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Bomba arancelaria, ¿desactivada?

En el día previo a que estallara, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, logró desactivar, temporalmente, la bomba arancelaria que pretende imponer Donald Trump a todas las exportaciones mexicanas.
La nueva fecha fatal es el 3 de marzo de este año 2025. El estallido de la bomba se pospuso un mes.
Sin embargo, sigue amenazante el arancel de 25% a todas las importaciones de EU procedentes de México.
Estas representan el motor más potente del crecimiento económico nacional.
El explosivo fue diseñado y colocado por el equipo trumpista, para impactar en el corazón manufacturero mexicano.
El potente impacto, fue maquiavélicamente calculado, para amenazar, asustar y lograr dos objetivos no comerciales, con una herramienta comercial.
Para evadir el marco legal de su propio país y poder realizar la maniobra amenazante, Trump recurrió a la Ley de Poderes Económicos de Emergencia.
El marco legal del acuerdo comercial trilateral entre Estados Unidos, México y Canadá, el gobierno de Trump, ni siquiera lo tomó en cuenta.
Ante una negociación amenazante y no solicitada, el triunfo momentáneo, por parte de México, no es menor.
A la fuerza y brutalidad implícita del potencial castigo impositivo estadounidense, la respuesta del gobierno mexicano fue serena y por supuesto, como en cualquier negociación, tuvo que ceder.
Cedió, pero no sólo consiguió aplazar la aplicación de los aranceles.
También logró involucrar en el combate al fentanilo, al gobierno de EU, que se comprometió a revisar el tema de la venta de armas de alto poder a los grupos de narcotraficantes en México.
Lo más importante, es que México evitó lo peor. De los males, el menor.
El aplazamiento de la aplicación de los aranceles es positivo, porque el tiempo, implica siempre una oportunidad.
Aun y cuando el presidente Donald Trump, por su perfil voluntarista y revanchista, puede variar en sus reacciones y decisiones, de manera errática.
Por lo pronto, el gobierno mexicano aprovechó la ventana de oportunidad para encauzar el vendaval de amenazas, advertencias y ordenes ejecutivas, a la senda del diálogo y la negociación.
A unas horas de que entrara en vigor la aplicación del arancel, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, logró desarmar los módulos del artefacto impositivo antes de que el temporizador agotara su tiempo este primero 3 de febrero, fecha predeterminada para la entrada en vigor del obús arancelario.
El gobierno de México lo leyó con anticipación, evitó el escarceo verbal, y definió los términos que pondría sobre la mesa, en el momento cumbre al que buscaba llegar el presidente de Estados Unidos. La lectura predominante, en el ámbito profesional de los analistas, tanto como en la esfera gubernamental, anticipó que el amago arancelario estadounidense buscaba presionar al gobierno mexicano, para obtener avances en dos temas centrales: combate al fentanilo y contención migratoria.
Y en ese terreno, fue precisamente, en donde el gobierno, perdiendo, logró ganar tiempo.
México reforzará su frontera norte para evitar el paso de drogas a EU, con 10,000 elementos de la guardia nacional; EU analizará y eventualmente evitará la venta de armas a grupos criminales; y los equipos de seguridad y comercio de ambos países iniciarán trabajos conjuntos.
Sheinbaum reiteró y subrayó que se hará en coordinación, sin subordinación y respetando la soberanía de ambos países. Así se desactivó temporalmente la bomba arancelaria.
Una bomba arancelaria que provocaría una profunda recesión económica, una depreciación abrupta y notable del peso y la pérdida de competitividad, entre otros impactos negativos para México.
Casi en paralelo a la llamada que sostuvieron Sheinbaum y Trump, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, convocó a inversionistas a una conferencia sin preguntas y respuestas, en las que descartó la posibilidad de que la economía mexicana pudiera resentir una recesión económica como consecuencia de la aplicación del 25% de aranceles a México.
Subrayó que México cuenta con reservas internacionales por 230 mil millones de dólares que cubren más de 4.5 meses de importaciones más 44,000 millones de dólares de la Línea de Crédito Flexible del FMI y una línea swap del Departamento del Tesoro de EU.
Habló de la resiliencia de la economía mexicana, el fortalecimiento en 100,000 millones de pesos del fondo de estabilización fiscal y del compromiso de reducir el déficit fiscal del 5.7 al 3.9% del PIB este año.
Por último mencionó el bajo riesgo de la deuda federal denominada 84% en moneda nacional y mayoritariamente a tasa fija.
Sería egoísta regatear el valor del triunfo momentáneo del gobierno mexicano.
Sin duda, evitó severos impactos para la economía nacional.
Veremos si logra avanzar en su objetivo principal: fortalecer la integración norteamericana.
Veremos también si avanza en el objetivo de Trump de combatir al narcotráfico. Este sería un triunfo para EU y para México. Al tiempo.