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Opinión

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25 años del Vive Latino

Escenario principal del Vive Latino 2020. Foto: Reuters

Escenario principal del Vive Latino 2020. Foto: ReutersREUTERS

El festival Vive Latino celebra esta semana 25 años de existencia. El festival se ha convertido en una pieza fundamental para el desarrollo y crecimiento de la industria de conciertos en México. Es un festival recibe cobertura internacional y puede codearse entre la marquesina con otros como Coachella, Lollapalooza o Glastonbury

En la primera edición, los días 28 y 29 de noviembre de 1998, el Vive Latino tuvo a 42 artistas en 2 escenarios en lo que antes se llamaba el Foro Sol del Autódromo Hermanos Rodríguez. Y salvo en dos ocasiones, el festival se ha celebrado anualmente sin pausas.

Ha debido evolucionar y adaptarse a los tiempos. El Vive Latino abrió la puerta para que existan festivales como el Corona Capital, Hipnosis, Pitchfork Music Festival, Hera que han forjado su propio camino e identidad musical.

La edición de 2025 incluye a más de 60 artistas en 5 escenarios: Caifanes, Zoé, Molotov, El Haragán y Cía, Víctimas del Dr. Cerebro, Los Guapos, Scorpions, Sepultura, Foster The People, Meme del Real, Mikel Izal, La Lupita, Mon Laferte, Cuarteto de Nos, Keane, Los Ángeles Azules, Happy Fi, Nortec: Bostich + Fusible, Aterciopelados y Duncan Dhu, por mencionar algunos nombres.

El Vive Latino ha tenido que adaptarse a un panorama cambiante en toda la industria musical, donde las giras y los conciertos se han convertido en el principal sustento para muchos artistas. El festival también se tuvo que sobreponer a las experiencias de mala logística y planeación. La escasez de agua fue un problema en varias ocasiones. La oferta gastronómica era un volado ante una infraestructura diseñada más para aventureros y kamikazes.

Sobrevivió una pandemia y tuvo que atender a nuevos públicos y propuestas. Con aquella gran enfermedad con el pequeño nombre aprendimos que eran necesarios los lavabos y los espacios para hidratarse.

También ha jugado con la duración del festival y con formatos: de la extravaganza de tres días a las carpas con comedia y luchas.

La experiencia de asistir a un festival hoy es completamente diferente a lo que fue en las primeras ediciones del Vive Latino. La nostalgia nos llevaría a pensar que los festivales de antes eran algo más puro e idealista, como un Edén musical que nos sacaba de la cotidianidad, en un espacio no comercializado ni invadido por marcas y patrocinios. Pero la realidad es un tanto mezclada: son tanto un espacio de esparcimiento y cultura y un espacio del ecosistema de la industria musical y las industrias culturales.

El Vive Latino nos ha dado un espacio para descubrir música, para ver a tu artista favorito o a artistas inesperados. Más allá de las críticas sobre los costos de asistir hoy a un evento de este tipo, la curaduría musical y todo lo que está alrededor son una oportunidad para encontrarse con los amigos, vivir nuevas experiencias o empezar a planear la próxima expedición.

Como dice una simpsonizada Kim Gordon en el capítulo de Homerpalooza: “Hullabalooza isn’t about freaks; it’s about music, and advertisement and youth-oriented product positioning”. Así que, como cada año, nos vemos en el Vive…

antonio.becerril@eleconomista.mx

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Coordinador de Operaciones Online. Periodista. Desde el 2019 escribe la columna semanal sobre música “Mixtape” en El Economista. Ha sido reportero de tecnología y negocios, startups, cultura pop, y coeditor del suplemento de The Washington Post y RIPE.

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