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Sembrando Vida, la otra catástrofe
En 2019 la deforestación en México repuntó a un máximo en lo que va del siglo XXI (321,000 hectáreas perdidas de bosques y selvas), de acuerdo a las estimaciones recientes de Global Forest Watch. El 2020 apunta a ser peor. Esto es atribuible a subsidios perversos del gobierno aplicados con fines clientelares en el campo mexicano, entre ellos, destacadamente, el programa Sembrando Vida; despilfarro colosal de recursos del erario para establecer una vasta red político-electoral. El programa de marras carece de estudios de factibilidad y de estudios de mercado, indispensables estudios ecológicos y edafológicos, y de un obligado sistema de Ordenamiento Ecológico del Territorio. No existen Líneas Base territoriales para el programa, ni tampoco sistemas de monitoreo y geo-referencia de parcelas, ni delimitación de polígonos. Mucho menos, mecanismos creíbles de seguimiento, evaluación y reporte. Carece igualmente de criterios de conservación de la biodiversidad, corredores biológicos, y captura de carbono, y de sistemas adecuados de producción de plantas y de aseguramiento de supervivencia. Dada su adscripción y magnitud, representa igualmente una distorsión extrema en los procesos de la administración pública que revela un profundo desprecio por la racionalidad del Estado. Es llevado a cabo por la Secretaría del Bienestar, órgano de desarrollo clientelar del gobierno sin capacidades técnicas, y con un presupuesto –15,000 millones de pesos en 2019 y 28,000 millones de pesos para 2020– que supera en órdenes de magnitud, por ejemplo, a lo disponible para la Comisión Nacional Forestal y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.
Sembrando Vida –que abiertamente discrimina por el origen étnico de los beneficiarios– es un poderosísimo incentivo a la deforestación. Entrega 5,000 pesos al mes por cada 2.5 hectáreas incorporadas al programa, cantidad relativamente muy grande en el contexto rural, lo que representa un poderosísimo incentivo a la deforestación. Los propietarios del campo (ejidatarios, comuneros o propietarios individuales) desmontan tales superficies para hacerse acreedores a este subsidio extraordinariamente jugoso, aunque de acuerdo a las Reglas de Operación serían inelegibles. En la práctica no importa; nadie tiene interés ni puede verificarlo. El subsidio se entrega por adelantado. Además, el propio programa –formalmente– admite y promueve el desmonte de bosques o selvas secundarios o en sucesión ecológica (acahuales), y de tierras “ociosas” para ser “sembradas” con árboles “frutales o maderables” o elementos agroforestales. Todo ello sin supervisión adecuada, ni criterios técnicos claros, ni sistemas de monitoreo independientes, y con porcentajes mínimos de supervivencia total (7% de acuerdo a datos oficiales). El programa pretende “sembrar” más de un millón de hectáreas en 2020, lo que requeriría hipotéticamente más de 1,000 millones de plantas, cifra astronómica, a todas luces inalcanzable. Para el gobierno eso no es relevante; sino la consolidación de una gigantesca red clientelar capaz de soportar electoralmente su proyecto de hegemonía política.
Así, Sembrando Vida multiplica los impactos de la agricultura de subsistencia, de la expansión de la agricultura comercial (soya, palma africana), de los precios de garantía, y de subsidios ganaderos. Impulsa una nueva ola de deforestación en México, similar a la registrada en la década de los años 70 del siglo pasado, en el contexto de una Reforma Agraria recargada, subsidios agropecuarios, y propósitos de autosuficiencia alimentaria. Más grave aún, porque Sembrando Vida se ensaña particularmente con entidades federativas que históricamente sufren altas tasas de deforestación y que poseen uno de los acervos de mayor biodiversidad en México. Global Forest Watch los señala: Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Yucatán, Veracruz, Oaxaca.
Si en 2019 México perdió de esta forma 321,000 hectáreas de bosques y selvas, la cifra en 2020 será mucho mayor con la considerable ampliación del presupuesto de Sembrando Vida. Otra verdadera catástrofe.

