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Opinión

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ChatGPT: ¿Estamos preparados para la disrupción?

La Primera Revolución Industrial nos llevó como humanidad a transformar la relación de trabajo que manteníamos los humanos con los animales para convertirlo en maquinaria. La Segunda, abrió paso a la tecnología en la fabricación y producción que permitió la adopción generalizada de sistemas tecnológicos. La Tercera, mutó la tecnología análoga en tecnología digital.

Klaus Schwab, el presidente del Foro Económico Mundial, popularizó el concepto de la Cuarta Revolución industrial que conceptualiza los cambios radicales en la tecnología, las industrias y los procesos sociales en el siglo XXI por la creciente interconectividad y la automatización inteligente liderada por la inteligencia artificial.

Esa inteligencia artificial ha convivido entre nosotros desde principios de los años 80 y hoy la reconocemos en las súper computadoras móviles, los robots inteligentes, los coches autónomos, la neurotecnología o la edición genética, solo por mencionar algunos usos.

Pero la evidencia de los beneficios y retos que presenta la masificación y popularización de la inteligencia artificial se ha hecho verdaderamente latente con ChatGPT, un generador de texto de inteligencia artificial, considerado como el futuro del trabajo en ciertas industrias. Una herramienta gratuita que requiere de una conexión sencilla a internet y que puede ser utilizada por cualquier persona para responder preguntas o escribir textos que difícilmente alguien podría diferenciar de aquellos escritos por humanos expertos en sus temas.

ChatGPT es la primera herramienta pública de inteligencia artificial que tiene un impacto en diversas disciplinas, economías e industrias y que ha generado todo tipo de debates sobre lo que significa ser humano junto con las disrupciones que generan lo desconocido sobre todo en términos educativos, laborales, éticos y legales.

El éxito que ha tenido ChatGPT junto con la adopción de usuarios no se había visto en la historia de Internet. Los expertos aseguran que la inteligencia artificial ha capturado la imaginación de las personas como ninguna otra tecnología lo había hecho desde la llegada del iPhone en 2007.

Sam Altman es el cofundador y director ejecutivo de OpenAI, la empresa detrás del chatbot. Desde San Francisco ha estado involucrado en diversos proyectos tecnológicos hasta que en 2015 logró el fondeo de Elon Musk, de Tesla, y Reid Hoffman, cofundador de Linkedin. Hace apenas un par de días, Microsoft anunció una nueva inversión multianual y multimillonaria con el laboratorio de inteligencia artificial OpenAI. La inversión es la tercera fase de la asociación, luego de las inversiones anteriores en 2019 y 2021.

Pero la emoción sobre la herramienta ha generado preocupación sobre el impacto a corto y mediano plazo que un cambio tan significativo puede alterar en la manera de vivir. Investigaciones confiables han predicho que la inteligencia artificial podría desplazar los trabajos de hasta 1,000 millones de personas en todo el mundo durante la próxima década y provocar que 375 millones de trabajos queden obsoletos. A pesar de que los cambios traen consigo oportunidades y también creará millones de trabajos más en esa transformación, la transición podría ser desafiante, por decir lo menos.

En días pasados, la herramienta de ChatpGPT ya aprobó un examen en Wharton Business School, pasó un examen de leyes en la Universidad de Minnesota y un senador demócrata introdujo una legislación escrita con la ayuda de ChatGPT. Eso mientras las escuelas y universidades prohíben y bloquean su uso ante la proliferación de trabajos que se realizan en la herramienta.

El mundo comienza a tomar en serio el reto que en este 2023 y en los próximos años traen las tecnologías disruptivas como ChatGPT: Europa está desarrollando una Ley de Inteligencia Artificial, pero aún están trabajando para identificar los objetivos y las reglas específicas.

En Estados Unidos los reguladores y legisladores están planteado todo, desde regular el uso de algoritmos hasta una nueva agencia para regular la inteligencia artificial, pasando por el uso de las leyes de discriminación existentes para responsabilizar a las empresas.

Mientras eso sucede, en México nos debemos preparar para beneficiarnos de la inteligencia artificial mediante la promoción del uso, la adopción, la adaptación y el desarrollo de la tecnología preparando a la fuerza laboral para el trabajo en el nuevo siglo: desarrollar habilidades digitales y construir y fortalecer habilidades complementarias como la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico y la creatividad. Debemos ocuparnos de quienes perderán en la transición a nuevas formas de trabajo. Todo acompañado de marcos éticos y regulaciones para estas tecnologías, porque esto apenas es el comienzo.

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