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Yo Claudia

No hay duda de que las cosas le han salido bien a la presidenta y hasta las bravuconerías de Donald Trump le han servido para fortalecerse. El tener una aceptación de más del 80% entre la gente es resultado de sus acciones desde que llegó al gobierno, pero no nos engañemos, no todo es positivo.
Desde la primera mañanera del pueblo, donde no hay pueblo y sólo periodistas, cambió el lenguaje y le bajó a la confrontación con los periodistas y analistas políticos. Su descalificación a los críticos se ha dado sólo en ocasiones y aunque sigue culpando al neoliberalismo de todos los males del país, se ha dedicado a tomar medidas más que a criticar. No se ha deslindado de López Obrador en el discurso, pero sí en los hechos.
En el combate a la delincuencia y a la inseguridad dejó de lado la política de “abrazos y no balazos”, por una estrategia directa para combatir a los cárteles, los laboratorios y el tráfico de drogas. El número de homicidios dolosos ha disminuido, pero estamos muy lejos de que se elimine la violencia en el país. Estos resultados fueron básicos para negociar con Trump la tregua en los aranceles.
Mas que hablar del fracaso de López Obrador en salud, se ha dedicado a resolver el problema de abasto de medicinas y a ampliar la red de hospitales y clínicas.
Además de en seguridad, el cambio más notable se está dando en la relación con los empresarios, sabe que si no hay crecimiento económico, su sexenio está perdido y requiere convencer al capital nacional y extranjero para invertir en México. López Obrador le dejo una economía parada y una mala relación con los empresarios y ha tratado de acercarse a ellos por todos los medios.
El problema que tiene es que ha apoyado varias reformas que le dejó López Obrador que son negativas para crear confianza entre los inversionistas. La eliminación de los organismos autónomos, pero sobre todo la reforma que desmantela el Poder Judicial es una amenaza real al Estado de Derecho en nuestro país.
La gente está feliz con poder elegir a su jueces, pero no se da cuenta del peligro de tener una Corte y un Poder Judicial totalmente controlados por el gobierno. Cuando se revisan las listas de los candidatas y candidatos a ministros y magistrados queda claro que los que salgan electos y electas estarán al servicio de Claudia Sheinbaum y de Morena.
Todo lo bueno que está logrando Claudia Sheinbaum no puede hacer que ignoremos lo que busca con la reforma al Poder Judicial. Tendrá en sus manos el control total de los tres poderes y en situación de conflicto con cualquier otro actor político o económico lo que prevalecerá es el intereses del gobierno y de su partido.
Si a esto le súmanos la reforma electoral que viene, en donde es posible que se eliminen los legisladores de representación proporcional, el control del Poder Legislativo a través de su partido Morena será total. Claudia Sheinbaum habla de democracia, pero no ha tenido la altura para reunirse con la oposición, por el contrario, cada vez que puede la descalifica como si fuera la presidenta no de México, sino de Morena. El haber marginado a la presidenta de la Corte de la ceremonia del 5 de febrero, deja claro que piensa que ella es el Estado.
El gobierno de Claudia Sheinbaum es un peligro para México, de nada sirven los éxitos que tenga en seguridad, salud y con el sector privado, si sigue avanzando en su afán de lograr el control total del poder político en el país. La realidad es que más allá de su popularidad, el país plural y democrático que todavía somos, le está quedando muy grande a Yo Claudia.