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¿Puede China alcanzar su meta de crecimiento para 2024?

En 2024, es probable que una combinación de caída del crecimiento del consumo y de la inversión inmobiliaria impida el crecimiento del PIB chino. Si China quiere cumplir su objetivo de crecimiento del 5%, el gobierno tendrá que compensar estos factores.
BEIJING. El 5 de marzo, en la apertura de la reunión anual de la legislatura de China, la Asamblea Nacional Popular (ANP), el premier chino, Li Qiang, anunció que la meta del gobierno para el crecimiento del PIB este año ronda en el 5 por ciento. Es una meta prometedora, pero si China pretende alcanzarla, el gobierno tal vez necesite ajustar su estrategia en materia de políticas.
Si bien el crecimiento anual del PIB de China alcanzó el 5.2% el año pasado, ha venido cayendo de manera sostenida, casi trimestralmente, desde 2010. No ayuda que China venga lidiando con una inflación muy baja y hasta con una deflación. El índice de precios al consumidor creció apenas el 0.2% en 2023, mientras que el Índice de Precios del Productor (IPP) se achicó 3 por ciento. Esto está en línea con las tendencias de más largo plazo: el IPC chino ha venido subiendo menos del 2% en promedio, desde 2012, y el IPP ha estado en terreno negativo durante buena parte de los últimos diez años.
Cuanto antes China revierta estas tendencias, mejor. De lo contrario, el impacto acumulado de factores estructurales de largo plazo como el envejecimiento de la población, los “efectos persistentes de histéresis” de las alteraciones económicas pasadas y la caída de la confianza harán que cada vez resulte más difícil, y hasta imposible, revivir un crecimiento satisfactorio. Afortunadamente, la ventana para una recuperación robusta todavía no se ha cerrado: con una política fiscal y monetaria más expansionista, el gobierno de China puede estabilizar el crecimiento del PIB en un nivel más alto en torno al 6 por ciento.
Los responsables de las políticas en China parecen reconocer la necesidad de cierta expansión fiscal. Según su presupuesto de 2024, que la ANP aprobó el mes pasado, el gobierno central aumentará su gasto en alrededor del 4% este año a 28.5 billones de yuanes (3,9 billones de dólares). Además de 4.06 billones de yuanes en bonos gubernamentales, el gobierno emitirá un billón de yuanes en bonos especiales del Tesoro de ultralargo plazo, y 3.9 billones de yuanes en bonos de propósito especial de gobiernos locales.
El gobierno chino sigue previendo que el déficit presupuestario será del 3% del PIB, lo mismo que el año pasado. Pero su ratio déficit-PIB “aumentado”, como lo define el Fondo Monetario Internacional, va a alcanzar el 8.2% en 2024. Es un paso en la dirección correcta, pero si China quiere alcanzar, e incluso superar, su meta de crecimiento del 5% tal vez necesite ir más allá.
No todos están de acuerdo. Algunos académicos se oponen a una política fiscal expansionista en China, con el argumento de que el país debería hacer que su modelo de crecimiento pase de depender de la inversión de capital a fomentar el consumo privado. Podrían llegar a decir, por ejemplo, que el consumo final representó apenas el 53% del PIB en China en 2022, comparado con el 82.9% en Estados Unidos.
Pero esta brecha se puede atribuir, en gran medida, a las diferencias en el consumo de servicios, que constituye dos tercios del consumo final en Estados Unidos, pero sólo el 43% en China, sobre todo porque los precios de los servicios son mucho más altos en Estados Unidos que en China. Por otra parte, el porcentaje del gasto en consumo total en bienes (inclusive comida) en China fue de 87.4% del porcentaje de Estados Unidos en 2022, aunque el PIB de China representa menos del 70% del de Estados Unidos.
En otras palabras, el porcentaje del consumo de bienes en el PIB es mucho más alto en China que en Estados Unidos. Asimismo, en 2023, el consumo final representó un crecimiento sorprendente del 82.5% del PIB de China, con un incremento de las ventas minoristas totales de bienes de consumo del 7.2% con respecto al año anterior. Sumemos a esto la persistente caída del porcentaje de la inversión en activos fijos del PIB en los últimos diez años y resulta evidente que tendríamos que ser cautelosos a la hora de caracterizar el patrón de crecimiento actual de China como “impulsado por la inversión”. Es cierto, el gobierno de China debería seguir promoviendo el consumo, sobre todo para hacer que la distribución de ingresos sea más equitativa. Pero, haga lo que haga, el crecimiento del consumo casi con certeza será inferior en 2024 que el año pasado, debido al poderoso efecto base pospandemia en 2023. Pero hay algo que ensombrece aún más las perspectivas de China: la inversión en bienes raíces, durante mucho tiempo, un motor principal de crecimiento, sigue en caída; ya cayó el 10% en 2022 y el 9.6% en 2023.
Una mayor inversión en infraestructura es vital para compensar los efectos adversos de la caída del crecimiento del consumo y la inversión inmobiliaria. Y como la infraestructura es un bien público, y tal vez no ofrezca el tipo de retornos voluminosos y de relativamente corto plazo que suelen buscar los inversores privados, el grueso del financiamiento para esa inversión debe ser aportado por el gobierno.
Desde que finalizó su paquete de estímulo de 4 billones de yuanes en 2008-09, en respuesta a la crisis financiera global de 2008, el aporte del gobierno central a la inversión en infraestructura ha sido insignificante: representó menos del 1% del total. Los gobiernos locales contribuyeron más: alrededor del 10 por ciento. Pero eso no sólo es insuficiente; también exacerba los riesgos de deuda tanto para los gobiernos locales como para los desarrolladores de bienes raíces, porque cuando los gobiernos locales invierten en infraestructura, deben recaudar fondos endeudándose a tasas de interés altas y vendiendo derechos de uso de la tierra.
Un cálculo somero indica que el gasto planeado del gobierno para 2024 muy probablemente no satisfaga las necesidades de financiamiento de infraestructura de China. De modo que, en el transcurso de este año, los responsables de las políticas tal vez tengan que ajustar su estrategia, por ejemplo, emitiendo más bonos gubernamentales de lo previsto. También podría hacer falta una expansión monetaria y que el Banco Popular de China baje su tasa de interés de referencia. No se puede descartar la posibilidad de que el gobierno chino tenga que implementar un tipo de alivio cuantitativo. Alcanzar la meta de crecimiento del 5% del gobierno este año no será fácil. La meta es alcanzable. Pero el gobierno tal vez necesite implementar una política fiscal y monetaria más expansionista de lo que ha planeado.
El autor
Yu Yongding, expresidente de la Sociedad de Economía Mundial de China y director del Instituto de Economía y Política Mundial en la Academia China de Ciencias Sociales, se desempeñó en el Comité de Política Monetaria del Banco Popular de China de 2004 a 2006.
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