Buscar
Opinión

Lectura 4:00 min

Las cachuchas de Armenta

main image

Alberto Aguirre

Alejandro Armenta nunca ha acudido a una audiencia presidencial. El presidente de la mesa directiva del Senado de la República llegó a ese cargo después de tres rondas de votación, hasta que el coordinador de la bancada morenista, Ricardo Monreal, negoció los respaldos suficientes para su unción.

En la víspera, hace una semana, derrotó a Higinio Martínez en la interna morenista. El senador mexiquense era el favorito, luego de las declinaciones de José Narro y Gabriel García Hernández, quien exhibió públicamente su falta de cercanía con Palacio Nacional.

Armenta es monrealista, está claro. Y las suspicacias sobre su lealtad a la Cuarta Transformación están fundadas, a la vista de su extensa hoja de vida. Durante tres décadas militó en el PRI, hasta el 2017, cuando renunció a la diputación federal para ser candidato del partido lopezobradorista al Senado. Un año antes había sido el coordinador de la campaña de la abanderada tricolor, Blanca Alcalá.

Su carrera inició en 1990, en el FJR de su natal Acatzingo. Como muchos otros cuadros que ahora son morenistas —entre ellos, Ricardo Mejía Berdeja— entonces era colosista. Y en 1992 apoyó a Manuel Bartlett Díaz, cuando alcanzó la gubernatura de aquella entidad. El PAN era la oposición más férrea y un conflicto postelectoral lo llevó a la alcadía por primera vez, por plebiscito.

El niño Armenta saltó de la secretaría general del PRI a la presidencia municipal. Para legitimar su mandato, decidió recorrer las comunidades de Acatzingo. Un líder agrario, llamado Prisciliano, le dio la mayor lección de su vida en el servicio público.

La asamblea comunitaria exigía al ayuntamiento que los dotara de agua potable. Prisciliano le ofreció al alcalde un vaso de agua con jagüey… lo mismo que tomaban los vecinos. Después le dio una cerveza (“la primera vez que tomé en mi vida”). Y finalmente, cuando lograron un acuerdo, brindaron con pulque. "Allí perdí la inocencia... pero aprendí las reglas de la política", recuerda.

El PRI lo hizo alcalde (dos veces), diputado local, secretario de desarrollo social y diputado federal. Simultáneamente, Armenta cuidó los negocios familiares, estudió dos licenciaturas —derecho y administración pública— y cumplió con una de sus grandes pasiones: reforestar la Sierra Norte de Puebla.

Para cumplir con la agenda legislativa, Armenta está dispuesto a grandes sacrificios. Forjado en las asambleas municipales, el senador poblano no teme al bloque de contención. Y para conducir los debates parlamentarios recordará a sus paisanos de Acatzingo, que antes de confiar en él, lo hicieron beber lo que ellos tomaban todos los días.

“Voy como árbitro”, dice a mediados de la semana, en vísperas del debate sobre la adscripción de la Guardia Nacional a las fuerzas armadas, iniciativa aprobada fast track en la Cámara de Diputado por la mayoría morenista. En la Cámara alta, por diseño institucional, las comisiones unidas debían sancionar la minuta de reforma, antes de que llegara al Pleno.

Morena controla las comisiones dictaminadoras, con los senadores Lucía Trasviña, Mónica Fernández Balboa y Olga Sánchez Cordero como operadoras principales.

Armenta prometió honrar las enseñanzas de sus paisanos y ser “atento, respetuoso y republicano” en la conducción de los trabajos legislativos. Pero como orgulloso integrante de la bancada morenista tenía claro que la aprobación a la iniciativa enviada por el Ejecutivo federal estaría lista esta misma semana.

Armenta cumplió con discreción su primera semana como presidente de la mesa directiva del Senado. A la moción suspensiva para frenar la discusión de la reforma a la Guardia Nacional, presentada por el líder de la minoría panista, Julen Rementería, dio trámite puntual. Desechada por Morena y sus aliados.

La solicitud de un Parlamento abierto para profundizar en el análisis del tema también fue rechazada. El PAN insistía en retirar el dictamen y abrir el debate. Armenta actuó con corrección, pero no toleró atrasos o dilaciones en el cronograma de la Cuarta Transformación.

“No estamos aquí para obedecer las órdenes de nadie, más que de aquellos que nos trajeron precisamente a esta representación”, se quejó el coordinador de la bancada blanquiazul. “Y no estamos cumpliendo con esa responsabilidad”.

Alberto Aguirre

Periodista y columnista de El Economista, autor de Doña Perpetua: el poder y la opulencia de Elba Esther Gordillo. Elba Esther Gordillo contra la SEP.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí
tracking reference image

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete