaceleración en la demanda siguen presionando los precios. Si China no absorbe el excedente, los precios podrían caer hasta los 50 dólares por barril en los próximos meses.

Pemex: entre la presión global y el desafío interno

Las condiciones del mercado y la expectativa de precios es un determinante para Pemex, que depende en gran medida de los ingresos por exportación de crudo, especialmente del tipo Maya, que se comercializa principalmente en mercados asiáticos y estadounidenses.

En lo que va del año, Pemex ha exportado más de 900 mil barriles diarios, pero el valor de esas exportaciones se ha reducido significativamente debido a la caída de los precios internacionales, afectando su flujo de efectivo y su capacidad para operar, invertir y pagar deuda.

Ante este panorama, el gobierno federal ha incluido en el Paquete Económico 2026 una serie de apoyos fiscales para Pemex, que contemplan la reducción del Derecho de Utilidad Compartida, transferencias directas de capital para fortalecer la inversión en exploración y refinación y apoyo para el pago de deuda con vencimientos críticos en 2026 y 2027.

Estos respaldos, aunque necesarios, elevan la percepción de riesgo frente a las calificadoras, con efectos negativos en la adquisición de financiamiento, de tal manera que México debe repensar su estrategia energética, pues no se trata solo de producir más, sino de hacerlo de forma eficiente, sostenible y alineada con las nuevas realidades del mercado global.

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Irasema Andrés Dagnini

Economista y analista de economía y finanzas. Consultor de personas físicas y morales. Docente nivel superior, conferencista. Miembro del Consejo Asesor de UVM-Coyoacán. Editor de Vínculo Económico, canal digital. Comentarista en radio y televisión y colaborador en revistas especializadas del sector financiero.

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