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Encuestas y leyes absurdas, el ejemplo de Guerrero
Estamos a unos días de la primera elección del 2011 en México y, como encuestador, es de los estados más interesantes para comentar; primero porque es la entidad que siempre se menciona como ejemplo de falla de las
exit polls, ya que en 1999 ante una elección cerrada, uno de esos ejercicios se adelantó y dio ganador al PRD, lo que unas horas después fue corregido por todos con conteos rápidos, declarando ganador al PRI. Eso muestra lo importante de la espera, lo importante de una declaración de too close to call y la diferencia de ambos métodos.
Pero el mayor interés que tengo es porque presenta una oportunidad clara para mostrar lo absurdas, lo atrasadas y otros adjetivos que prefiero no usar para no ofender a quienes aprueban el tipo de leyes electorales que ahí operan, una ley que borda en la represión, que prohíbe a los ciudadanos enterarse del resultado de encuestas; una ley que autoriza sólo a quienes se encargan esas encuestas (que son los mismos que aprobaron esas leyes) a conocer las probabilidades de triunfo de cada candidato, limitando ese valioso conocimiento al resto de ciudadanos; una ley que prefiere que el votante no racionalice ni le dé utilidad a su voto (en caso de que este efecto lo generen las encuestas) y que mejor lo decida con criterios menos racionales; una ley que recuerda a la quema de libros para evitar la difusión de conocimientos. Este tipo de leyes prohíbe, además, a todo mexicano hacer un trabajo que debería tener libertad de realizar. Los que se esconden atrás de ellas no le dan permiso y ese permiso lo dan sólo si se paga dinero para hacerlo. Así de absurdo: Si quieres hacer encuesta, págame .
A veces veo a integrantes de los medios haciendo eco de esas leyes y comprándoles el argumento retórico de control a las encuestadoras, sin entender que la ley ataca de manera directa a otra gran libertad, la de prensa, la de expresión, prohíbe decir: este candidato va ganando o publicar el resultado de 1000 entrevistas y eso bajo ningún criterio puede ser positivo.
Para hacer lo anterior, utilizan un argumento falso. Dicen: Protegen a los ciudadanos de las mentiras de las encuestas , nada más absurdo que eso, ¿ahora resulta que les interesa proteger al ciudadano de las mentiras? No los he visto supervisando si alguna noticia es falsa, tampoco los he visto revisando discursos, promesas o acusaciones. Toda campaña está llena de mentiras y si algo se acerca más a la realidad (no a la verdad) es la medición de las preferencias electorales hecha por empresas reconocidas en su prestigio, creo que este hecho les estorba porque quienes hacen las leyes son los mismos que quieren después hacer campañas.
Pero no es todo. Su ley llega al absurdo (¿Ya son muchos absurdos no?) de provocar intencionalmente errores. Pide, por ejemplo, que todo aquel que quiera pagar la extorsión legal por hacer un trabajo legítimo (a lo que llaman fianza) debe aceptar no utilizar los logotipos de los partidos en el cuestionario , entregar previamente los lugares donde se realizará la encuesta y otros requisitos parecidos que van en contra de una buena encuesta. Por espacio no hablo de otros detalles de esta ley que va en contra de los derechos fundamentales. Hasta coraje da pensar en que legisladores electos por los ciudadanos hayan pensado que esto favorecía a esos ciudadanos.
Perdón, creo, exageré al pensarlo así que el coraje es en vano.
¿En verdad quieren evitar mentiras? ¿No se dan cuenta que lo que hacen es simplemente vender permisos para mentir? Quien quiera hacerlo sólo debe registrarse, pagar la extorsión y, con ese certificado, publicar lo que quiera presentándose como autorizado por las leyes y sus instituciones, así de fácil. Y por otro lado la totalidad de las empresas agrupadas en la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública, sin excepción, tomaron la decisión desde hace años de no ceder ante las extorsiones que en algunos estados pretender realizar y donde Guerrero es la principal muestra. Tal vez el saldo es aceptable para que los que diseñaron esas leyes mantengan al ciudadano en el desconocimiento, la vieja forma de pensar de los dictadores.
No les importa que en el mundo democrático las cosas sean distintas, suspiran por otro tipo de modelo de Estado.
En mi caso, aún antes del inicio formal de las campañas, la filtración (no publicación) de una encuesta motivó una demanda para evitar futuras publicaciones. Al cierre de las campañas, veo que aparecen grabaciones, golpeados, despensas, promesas firmadas, utilización de padrones y muchas otras cosas de las que se han acusado mutuamente y que no sé si sean ciertas, pero me sirven para ejemplificar su argumento falso de temer el efecto de una encuesta inventada al mismo tiempo que quienes aprobaron esa ley son parte de los acusados; mi conclusión es que tienen miedo a las mentiras cuando no son ellos las que las dicen, no pueden permitir que los ciudadanos mientan, ese monopolio también es de ellos, pero el peor escenario es cuando los ciudadanos dicen la verdad, entonces sí, su miedo se convierte en temor.