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Opinión

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¿Es necesario, para el proyecto, Claudia?

Recupero una imagen. Una diputada de Morena que tiene que pronunciar un discurso a propósito de la reforma de supremacía constitucional. Es una más de las obsecuentes con el movimiento, con las ordenes del líder, del presidente, de la presidenta o de alguien que mande y sepa, o que cree ella que sabe más. La mediocridad, la ignorancia y el rencor social e intelectual, que tiene esa diputada, no tiene freno, ni saciedad. Par a ella votar en contra de los “otros”, con lo que sea y a favor de lo que sea, es suficiente para ir a dormir a casa, con la satisfacción de la labor cumplida. Termina su discurso y sus compañeras suben a felicitarla como si hubiera logrado una gran hazaña, cuando la labor de los parlamentarios es exactamente hacer eso todos los días. En fin.

Claudia, la presidente (a) ha actuado igual que esta diputada durante este mes en el gobierno. Notas y filtraciones en los medios, indican que la mayoría de los legisladores y, sobre todo los lideres, de Morena y sus aliados, antes o al mismo tiempo que consultar a las indicaciones del departamento de Tlalpan (la presidenta ni siquiera tiene cede de residencia), consultan al tlatoani AMLO. Lo cual es una muy mala noticia. No sólo porque hace de la vida política una confusión innecesaria, sino porque traslada el poder simbólico y real a alguien distinto de quien más del 60% de la población voto por ella. Sea por veneración personal o por miedo, ella lo acepta y esta dispuesta a llegar a lugares insospechados y muy delicados.

Sin la popularidad y el reconocimiento público a su figura, liderazgo o contundencia política, como su antecesor, Claudia está a punto de atreverse a romper con el orden constitucional y asumir el papel de quien tiene la potestad para decir que es lo que pueblo (no todo, sólo el 54%) quiere o no. Para ella, igual que a su antecesor, la ley y las reglas escritas no tienen importancia. Importa más la cantidad de quien está o no a favor de algo, para decretarlo como voluntad popular y por ello convertirlo en realidad o tratar de hacerlo.

Sin embargo, esa actitud obsecuente con su líder no le traerá cosas buenas, ni a ella, ni al país. Incertidumbre en el T-Mec, el sistema de justicia y la seguridad, ausencia de inversiones, inviabilidad de PEMEX, y un largo etc. El país o la economía no crecerán. Habrá menos impuestos e incapacidad para satisfacer las promesas de campaña y los programas sociales que aceitan su clientela electoral. Habida cuenta de que mientras pierda más control sólo habrá de lograr engrandecer a su antecesor y por lo tanto generar la tentación de su regreso. Esa es su primera tragedia.

La segunda, es no darse cuenta, siendo una exluchadora estudiantil, que si se cierran los accesos a la manifestación y la expresión concreta de las muy diversas ideas y alternativas políticas que hay en el país, obliga de manera natural a generar una sola causa: tratar de derrocar al sistema en los términos en los que está actuando.

No hay sociedad inmóvil en ninguna parte del planeta. Unas tardan más, otras menos, pero ninguna tolera el fracaso institucional, legal, de desarrollo, de mejoría continua; por eso apostar al mejoramiento personal y al aspiracionismo da futuro, no el regalo de dinero.

Pero bueno, no nos extendamos más. Entre el espacio factual que le está abriendo la presidenta a su antecesor, la inseguridad jurídica y la posible crisis constitucional y los límites reales de su capacidad para crear clientelas y mantenerlas y por lo tanto de construir una rebelión social de facto, Claudia se dispara todos los días al pie. Y cada tercer día nos dice en sus mañaneras que ¿Dónde está el autoritarismo? Presidenta, está en arrollar la división de poderes. En correr a periodistas por petición de sus jefes de prensa. En negarse a tener contrapesos, está en el odio de sus jaurías legislativas y en negarse a hablar con su lamentable oposición, pero esa oposición es la suya, no existe otra y con ella hay que trabajar, no es de marte. Usted tiene la obligación de hacer Nación, no de dárselas de intransitable líder del segundo piso de la 4t. Usted no es AMLO, es la Presidenta de México. Nada más, pero nada menos, también.

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Ensayista e interesado en temas legales y de justicia. actualmente profesor de la facultad de derecho de la UNAM.

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