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Opinión

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El segundo piso de la confrontación

Morena y sus aliados tienen la mayoría absoluta para aprobar las reformas legislativas y constitucionales que necesiten, al menos durante los siguientes tres años. 

Ya lo demostraron. La Reforma judicial es la prueba viviente de que son capaces de todos los excesos, hasta de aceptar el voto de la infame dinastía Yunes, con todo y los señalamientos de corrupción, pederastia y abuso de poder. 

El regalo al Tlatoani fue servido en charola de plata. 

La víspera de la entrega del bastón de mando, Claudia Sheinbaum tiene toda la estructura legal en su poder. Una amplia mayoría en la Cámara de Diputados y el Senado, la mayoría en 27 de 32 congresos locales y un Poder Judicial ahora agazapado, humillado, adolorido. 

La presidenta electa se ha declarado lista para construir el segundo piso de la transformación. ¿Va a lograrlo?

El presidente le heredó a Sheinbaum Pardo una importante fortaleza política y, junto a eso, una herencia maldita: miles de hogares en luto con el asesinato de más de dos mil personas durante su sexenio y los estados de Sinaloa, Michoacán, Chiapas, Tamaulipas, Guanajuato, Baja California, Estado de México, Chihuahua,Guerrero y Jalisco bajo el fuego de los criminales.

Además de un sistema de salud desmantelado con casi 67 millones de mexicanos sin seguridad social, más de 50 mil personas desaparecidas, al menos 100 mil personas desplazadas por la violencia y miles de familias afectadas por las inundaciones, cierres de caminos, deslave de cerros y caída de árboles en Veracruz, Puebla, Estado de México y Morelos.

El escenario es desalentador. 

Los millones de votos que le hicieron ganar la Presidencia (35) son muchos, pero no son todos. Hay millones de mexicanos que no votaron por Sheinbaum ni por Morena: la oposición obtuvo 22 millones de votos y alrededor de 60 millones de mexicanas y mexicanos se abstuvieron. El triunfo de Morena fue inobjetable, pero no unánime.

¿Cuál será el talante del gobierno de Sheinbaum? El diálogo activo y la negociación o la confrontación y el descrédito. 

A lo largo de su sexenio, López Obrador alimentó el odio y la polarización. Le resultó más fácil calumniar a periodistas, deshacer la reputación de sus críticos y apostar a la persecución de sus detractores. 

Claudia Sheinbaum ha manifestado públicamente admiración y agradecimiento a su tutor. Y aunque repite, una y otra vez, que "es un honor estar con Obrador", resulta alentadora la declaración del coordinador del equipo de transición, Juan Ramón de la Fuente, cuando afirmó que “no habrá rupturas ni sumisión”.

Las fuerzas minoritarias también tienen un lugar en la democracia y es preciso que el sello de la primera mujer Presidenta de México sea el de la madurez, la sensibilidad y elrespeto para escuchar las voces críticas y abrir los puentes del diálogo y la negociación.

Nadie quiere que claudique a su derecho de mayoría, legítimamente ganado en las urnas, pero debe tener siempre presente que los mexicanos no le extendieron un cheque en blanco.

Levantar un segundo piso de la confrontación sería desastroso para el desarrollo económico y para la estabilidad política y social del país. Repetir la dosis y difamar, acusar, mentir, desdeñar, corromper, perseguir, ignorar, imponer, destruir y burlar, será la ruta perfecta hacia el fracaso.

Más allá de la propaganda y las disputas, se requiere volver a conjugar los verbos de la democracia: debatir, escuchar, unir, respetar, ceder, pactar y construir.

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Reportera y conductora de @ADN40 corresponsal, escritora Hannia Novell a las 5 Radio 105.3 FM columnista de PoliticoMX, EjeCentral y El Economista.

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