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México, atrapado en la corrupción

Fracasó la cruzada contra la corrupción que prometió el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
El Índice de Percepción de la Corrupción 2024, publicado por Transparencia Internacional, advierte que México registró un retroceso significativo en materia de transparencia gubernamental, al ubicarlo en la posición 140 de 180 países evaluados. La peor calificación desde 1995.
A lo largo de todo su sexenio, el tabasqueño juró que los corruptos no tendrían espacio en la 4T y se comprometió a purificar la vida pública. No lo cumplió. La palabra empeñada se convirtió en una mentira, una promesa vacía.
Incluso, la creación del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado sólo fue una pantalla propagandística porque el primer piso de la cuarta transformación prácticamente terminó sin condenas de cárcel para los corruptos ni recuperación de activos robados al erario.
La organización de la sociedad civil denominada Mexicanos contra la Corrupción documentó varios escándalos durante la gestión de AMLO. Casos de corrupción relacionados con justicia discrecional, sobornos, moches y enriquecimiento ilícito, desvío de recursos públicos, corrupción electoral, ejercicio abusivo de funciones, así como conflicto de intereses.
Entre los casos más escandalosos está la trama de Segalmex, donde fueron desviados más de 12 mil millones de pesos y la exoneración del hermano presidencial, Pío López Obrador, quien admitió haber recibido dinero en efectivo que habría sido utilizado para el financiamiento ilegal de las campañas electorales de Morena en 2018.
También destaca el caso de Vitol, una empresa holandesa dedicada a la comercialización de energía, que reconoció haber pagado sobornos entre 2017 y 2020 para conseguir contratos con Petróleos Mexicanos (Pemex). Se dice que los funcionarios de la paraestatal recibieron pagos ilegales por más de 600,000 dólares, a cambio de entregarle información privilegiada a la empresa multinacional.
Las presiones arancelarias que ha impuesto Donald Trump, desde que inició su segundo mandato, han distraído la atención de la Presidenta de México, quien se ha concentrado en detener el flujo migrante hacia Estados Unidos y en la entrega de capos del narcotráfico de alto perfil al gobierno estadounidense.
Llama la atención que un sector del gabinete presidencial busca controlar la narrativa y centrar la atención en la renegociación anticipada el Tratado Comercial México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), aprovechando las voces críticas de los empresarios norteamericanos inconformes con Trump.
La idea es acertada, siempre que Claudia Sheinbaum reconozca que cada acto de corrupción encarece los costos de las obras públicas, desalienta la inversión extranjera, siembra desconfianza entre los ciudadanos y profundiza el abismo entre gobernantes y gobernados.
Eso sí, reconocer los efectos devastadores de la corrupción en el funcionamiento de las instituciones públicas de México será inútil, si no hay compromiso con un cambio verdadero impulsado desde la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno.
Ya es hora de que Raquel Buenrostro salga del cómodo ostracismo, para fomentar una cultura de integridad dentro del servicio público y establecer severas consecuencias para los infractores.
Urge revertir el daño que la corrupción ha infligido en el tejido social y económico del país, restaurando así la fe de los mexicanos en un futuro más optimista y libre de corrupción.