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Opinión

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Autoritarismo o libertad

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Isaac Katz

Los dos artículos pasados señalé que el presidente López, con una ideología arcaica y con un carácter autoritario encabezando un equipo de incompetentes se dedicó a destruir al gobierno, a destruir programas, a destruir instituciones, a ensuciar el marco legal para ajustarlo a su ideología y sus caprichos, a mermar los contrapesos al debilitar a los órganos autónomos del Estado y a socavar la independencia del Poder Judicial con el nombramiento de tres ministras incondicionales y serviles en la Suprema Corte de Justicia de la Nación todo ello con la complicidad de legisladores serviles y abyectos.

Sus fracasos en varias áreas de política pública (salud, educación, seguridad, energía e infraestructura) fueron estrepitosos y con un alto costo no sólo presupuestal sino también en el bienestar de la población. Terminará su sexenio y el PIB per cápita no habrá crecido, la mayor parte de los empleos creados habrán sido los informales, más mexicanos habrán migrado ilegalmente hacia Estados Unidos, la población tiene un peor sistema de salud público, un sistema escolar gubernamental deteriorado y de peor calidad y unas finanzas públicas notoriamente debilitadas y comprometidas por programas sociales de corte populista y por sus caprichos de inversión publica. Terminará su sexenio dejando a México no sólo con un menor bienestar sino también, y peor aún, con un arreglo institucional más débil que hará más difícil y caro crecer en los próximos años. México es, en 2024, menos próspero y libre que en 2018.

Ahora estamos a una semana de acudir a las urnas para las elecciones más importantes que México haya tenido en su historia; el futuro de México, la libertad y el bienestar de los mexicanos está en juego. Tenemos frente a nosotros a dos candidatas con visiones totalmente diferentes de lo que tiene que ser México, del papel que deba jugar el gobierno, de como tiene que ser el arreglo institucional que enmarque las acciones e interacciones de los individuos y de las organizaciones. Tenemos frente a nosotros a dos candidatas que ven de manera muy diferente a los individuos, su lugar y su rol en la sociedad, dos visiones diametralmente opuestas con relación a lo más importante del sistema: la libertad individual en sus dos dimensiones, la política y la económica, las dos caras de una misma moneda.

Por una parte, Claudia Sheinbaum, más autoritaria y radical que López, ha señalado que está dispuesta a seguir y profundizar las políticas seguidas por él, no importa que muchas de ellas hayan sido un notorio fracaso. En cuanto a la libertad política, ella ha apuntado que está a favor de las reformas constitucionales que propuso López el pasado 5 de febrero. Éstas, de ser aprobadas por el Congreso, implicarían la efectiva desaparición de poderes, transitando hacia un sistema en donde tanto el Poder Legislativo como el Judicial estarían, de facto, subordinados y controlados por el Poder Ejecutivo. Esto, junto con la desaparición del INAI, acabaría con el sistema de contrapesos y de rendición de cuentas. Habríamos pasado a un sistema político autoritario y opaco que restringe por ese sólo hecho la libertad política de los individuos.

En materia económica, Sheinbaum es de las que están convencidas de que un sistema centralizado de planeación y control estatal de la actividad económica sí funciona, no importa la abrumadora evidencia histórica internacional que hay en contra. Ella, como lo ha señalado, apuesta a un “fortalecimiento de las actividades productivas” del gobierno, no importa que lo hecho en esa línea haya sido un monumental fracaso ni que no es función del gobierno producir bienes privados. Además, al desaparecer los órganos autónomos en materia de competencia económica (IFT y Cofece), el Poder Ejecutivo asumiría la función regulatoria, decidiendo desde el poder político quien sí invierte, en qué sectores y cuando, qué empresas ganan y cuáles no pero con un solo seguro perdedor: el consumidor mexicano, es decir, todos. Sería un sistema económico de capitalismo de Estado, uno de capitalismo de compadrazgo, totalmente discrecional y potencialmente muy corrupto, violatorio del T-MEC e incompatible con que México es una economía abierta e integrada a un mundo económico muy competitivo. La apuesta económica de Sheinbaum, de hecho, cancelaría la libertad económica de los individuos en línea con la cancelación de la libertad política.

Xóchitl Gálvez por su parte, apuesta al fortalecimiento de las instituciones democráticas, de la efectiva división de poderes y de los órganos regulatorios autónomos. En consecuencia, ella está a favor de la existencia de un efectivo sistema de contrapesos y de rendición de cuentas a la ciudadanía. Ella apuesta por tener un íntegro y sólido sistema político caracterizado por ser una democracia liberal y por la plena libertad política de los individuos, estando sus derechos efectivamente protegidos y garantizados.

En materia económica, Gálvez postula la existencia de reguladores fuertes que promuevan la competencia en los mercados bajo un sistema de reglas claro, trasparente y no discrecional, compatible con el hecho de que la economía mexicana es una muy abierta al comercio y a los movimientos internacionales de capitales y con varios tratados de libre comercio y de protección de la inversión. Gálvez postula, compatible con la plena libertad política de los individuos, su también plena libertad económica.

Así, habrá que elegir entre Sheinbaum, quien postula un sistema político y económico autoritario que inhibe la libertad y en donde el individuo está subordinado al Estado o Gálvez, quien apuesta por un sistema político y económico liberal, uno en donde el rey es el individuo y el Estado le garantiza reglas claras con derechos plenamente garantizados y protegidos.

Mi voto es por la libertad, mi voto es por Gálvez.

X: @econoclasta

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