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Opinión

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Colosio: misterio sin resolver

El 23 de marzo de 1994, en Lomas Taurinas, Tijuana, Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato del PRI a la Presidencia de la República, fue herido gravemente, y una hora después declarado muerto en el Hospital General de dicha localidad.

Al parecer fue víctima de un asesino solitario, aunque al principio de las investigaciones del primer fiscal especial del caso, Miguel Montes García, aventuró la teoría de una acción concertada.

El fiscal se reunió con el presidente Salinas de Gortari para mostrarle el video donde se observan a, por lo menos, siete personas en formación diamante todas coludidas para acabar con la vida del candidato sonorense. Además del que disparó, Mario Aburto, en la operación estaban involucrados los miembros de un grupo denominado El TUCAN Todos Unidos Contra Acción Nacional en el que participaban: Tranquilino Sánchez, dos jóvenes identificados como El de lentes y El clavadista, Vicente y Rodolfo Mayoral y Rodolfo Rivapalacio. Don Miguel no tenía experiencia en criminalista y muy poca en derecho penal, pero por lo demás era sabio y como es de sabios cambiar de opinión, se desdijo de su visión complotista y aseguró que el crimen era imputable a un solo homicida: Mario Aburto. Según Guillermo Hopkins Gámez, amigo y paisano de Colosio, Montes cambió la tesis del complot por la del asesino solitario tras recibir amenazas que llegaron de las más altas esferas del poder. (Cuando uno dice esferas la asociación de ideas lo lleva a la Navidad y, por consiguiente, a los árboles típicos de ésta época: Los Pinos).

Diana Laura Riojas, viuda de Colosio, calificó la tesis del asesino solitario como poco convincente. Lo incongruente es que el tirador solitario disparó la primera vez al lado derecho de la cabeza de Colosio. El segundo disparo se lo dio en el abdomen del lado izquierdo. El cuerpo del candidato, supuestamente por la inercia del primer tiro, dio un extraño, y sospechoso, giro de 90 grados. (No me haga mucho caso, pero por ahí he sabido que las balas con las que perdió la vida el nacido en Magdalena de Kino, Sonora, eran de distintos calibres).

Cuando Montes renunció a la fiscalía, lo suplió la jurista y académica Olga Islas de González Mariscal, que trató de reconstruir los hechos inmediatos al atentado. Imposible hacerlo porque ya el escenario del crimen había sido cambiado. Su conclusión fue que Aburto fue interrogado fuera de la delegación de la PGR en Tijuana aprovecharon el interrogatorio para rasurarle el bigote, enchinarle el pelo y aumentarle unos centímetros de estatura y de cachetes, todo por cortesía del gobierno de Sonora. Durante la gestión de la señora Islas, Aburto fue condenado a 42 años de prisión.

El tercer fiscal designado fue el truculento Pablo Chapa Bezanilla remember La Paca. Él resucitó la versión de la acción concertada por medio de un segundo tirador que resultó ser, en esta ocasión, un chofer de la comitiva priísta: Othón Cortés Vázquez, quien se aventó una sopita de 18 meses en el bote. Fue puesto en libertad luego de que el fiscal Chafa Bezanilla cayera en el desprestigio.

Por cierto, Tranquilino Sánchez y Vicente y Rodolfo Mayoral salieron de la cárcel durante el encargo de Pablo Chapa. Deberían haber salido cuando Montes decretó la tesis del asesino solitario, pero así se administra la justicia en nuestro surrealista país y aléguenle al ampáyer.

Todavía hubo un cuarto fiscal del caso: Luis Raúl González Pérez. Tres años después del hecho no pudo concluir nada nuevo.

Cuando se le preguntó a Carlos Salinas quién había asesinado a Colosio, dijo que la nomenclatura del PRI. Debería haber sido más específico y dar nombres porque para mí en lo más alto de la nomenclatura priísta siempre ha estado el presidente de la República.

Recién salió el libro Colosio, el futuro que no fue, coordinado por Alfonso Durazo, escrito por el propio Durazo, así como amigos, periodistas e, inclusive, sus hijos: Luis Donaldo y Mariana Colosio Riojas escribieron la presentación y el epílogo, respectivamente.

En dicho libro el periodista y ex priísta Julio Hernández López escribió: Después del asesinato de Colosio esperé que el priísmo nacional exigiera claridad en las investigaciones y castigo no solamente a un autor material sino, además, a quienes hubieran tejido esa trampa poderosa. Como presidente del Comité Directivo estatal de San Luis Potosí comencé a hacer declaraciones que entraron en una fase de confrontación con la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional, María de los Ángeles Moreno, a quien yo reprochaba la pasividad mostrada ante los manoseos y truculencias judiciales del caso. En una reunión del Consejo Nacional del PRI solicité la palabra para insistir en la necesidad de que se esclareciera lo sucedido en Lomas Taurinas y dije que las luces deberían enderezarse incluso hacia las más altas instancias del poder nacional en aquellos momentos. Mi postura metió en problemas al gobernador de San Luis Potosí, quien movilizó al aparato priísta estatal para que me desconociera como dirigente, a pesar de que no había ninguna causa que conforme a los estatutos de ese partido permitiera mi remoción. Fue una batalla enteramente desigual con la estructura directiva tradicional volcada en contra mía para cumplir la consigna gubernamental, que a su vez obedecía a presiones provenientes de la capital del país, específicamente del bando salinista .

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