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Opinión

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Ansiedad social y comidas en solitario

Liliana Martínez Lomelí

En la búsqueda de las causas, necesitamos entender qué motivadores y qué presiones son las que subyacen para que una persona sienta la necesidad de aislarse

La ansiedad y el estrés aquejan a una gran parte de la población. Acá observamos algunos puntos relacionados con la ansiedad social y las comidas en solitario.

La ansiedad social es la sensación de angustia, incomodidad y vulnerabilidad que una persona puede sentir cuando interactúa en situaciones sociales. Dentro de las interacciones sociales que crean vínculos, las ocasiones de consumir alimentos son para algunos situaciones que generan ansiedad social.

El hecho de compartir los momentos de consumo de comida está vinculado en la percepción de las personas con ocasiones conviviales. ¿Pero qué sucede cuando son vividas de una manera totalmente contraria? La ansiedad social es una condición que muchas personas experimentan. No significa que tengan una animadversión con las personas que participan en la comida, ni que esencialmente la situación se les imponga como una tarea difícil de realizar. Tener ansiedad social tampoco indica que esas personas desprecian a los demás. En diferentes estudios, se ha abordado la cuestión de comer sólo como una aproximación a los consumos de comida actuales. No desde una óptica juiciosa en la que se tache de desviada a la persona que lo hace, sino desde una comprensión para entender por qué las personas oscilamos entre conductas en las que a veces preferimos estar con un gran grupo de personas y otras veces preferimos consumir nuestro platillo en soledad.

Es un hecho que el grupo social establece convenciones y normas que de manera implícita aprendemos a seguir desde pequeños. Por ello, en ocasiones, las comidas en grupo generan en algunas personas, que padecen trastorno de ansiedad y estrés, cierta incomodidad. Con quién se come y qué, qué se dice, qué no se dice, cómo moverse, qué no hacer, etcétera, son normas sociales que se van incorporando y que constantemente estamos practicando.

hoy en día, es casi imposible que una persona en toda su vida no haya sentido una situación de ansiedad o de estrés. La cuestión con la ansiedad es que las personas la manifiestan de maneras diferenciadas y un tipo de manifestación es la ansiedad que provoca interactuar socialmente. Vivimos en una era en la que en mayor medida tenemos la opción de no interactuar a la hora de consumir los alimentos, ni siquiera es necesario hablar por teléfono a un desconocido para pedir una pizza, puesto que todo se puede hacer por medio de una app que disminuya la interacción con desconocidos.

Más allá de la autoexclusión o del aislamiento en situaciones sociales, en la búsqueda de las causas de la ansiedad en la vida cotidiana necesitamos entender qué motivadores y qué presiones son las que subyacen para que una persona sienta la necesidad de aislarse repetidamente. El comer solo o acompañado no son conductas que por sí mismas aporten un juicio de valor sobre lo que está bien y lo que está mal. Todas las personas tienen la dualidad de ser seres sociales y de retirarse consigo mismas. Tratar la ansiedad social a la hora de comer requiere entonces un abordaje sin prejuicios. Se entiende que las causalidades que subyacen detrás de esa incomodidad de estar en público podrían ser producto de las altas expectativas y de las maneras de relacionarnos en una sociedad que promueve las interacciones sociales bajo un esquema que idealiza la felicidad y la convivialidad hasta un punto inalcanzable.

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Liliana Martínez Lomelí

Columnista de alimentación y sociedad. Gastronauta, observadora y aficionada a la comida. Es investigadora en sociología de la alimentación, nutricionista. Es presidenta y fundadora de Funalid: Fundación para la Alimentación y el Desarrollo.

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