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Opinión

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Camionetas SUV, depredación e irresponsabilidad

Gabriel Quadri de la Torre

Las grandes camionetas SUV (Sport Utility Vehicles) se multiplican como plaga. Son objeto de deseo adictivo en un número creciente de personas. Su participación en el mercado crece día con día, y así, sus gravosas consecuencias sobre el clima del planeta, la calidad del aire, la utilización de recursos naturales, y los patrones de convivencia en la ciudad.

Pocas veces, decisiones personales o familiares de conducta y consumo, como la adquisición y empleo de SUV, pueden tener impactos colectivos tan grandes. La Agencia Internacional de Energía (AIE) publicó en días pasados un serio análisis sobre las implicaciones del desbordado crecimiento en el número de camionetas SUV en el mundo. A pesar de que, en el 2020, debido a la pandemia, se redujeron en 7% las emisiones de CO2 relacionadas con el uso de energéticos (la caída más pronunciada registrada en la historia), insólitamente, las de los vehículos SUV crecieron, no obstante, el encierro y la aguda contracción económica.

Las SUV consumieron en 2020 más combustibles que en 2019, llegando a 5.5 millones de barriles diarios. Lo anterior, en contraste con los vehículos tradicionales (autos) cuyos consumos cayeron más de 10%, debido a la propia pandemia, menor participación en el mercado, mayor eficiencia energética, y a un aumento considerable en la venta de autos eléctricos, que creció en más de 50% en 2020, especialmente en China, la Unión Europea y Estados Unidos. Los vehículos eléctricos llegaron el año pasado a abarcar ya más del 15% del mercado en Alemania, Francia y Gran Bretaña, y más de la mitad en Noruega.

Sin embargo, en 2020, las reducciones en emisiones y consumo de combustibles derivadas de un mayor número de vehículos eléctricos fueron más que compensadas por la explosión en el número de SUV. Estas han alcanzado un 42% de participación en el mercado global de vehículos, 39% en Europa, y 50% en Estados Unidos. La flota total global de SUV se ha multiplicado de 50 millones de unidades en 2010 a 280 millones de unidades en 2020. En México, las ventas de SUV aumentaron apreciablemente, de representar 21% de mercado en 2017, a casi el 27% en 2020.

En consecuencia, las emisiones de CO2 de las camionetas SUV se han triplicado en la última década. En países desarrollados, es el único segmento de actividad que ha visto expandir sus emisiones; se han reducido en la generación de electricidad, climatización de edificaciones, manufactura, industria pesada, y otras modalidades de transporte. En países emergentes, las emisiones SUV han crecido a tasas muy superiores a las de otros segmentos de actividad o sectores económicos. El impacto ambiental y climático de las SUV es manifiesto, al reconocerse que su consumo de combustible y sus emisiones son entre 20% y 30% mayores que las de un auto mediano convencional en recorridos equivalentes.

Y esto no se resuelve con la electrificación. Las SUV eléctricas representan el 44% de todos los modelos eléctricos disponibles en el mercado. Sin embargo, tienen un peso promedio entre dos y tres toneladas, el doble o el triple que un auto convencional; por ello, la potencia del motor, la capacidad de las baterías y el consumo de energía son muy superiores a los autos también eléctricos. Su impacto ambiental y climático es muy preocupante, dado que, en el mundo, todavía, cerca del 80% de la energía eléctrica es producida con combustibles fósiles (en México es un porcentaje similar). A esto debe agregarse que las SUV eléctricas requieren mucho mayores cantidades de metales como acero, litio, níquel, cobalto y tierras raras, que implican profundos efectos sobre el medio ambiente.

Para cumplir con el Acuerdo de París en materia de cambio climático es fundamental, además de lograr un sector eléctrico basado en energías limpias, incrementar significativamente la participación en el mercado de vehículos eléctricos y de combustión interna ligeros y eficientes. Los gobiernos deben diseñar políticas que cambien incentivos, de tal forma que disminuyan la demanda de vehículos innecesariamente pesados y con altos consumos de energía (combustibles fósiles o electricidad). Francia ha marcado el ejemplo, imponiendo un fuerte gravamen orientado en específico a las SUV. Los automovilistas debemos asumir conciencia de todo ello, y alinear nuestras preferencias con los imperativos globales ambientales y climáticos. Se trata de responsabilidad individual y solidaridad humana global. También se trata de hacer a un lado el mal gusto, prepotencia, agresión y derroche que encarnan – sobre todo – las grandes camionetas SUV.

@g_quadri

Gabriel Quadri de la Torre

Político, ecologista liberal e investigador mexicano, ha fungido como funcionario público y activista en el sector privado. Fue candidato del partido Nueva Alianza a Presidente de México en las elecciones de 2012.

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