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Opinión

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La consistencia del sistema

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Sergio Mota Marín

La organización del desarrollo económico y social es la articulación sistemática, coherente y racional de medios y fines. Cada vez es más claro que la riqueza de una nación consiste no en el volumen de sus bienes materiales, sino en la consistencia de su sistema. Los recursos naturales de Sudamérica no son inferiores a los de Estados Unidos, pero la riqueza de ambas regiones es ampliamente diferente. La tierra de la India es mucho más rica que la de Japón, pero la riqueza comparativa de las dos naciones es a la inversa.

Tampoco es crucial el capital acumulado. Como señalara John Stuart Mill, el capital constantemente se consume y reproduce y este hecho explica lo que tan a menudo ha provocado admiración: la gran rapidez con la cual los países se recuperan de un estado de devastación. La desaparición en corto tiempo de todas las huellas de los males provocados por los terremotos, inundaciones, huracanes y los estragos de la guerra. Al final de la Segunda Guerra Mundial, Alemania se encontraba en ruinas, pero en breve tiempo se convirtió nuevamente en una de las naciones más prósperas del mundo. Hoy ocupa la cuarta posición a nivel mundial por el tamaño de su Producto Interno Bruto. Lo que cuenta es el sistema.

México tiene ahora una estabilidad macroeconómica cuyos componentes son la disciplina fiscal, una prudente política monetaria, la apertura comercial a través del T-MEC y un tipo de cambio flotante.

Si la política es el arte de lo posible y lo necesario, lo que falta es la inversión necesaria en capital humano, salud, seguridad social, educación, principalmente, así como una microeconomía competitiva que produzca empleos suficientes y que sea factor de crecimiento económico. Está en perspectiva una política industrial que aproveche el T-MEC y el proceso de relocalización industrial que se está operando en el mundo, particularmente por el desplazamiento de las empresas norteamericanas de China hacia otros países. México constituye un destino atractivo por la vecindad geográfica y experiencia manufacturera.

También han surgido propuestas para el fomento de políticas de desarrollo productivo.

Destaca la necesidad de diseñar políticas de innovación y difusión tecnológica que permitan absorber el caudal de experiencias institucionales mundiales sobre el desarrollo de un sistema nacional de ciencia y tecnología.

También políticas de capacitación que son determinantes para la competitividad. Educación para el trabajo.

El desarrollo de la infraestructura es otra política fundamental. Se trata de abastecimiento de energía, telecomunicaciones, redes de transporte, puertos, aduanas.

Políticas de reconversión productiva en sectores que necesitan elevar su productividad con decisiones innovadoras. Particularmente en el sector agropecuario con la sustitución de cultivos, así como un cambio en el uso del suelo de actividades agrícolas a ganaderas y silvícolas.

smota@eleconomista.com.mx

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Escritor y licenciado en economía, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. De 1984 a 1990 fue embajador de México ante el Reino de Dinamarca, donde se le condecoró con la orden Dannebrog.

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