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Qué esperar de Trump en relación a sostenibilidad. Primer día de infarto

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OpiniónEl Economista

El día de ayer, Donald Trump juramentaba su cargo de presidente de los Estados Unidos de América, con un marcado ímpetu por echar atrás la agenda impulsada por Biden en estos años, en diferentes aspectos de seguridad y economía, pero también de energía, protección ambiental y diversidad e inclusión.

Analizamos las medidas a esperar, algunas de ellos incluso ya tomadas en su primer día:

Salida del acuerdo de París, de lucha contra el cambio climático, como ya hizo en su primer mandato. Con una orden ejecutiva firmada en su primer día. Debido al avance de la agenda climática desde su salida en 2021 se espera que el impacto sea menor, si bien dificultará acciones relacionadas con el multilateralismo climático, como el flujo de recursos financieros norte sur.

Promoción de la producción de combustibles fósiles, bajo la premisa “perforaremos, nene, perforaremos”. La forma será la declaración de emergencia energética, ya firmada en su primer día, que permite abrir más zonas de exploración, por ejemplo, facilitando el fracking, incluso en tierras federales protegidas, así como la eliminación de trabas que les restaban competitividad a estas fuentes. Sin embargo, el incremento de la producción depende de las empresas, a las que tampoco les interesa una caída de los precios por el aumento de la oferta, por lo que está por ver esa capacidad de acción del presidente. En cuanto a los inversionistas, puede ser que sigan por tiempo apoyando estas tecnologías, pero el pensamiento de largo plazo, más allá de Trump, sigue marcando una agenda renovable ante el agotamiento de los recursos.

Guerra arancelaria, que podría elevar los costos tecnológicos de la transición energética.

Desmantelamiento de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), aunque menos de lo que podría pensarse a priori porque está siendo implementada en estados republicanos con resultados de generación de empleo.

Esto incluye el fin del apoyo a créditos fiscales para la compra de vehículos eléctricos, a pesar de que sólo representan hoy el 8% de las ventas de vehículos de pasajeros en EUA; si bien supondría un perjuicio inmediato para Tesla y, por tanto, a Elon Musk, que en los primeros nueve meses de 2024 obtuvo el 43% de sus ingresos de esos créditos, en el medio plazo le beneficiaría al empujar la retirada de sus competidores, que también producen automóviles a combustión y volverían a su nicho.

Desmantelamiento de la Ley de Inversión en Infraestructuras y Empleo (IIJA/BIL). Mismo caso con la IRA, porque ha de pasar por el congreso y hay republicanos que pueden votar en contra por los beneficios generados en sus distritos electorales.

Afortunadamente, ya se ha concedido el 93% y el 82% del dinero previsto en la IRA y la BIL, lo que reduce el impacto de estas derogaciones.

Con todo ello, se esperan mayores emisiones por el conjunto de estas políticas y acciones, estimadas en 4.000 millones de toneladas más para 2030 comparado con los planes de Joe Biden; clave siendo EUA es el segundo emisor mundial.

De igual manera, se acentuará el movimiento de greenhusing en las empresas de base EUA. Destacar que seguirán con sus acciones más conectadas con los riesgos ya materializados, especialmente los climáticos, pero con posturas públicas moderadas, incluyendo la retirada de compromisos cuantitativos de reducción de emisiones. El accionar sigue, pero se baja el perfil.

En este escenario, que ya se está haciendo realidad, no debemos dejar de pensar en que la evolución en estos años no ha dependido sólo de caprichos políticos, sino de una realidad ya presente en nuestro día, de la mayor incidencia del clima, la creciente diversidad de nuestras sociedades, y los riesgos y oportunidades que supone para todos, incluyendo las empresas. De igual manera, a pesar de los golpes que se esperan al multilateralismo, Europa y China siguen avanzado en su andamiaje regulatorio, que aunque pudiera ralentizarse, como algunas señales muestran en Europa, no se detendrá. Las empresas globales tendrán que atender también esos requerimientos y contextos. En Latinoamérica, esperamos también esa mirada a la competitividad global por parte de las principales corporaciones, incluyendo el sector financiero, y el empuje en sus cadenas de suministro.

*El autor es director América – Valora Consultores

pablodelarco@valoraconsultores.com

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